Ajena a los celos de Julio. Sofía asintió.—Bueno, han pasado unos años, pero nuestra relación sigue ahí. Solíamos pasar mucho tiempo juntos cuando éramos más jóvenes.—¿Relación?La amargura se extendió por la boca de Julio. Ya ni siquiera sabía si compartía eso con Sofía.Su silencio invitó a la curiosidad de Sofía. —No estás celosa, ¿verdad?Julio no dijo nada.¿Celoso? ¿Cómo no iba a estarlo? Sofía y Rodrigo ya tenían su parentesco como discípulos. Ahora ambos eran hijos de los Diez de Élite de DF. ¿Quién iba a decir que no se estaba gestando un posible matrimonio?Julio nunca había pensado poco de sí mismo ni creía que Rodrigo fuera mejor que él, pero seguía preocupado por los —y si...—Estás pensando demasiado. Sólo somos amigos — Sofía se encogió de hombros.Julio tarareó en señal de asentimiento y abandonó el tema. —Vámonos.Los dos salieron del carro y se dirigieron a un agujero que había más adelante.Julio solía negarse a comer en esos sitios, pero se había dado cuenta de
Sofía y Julio acabaron pasando una noche muy satisfactoria tanto por la comida como por la conversación.—Te dejaré en casa. Es tarde —Julio se levantó; su ansiedad se había calmado después de pasar un rato con Sofía.Sofía asintió, levantándose también. —Sí. Todavía tengo que coger ese vuelo mañana.De vuelta al carro de Julio, Sofía preguntó: —No le contaste a Jaime Wagner sobre mis planes aquí, ¿verdad?Julio frunció el ceño, casi dolido por su pregunta: —¿No confías en mí?Jaime era un querido amigo suyo.Sofía era ahora mismo la persona más importante de su vida.Ella negó con la cabeza: —Sólo estaba bromeando. Confío en ti, Julio. Sé que no se lo dirías. Por eso me has dado pena.Julio ladeó la cabeza con curiosidad.—Si fuera yo, se lo diría inmediatamente a mis amigos íntimos —continúa Sofía. Los amigos eran muy importantes para ella. No toleraba que se mintiera o se ocultaran cosas en una amistad—Pero confío en mis amigos para que no se lo cuenten a nadie más.Julio suspir
Sofía no iba a perder el tiempo siendo respetuosa con Paloma. Esa mujer era una serpiente. Sólo que nunca esperó que Bruno también hablara.—Tiene razón, Sofía. Puede que no sea lo que quieres oír, pero puede que sea lo que necesitas.Sofía le miró incrédula. Definitivamente había pasado algo—Conoces a Rodrigo Guzmán, ¿verdad? He visto su trabajo. Es un buen hombre y viene de una familia de la misma categoría. ¿Qué piensas de él? preguntó Bruno. Esperaba que Sofía tuviera un matrimonio feliz y no volviera a ser engañada por Julio César.Al oír el nombre de Rodrigo, Juliana gritó: —¡Ella no lo merece! ¿Una divorciada casándose con la familia Guzmán? ¡Eso es un auténtico chiste!—¡Cállate!— Bruno rugió—¿Cómo te atreves a hablar así de Sofía? Es tu hermana.Juliana hizo un mohín de enfado. No consideraba a Sofía como tal, fuera lo que fuera, Sofía no era más que otra aspirante a zorra en su vida. —No tienes que preocuparte por mí. Sé lo que hago—Sofía se encogió de hombros. Rodrigo era
Sofía salió del comedor para recoger su equipaje en el piso de arriba. Cuando bajó, le dijo a Bruno: —Yo me voy primero. Tú puedes hacer lo que quieras, supongo. Todavía puedo hacer cosas sin ti en Guadalajara.Con eso, abandonó la finca.Bruno sólo pudo parpadear, todavía aturdido por lo que acababa de pasar. Realmente no sabía qué hacer ahora. Sólo un par de sugerencias habían sacado de quicio a Sofía. No era como si realmente le estuviera impidiendo encontrarse con Julio, ni tampoco le había dicho que no iría a Guadalajara con ella...Suspiró internamente: —De tal palo tal astilla.—¿Por qué eres tan amable con Sofía, papá? ¡Ella es tan grosera contigo! Nunca te he tratado así, ¡y tú ni siquiera eres tan amable conmigo! — se quejó Juliana.Bruno la miró. —¿De verdad? ¿Qué no te he dado desde que eras un niño?—¡No es lo mismo! —Juliana se mordió el labio, molesta—Nunca te has preocupado tanto por mí desde que era una niña. Creo que nunca me has tratado como a tu hija.A Juliana n
