Durante los pocos días que pasaba en el hospital, Bruno la llamó varias veces, sobre todo para preguntarle por qué no había vuelto a casa. Ella se inventaba alguna excusa, por eso él no insistía más.—Mañana tengo previsto ir a Guadalajara. ¿Tienes tiempo para acompañarme?—le preguntó. Había terminado su trabajo en DF y era hora de ocuparse de los asuntos que le esperaban en Guadalajara.Bruno hizo una pausa mientras consultaba su agenda con su ayudante. Pronto contestó: —Claro, pero no puedo quedarme mucho tiempo. Hay mucho trabajo en la empresa.—No será un viaje largo... probablemente tres o cuatro días—le aseguró.Una vez acordado el viaje, se adelantó y contrató un jet privado. Viajar en un jet privado era una necesidad para un hombre de su posición, que debía ser cuidadoso en cada paso que daba. Todo por seguridad.Cuando Sofía regresó al Castillo de López, se encontró con Paloma y Juliana, que tenían expresiones de culpabilidad en sus rostros. A pesar de su buena actuación,
Sofía no replicó. En su lugar, sonrió a Paloma. —Tienes razón. Paloma, deberías ser más cuidadosa. Que no te pillen con las... manos en la masa.Paloma le sonrió sin decir nada. No sólo procedería con más cautela, sino que enviaría más hombres tras Sofía la próxima vez para que no pudiera escapar. Sin embargo, no estaba segura del momento oportuno.Sofía se negó a perder el tiempo con ellos. —Papá y yo regresaremos a Guadalajara mañana. Paloma, ayúdame a hacer la maleta—La intención detrás del recordatorio era menos de empacar el equipaje y más de provocarla. El hecho de que Bruno hubiera aceptado visitar Guadalajara demostraba que Sofía era importante para él, lo cual era el mayor temor de Paloma.Como era de prever, la expresión de Paloma decayó al conocer la noticia. —¿Por qué se va a Guadalajara? ¿No sabes que está ocupado? Sofía, tienes que madurar y dejar de darle problemas.—No quiero molestarle, pero insistió en acompañarme—Sofía sonrió con suficiencia y alegría.Su com
Finalmente, Sofía soltó a Juliana, pero no fue porque confiara en sus palabras. Había oído el ruido de un carro desde la puerta y supuso que Bruno estaba en casa.Cuando se puso un pie en el salón, se dio cuenta al instante de que algo iba mal. Recorrió los tres rostros y su mirada se posó en la de Sofía. —¿Qué ha pasado?Ella le sacudió la cabeza con una sonrisa. —Nada.La pelea de hace un momento no era nada para Sofía, pero Juliana no pensaba lo mismo. Se levantó y corrió hacia Bruno mientras planeaba revelarle todo lo que Sofía le había hecho. Necesitaba mostrarle a Bruno la naturaleza despiadada de Sofía.Sin embargo, Paloma contuvo a su hija y negó con la cabeza. —No ha pasado nada. Estuvimos charlando con Sofía y mencionó que mañana irías a Guadalajara con ella.Bruno frunció el ceño al saber que algo debía haber pasado entre las tres mujeres. Como Sofía le aseguró que todo estaba bien y Paloma se mantenía hermética al respecto, no presionó más. De todos modos, Juliana
—¿Cuándo podré recuperarme del todo?— Esa era la principal preocupación de Julio, que quería reunirse con Sofía.Lucía probablemente le leyó el pensamiento y se sentó frente a él con una sonrisa. —Lo primero que tienes que hacer es aprender a controlarte. Mencionaste que no podías evitar querer tener a Sofía a tu lado y que no soportabas ver hombres cerca de ella. Estos son síntomas de un trastorno mental. Tus problemas de salud mental no surgieron en unos días. Son la culminación de una mala salud mental a lo largo de los años. Una recuperación rápida es más bien imposible.Julio frunció el ceño al oír su opinión profesional. Sabía que su estado era grave, pero quería la respuesta a otra pregunta acuciante.—Basándome en lo que acabas de decir, no puedo reunirme con Sofía antes de recuperarme del todo. ¿Es eso cierto?— Preferiría abandonar el tratamiento si ese fuera el caso. La razón por la que asistía a terapia era para poder estar con Sofía. Si se viera obligado a renunciar a c
