La vida en la oficina seguía su ritmo normal. Gerardo intentaba seguir con todo el trabajo de manera eficiente y respetuosa, y no presionó a Andrea con nada. Sin embargo, en su interior no paraba de brillar la estrella de la paternidad, de la familia, del amor profundo que sentía por la mujer que había amado más que a nada.
Y Humberto, su compañero más cercano, notaba la mirada de Gerardo.
Gerardo se sentó solo en el comedor de su casa. Para él era muy importante comer adecuadamente, y pocas veces compraba comida preparada. Se sirvió vino para acompañar su cena, y puso un poco de jazz para acompañarse. A medida que avanzaba en su comida, sus sentidos se iban dibujando el recuerdo de Andrea, de su piel suave y desnuda, el tono y aroma de la piel, su mirada hacia él en cada beso, en cada caricia. Recordaba cómo se sentía estar en ella, mirarla disfrutarlo, escuchar su grito de placer cuando llegaban al final, y luego, con frecuencia, sus lágrimas, que no parecían ser de tristeza ni de dolor, sino de
En la oficina, el trabajo era arduo, pero parecía más relajado todo. Ambos empezaban a compartir ideas, y a preparar juntos una presentación con las propuestas que plantearían para resolver el proyecto de la empresa que más les había presentado dificultad. Detectaron juntos las deficiencias operativas que tenía este proyecto desde el inicio, y pudieron mostrar soluciones a cada paso, para recuperar todo el proyecto, y darle un giro que lo haría viable esta vez.La vida diaria tenía una perspectiva diferente. Andrea se levantaba temprano, muy animada, le daba a Azucena de desayunar, la llevaba a la escuela, cantaban en el
En la oficina todo parecía un caos. Ese primer día de trabajo, lleno de promesas para una ejecutiva de alto nivel, contratada para reorganizar las cuentas de la empresa y darle un nuevo rumbo financiero, parecía no tener fin. Ella revisaba expedientes que parecían no tener un correcto registro de los servicios prestados, ni tampoco registro de los resultados para cada estrategia aplicada.Estaba claro que Andrea tenía ante sí una larga tarea de organización, así que llamó al jefe de los archivos de la e
Cuando Andrea cursaba el quinto semestre de la licenciatura en administración de empresas, tuvo que tomar una clase optativa, que era requisito para completar una formación que le era prometida al egresar. Eligió ética, y al iniciar el ciclo escolar, llegó a un salón totalmente lleno de estudiantes de diferentes licenciaturas, en un edificio fuera de su facultad. Había tantas personas que el aire se sentía pesado, y creía que no encontraría una banca para ella. Pero un joven sonriente, de piel muy blanca y cabello tan negro que hacía pensar que no era real, le señaló una banca que aún estaba disponible. Ella fue a sentarse correspondiendo la sonrisa, y gesticulando un “gracias” sin voz, para no interrumpir al profesor.<
-Por supuesto, señor, al viaje estoy invitando a Mariana, prima de Andrea, y a mi hermana Lucy. Iremos los cuatro, y las chicas pueden dormir en la misma habitación. -Javier estaba convenciendo al padre de Andrea de que en el viaje a Acapulco, todo sería como la familia de ella deseaba. Nada de momentos íntimos, nada de escapadas a solas. Todo el viaje sería en completo respeto hacia las normas familiares.-Bueno, creo que puedo pagar el costo del viaje de mi esposa también, para que estemos todos tranquilos. -Y estos son los archivos de 2017 – Gerardo llevaba nuevos paquetes a la oficina de Andrea.Una sonrisa involuntaria volvió a atraer la atención de Adriana, quien en ese momento lo recordó como uno de los invitados a su boda. Gerardo acompañaba a una compañera de oficina de Javier, y desde el momento en que ella había entrado a la iglesia con su maravilloso vestido de novia, Gerardo no había dejado de verla. Pero solamente se habían visto por unos momentos durante todo el evento. Por supuesto que GerardoLa Nueva Puerta
La sala de juntas es un lugar indiferente a lo que todos los asistentes sienten o piensan. El proyecto avanzaba, y Andrea intentaba poner atención en lo que se hablaba, ya que era la principal responsable, sin embargo, no podía concentrarse. La imagen de Javier perfectamente vestido, con un casco amarillo, con esa presencia que ella conocía perfectamente, no la dejaba en paz, pero sobre todo, lo que pensaba, era en la injusticia del abandono tan grande en el que las dejó a ella y a Azucena, la ausencia implacable mes tras mes durante más de un año, las preguntas que ella se hacía, y las que Azucena le hacía mientras Javier estaba al mando de un proyecto enorme, sin la responsabilidad de cada día, de levanta
Cuando Andrea cursaba el quinto semestre de la licenciatura en administración de empresas, tuvo que tomar una clase optativa, que era requisito para completar una formación que le era prometida al egresar. Eligió ética, y al iniciar el ciclo escolar, llegó a un salón totalmente lleno de estudiantes de diferentes licenciaturas, en un edificio fuera de su facultad. Había tantas personas que el aire se sentía pesado, y creía que no encontraría una banca para ella. Pero un joven sonriente, de piel muy blanca y cabello tan negro que hacía pensar que no era real, le señaló una banca que aún estaba disponible. Ella fue a sentarse correspondiendo la sonrisa, y gesticulando un “gracias” sin voz, para no interrumpir al profesor.