La sucursal del Grupo César era relativamente desconocida en DF, ya que era menos influyente en relación con los muchos grandes nombres. Sin embargo, como la mayoría de la gente prestaba atención a los acontecimientos de la familia Cruz, se dieron cuenta de que ésta había estado haciendo movimientos contra el Grupo César, lo que despertaba su curiosidad.Los de fuera confundieron las acciones con la ambición de la familia Cruz de adquirir el Grupo César, pero sólo Sofía sabía que Paloma y Juliana estaban detrás de los últimos movimientos. Preocupada por la posibilidad de que Julio tenía dificultades para defenderse de los ataques, Sofía quería llamarle por su preocupación, pero al final se contuvo. Por lo que sabía de él, seguro que rechazaría su ofrecimiento de ayuda cuando se le subiera el ego a la cabeza, como cualquier hombre normal.Con eso en mente, decidió pedir ayuda a Rodrigo más tarde. Bueno, no le estaba pidiendo exactamente que interviniera activamente. Sería genial si al
Sofía salió despedida y aterrizó con fuerza en el suelo de una patada. Se desplomó en el suelo y luchó por levantarse. Por la forma despiadada en que la atacó, el hombre estaba decidido a acabar con su vida.Se llenó de desesperación al darse cuenta de que era demasiado débil para él. Al mismo tiempo, sintió remordimientos. En el pasado, siempre se había creído experta en artes marciales. Cuando por fin entró en el mundo real, la enorme cantidad de talentos de las artes marciales le abrió los ojos ante su incapacidad.El hombre se puso delante de ella en un santiamén. Ella se arrodilló en el suelo mientras se estremecía de dolor en el estómago... era tan fuerte que no podía levantarse.—¿Cuánto te pagaron? Te doblaré esa cantidad—le ofreció, aferrándose al último resquicio de esperanza aunque sus palabras no funcionaran con él.Tal y como ella esperaba, al hombre no le afectaron sus palabras. Sacó una daga y se abalanzó sobre ella. Totalmente preparada, se tambaleó hacia atrás para
Julio miró fijamente a Alejandro. La empresa no era su prioridad en un momento en el que deseaba desesperadamente buscar a Sofía. Sin embargo, sabía que la distancia entre él y Sofía no haría más que aumentar si el Grupo César se hundía, e incluso podría perder la oportunidad de llegar hasta ella. Tras pensárselo un poco, suspiró y cedió.—Envía a alguien a localizarla de inmediato.—Claro. No te preocupes. Enviaré a alguien para que lo investigue—Alejandro asintió aliviado, sintiéndose agradecido de que el director general no hubiera perdido la cabeza.Después de que Julio acudiera a la reunión, Alejandro asignó que alguien investigara el paradero de Sofía. En ese momento, ninguno de ellos sabía que Sofía había sido hospitalizada.El cielo estaba oscuro cuando Sofía recobró el conocimiento. Se quedó mirando al techo durante un buen rato antes de recordar lo que había sucedido antes de desmayarse. Sonriendo irónicamente, pensó que había sido la peor lesión que había sufrido y que q
Rodrigo dejó escapar un suspiro aliviado después de que ella aceptara tener guardaespaldas. Los hombres que contrató eran extraordinarios, y la protegerían bien.—¿Tienes hambre?—preguntó—Puedo conseguir que alguien te compre comida—Para él era surrealista cómo habían acordado encontrarse en un restaurante, pero las cosas tomaron un giro salvaje después de eso.Ella asintió, sintiendo hambre. Pidió a alguien que le comprara algo de comida y que trajera también un cargador para el móvil. Era incómodo quedarse sin batería y le preocupaba que sus contactos no pudieran localizarla.Poco después le trajeron la comida y el cargador del móvil. Cargó el teléfono antes de comer.Rodrigo se quedó cerca, lo que fue incómodo para ella.—Rodrigo, ¿por qué no te vas a casa a descansar? Es muy tarde.—Está bien. Me quedaré hasta que termines de comer—Había planeado pasar la noche junto a su cama, pero sabía que Sofía se extrañaría o incluso se escandalizaría si se ofrecía a hacerlo.Sofía no d