Julio quería decir algo más, pero la pasión de su corazón se disipó rápidamente al oír lo fría que era Sofía con él. Aun así, no colgó inmediatamente.—¿Cómo has estado?—preguntó.—¿No crees que es demasiado tarde para preguntarme eso, Julio?—Sofía resopló. El comportamiento de Julio la confundía. Llevaba días sin saber de él.Julio sabía que era culpable. Había planeado reunirse con Sofía ese día después de su llamada. Nunca esperó que la doctora Flores le dijera que no la viera, que aprendiera a controlarse. Por eso nunca fue a verla. Pero eso no significaba que a ella no le importara. Aún así, había ido al hospital a ver cómo estaba, y sólo se había marchado después de comprobar que estaba bien.Al otro lado de la llamada, Sofía se enfadaba aún más ahora que él se había callado. —¿Qué? ¿Te ha comido la lengua el gato? ¿Cuándo aprendes a mantener la boca cerrada?—Lo siento—dijo Julio solemnemente—He estado preocupado por unos asuntos. Por eso no he venido a verte.—Oh— Preocu
Ni Sofía ni Julio dijeron una palabra durante el trayecto y el ambiente a su alrededor siguió tan tenso como una cuerda floja.—¿Cuándo vuelves a Guadalajara? —preguntó por fin Julio, rompiendo el hielo.—Mañana.Julio asintió sin decir nada más.—¿Y tú? ¿Cuándo volverás?Julio se lo pensó. Ya casi había terminado sus asuntos en DF. Siempre podía visitar al Dr. Flores para continuar sus sesiones cuando estuviera libre. —Mañana, contigo —respondió.Sofía se sorprendió. ¿No estaba Julio ocupado resolviendo el asunto de los López ahora mismo?—¿Estás segura? ¿Qué pasa con los López?Oír que ella se preocupaba por él le hizo sentirse mucho mejor: —Puedo con ellos. No pueden hacer nada para impedir que vuelva a Guadalajara.En realidad, los López no estaban seriamente preocupados por la presencia de Julio. Incluso sus jugadas de poder se hacían sólo para asustar a Julio y que detuviera sus planes.Aunque nunca esperaron que lo afrontara de frente.—Oh. Me voy con Bruno López, así que no p
Ajena a los celos de Julio. Sofía asintió.—Bueno, han pasado unos años, pero nuestra relación sigue ahí. Solíamos pasar mucho tiempo juntos cuando éramos más jóvenes.—¿Relación?La amargura se extendió por la boca de Julio. Ya ni siquiera sabía si compartía eso con Sofía.Su silencio invitó a la curiosidad de Sofía. —No estás celosa, ¿verdad?Julio no dijo nada.¿Celoso? ¿Cómo no iba a estarlo? Sofía y Rodrigo ya tenían su parentesco como discípulos. Ahora ambos eran hijos de los Diez de Élite de DF. ¿Quién iba a decir que no se estaba gestando un posible matrimonio?Julio nunca había pensado poco de sí mismo ni creía que Rodrigo fuera mejor que él, pero seguía preocupado por los —y si...—Estás pensando demasiado. Sólo somos amigos — Sofía se encogió de hombros.Julio tarareó en señal de asentimiento y abandonó el tema. —Vámonos.Los dos salieron del carro y se dirigieron a un agujero que había más adelante.Julio solía negarse a comer en esos sitios, pero se había dado cuenta de
Sofía y Julio acabaron pasando una noche muy satisfactoria tanto por la comida como por la conversación.—Te dejaré en casa. Es tarde —Julio se levantó; su ansiedad se había calmado después de pasar un rato con Sofía.Sofía asintió, levantándose también. —Sí. Todavía tengo que coger ese vuelo mañana.De vuelta al carro de Julio, Sofía preguntó: —No le contaste a Jaime Wagner sobre mis planes aquí, ¿verdad?Julio frunció el ceño, casi dolido por su pregunta: —¿No confías en mí?Jaime era un querido amigo suyo.Sofía era ahora mismo la persona más importante de su vida.Ella negó con la cabeza: —Sólo estaba bromeando. Confío en ti, Julio. Sé que no se lo dirías. Por eso me has dado pena.Julio ladeó la cabeza con curiosidad.—Si fuera yo, se lo diría inmediatamente a mis amigos íntimos —continúa Sofía. Los amigos eran muy importantes para ella. No toleraba que se mintiera o se ocultaran cosas en una amistad—Pero confío en mis amigos para que no se lo cuenten a nadie más.Julio suspir