A pesar de querer quedarse, Rodrigo abandonó la habitación de Sofía por consideración a sus heridas yrecuperación. Cuando se marchó, Sofía contestó a las llamadas perdidas de su teléfono. La primera en la lista era Yolanda, seguida de Bruno. Les informó de que su teléfono había muerto, pero no sacó el tema de sus heridas. Le ocultó la verdad a Yolanda porque se preocuparía, y no se lo dijo a Bruno porque no se enteraría de nada.En ese momento, no tenía pruebas que apuntaran a Paloma y Juliana. Si acusaba ciegamente a las dos delante de Bruno, éste podría pensar que ella no tramaba nada bueno sólo para hundirlas.Necesitaba pruebas suficientes para mostrar a Bruno la verdadera cara de Paloma y Juliana, pues quería que él se ocupara de ellas con sus propias manos. Esa fue la razón principal por la que rechazó la ayuda de Rodrigo. Sólo mostrando a Bruno la verdadera cara de su mujer y de su hija se decepcionaría de ellas.Después de responder a todas las llamadas perdidas, por fin con
Julio se quedó boquiabierto después de oír lo que Sofía tenía que decir. Amplió la foto y se dio cuenta de que Sofía estaba inconsciente. Al mirar más de cerca, vio rastros de manchas de sangre en su cuerpo.—Algo le ha pasado—pensó mientras se sentía acribillado por la culpa de haberla interrogado sobre Rodrigo en lugar de fijarse en sus heridas. Incluso después de que Sofía le reprendiera, seguía sintiéndose fatal por su comportamiento.—¿Qué estoy haciendo? ¿Cómo he podido pasar por alto algo tan obvio?—se reprendió en silencio.—Lo siento—soltó tras una pausa, no porque fuera reacio a disculparse. Dudó porque sabía que la disculpa no podía compensar el daño que había infligido a Sofía.Tal y como él esperaba, Sofía se mostró tranquila y serena cuando escuchó las disculpas, e incluso pensó que era divertidísimo. Riendo, le dijo: —Lo siento pero no siempre funciona, ya sabes.—Lo sé— De todos modos, no se le ocurrió una forma mejor de expresar su pesar— ¿Estás... bien?—Quería p
Durante los pocos días que pasaba en el hospital, Bruno la llamó varias veces, sobre todo para preguntarle por qué no había vuelto a casa. Ella se inventaba alguna excusa, por eso él no insistía más.—Mañana tengo previsto ir a Guadalajara. ¿Tienes tiempo para acompañarme?—le preguntó. Había terminado su trabajo en DF y era hora de ocuparse de los asuntos que le esperaban en Guadalajara.Bruno hizo una pausa mientras consultaba su agenda con su ayudante. Pronto contestó: —Claro, pero no puedo quedarme mucho tiempo. Hay mucho trabajo en la empresa.—No será un viaje largo... probablemente tres o cuatro días—le aseguró.Una vez acordado el viaje, se adelantó y contrató un jet privado. Viajar en un jet privado era una necesidad para un hombre de su posición, que debía ser cuidadoso en cada paso que daba. Todo por seguridad.Cuando Sofía regresó al Castillo de López, se encontró con Paloma y Juliana, que tenían expresiones de culpabilidad en sus rostros. A pesar de su buena actuación,
Sofía no replicó. En su lugar, sonrió a Paloma. —Tienes razón. Paloma, deberías ser más cuidadosa. Que no te pillen con las... manos en la masa.Paloma le sonrió sin decir nada. No sólo procedería con más cautela, sino que enviaría más hombres tras Sofía la próxima vez para que no pudiera escapar. Sin embargo, no estaba segura del momento oportuno.Sofía se negó a perder el tiempo con ellos. —Papá y yo regresaremos a Guadalajara mañana. Paloma, ayúdame a hacer la maleta—La intención detrás del recordatorio era menos de empacar el equipaje y más de provocarla. El hecho de que Bruno hubiera aceptado visitar Guadalajara demostraba que Sofía era importante para él, lo cual era el mayor temor de Paloma.Como era de prever, la expresión de Paloma decayó al conocer la noticia. —¿Por qué se va a Guadalajara? ¿No sabes que está ocupado? Sofía, tienes que madurar y dejar de darle problemas.—No quiero molestarle, pero insistió en acompañarme—Sofía sonrió con suficiencia y alegría.Su com