Sofía había comprado un billete de avión en el aeropuerto, sin pensar que Bruno la acompañaría. Se arrepintió de haberle pedido ayuda. Tal vez podría ocuparse de Jaime sola.—Ah, bueno. Ya lo resolveré en casa —pensó.Sofía estaba en la sala de embarque esperando a que su avión llegara al aeropuerto. En ese momento, Julio le envía un mensaje preguntándole si ya ha embarcado.Ella le llamó. —¿Dónde estás ahora? —le preguntó.—En el Aeropuerto —Julio preguntó con curiosidad: —¿No te has ido?—Todavía no. Yo también estoy en el aeropuerto, sin Bruno.Julio se dio cuenta enseguida de que pasaba algo. ¿Dónde estás? Voy a buscarte.Pensó que era mejor comprobarlo en persona.—Está bien. Nos vemos en Guadalajara —Los vuelos de ambos deberían estar listos para embarcar pronto, así que no necesitaban el lío de encontrarse y luego separarse a sus puertas de nuevo.—De acuerdo entonces. Te espero en la sala de llegadas. Llámame cuando aterrice tu vuelo.—De acuerdo —Sofía terminó la llamada. Lue
El avión no tardó en despegar. Sofía cerró los ojos y descansó mientras Julio se sentaba a su lado, todavía mareado. Sabía que Sofía estaba disgustada y no quería hablar en ese momento, así que permaneció a su lado en silencio, sin preguntarle nada, aunque sentía una increíble curiosidad por su situación.Al cabo de un rato, Sofía preguntó: —¿No sientes curiosidad por lo que pasó entre Bruno y yo?—Por supuesto que sí. No quería molestarte. Parecía que tenías muchas cosas en la cabeza —Dijo Julio con una sonrisa. Había llegado a conocerla un poco más después de pasar con ella todo este tiempo.Sofía suspiró. Tenía razón. Desde que subió al avión no había deseado otra cosa que quedarse sola en un lugar tranquilo. Pero su humor se había aligerado después de un poco de paz y tranquilidad. —No es nada, en realidad creo que vio las noticias sobre nosotros, eso es todo.—No quiere que te líes conmigo, ¿verdad? —Julio adivinaba fácilmente lo que había ocurrido entre padre e hija.Resopló So
Julio y Sofía salieron del aeropuerto de Guadalajara. De vuelta en su territorio, Julio había dispuesto que les recogieran fuera.—¿Quieres volver primero a tu casa? —preguntó una vez que estuvieron a salvo en el carro.—Sí. Eso sería lo mejor —Sofía asintió. Por muy preocupada que estuviera por María, no podía hacer ningún movimiento brusco, no fuera a ser que Jaime reaccionara de forma exagerada. Podría ser más difícil rescatar a María si eso ocurría, además de que aún no había resuelto su renuncia en el hospital.Pronto llegaron a Orihuela. Sofía se bajó y se volvió para preguntar a Julio: —¿No vas a descansar antes?—No. Todavía tengo que mirar cosas en la oficina. Luego te recojo para cenar —Julio no podía descansar ahora que iban a trasladar la sede del Grupo César a DF. Tenían raíces profundas aquí en Guadalajara que había que desentrañar con cuidado.Sofía también lo sabía y estaba preocupada por él —Realmente no tienes que hacer esto, sabes. Guadalajara no está tan mal, de ve
Bruno impidió que Sofía cerrara la puerta principal.—Está bien, está bien. Dejaré de hablar de ello, ¿vale?Sólo entonces Sofía dejó de cerrarlo.—¿Por qué no vuelves primero a tu hotel a descansar? Acudiré a ti cuando necesite tu ayuda.—¿Por qué iba a necesitar ir a un hotel cuando tienes un sitio donde quedarte aquí mismo? preguntó Bruno. No había planeado en absoluto vivir en un hotel.—¿Quieres quedarte en mi casa? — Sofía no estaba acostumbrada a tener a otra persona en su casa. También era demasiado pequeña para alguien como Bruno, acostumbrado a un espacio más grande.Eso no le importaba. —¿No puedo? Tu propio padre. Sofía.—Nunca dije que no pudieras, sólo que... Mi casa es diminuta comparada con el Castillo de López —¿No debería Bruno reservar un hotel de cinco estrellas para satisfacer sus necesidades de alojamiento?Bruno negó con la cabeza. —No pasa nada. Me quedaré aquí contigo. Tu padre ha pasado por muchas cosas —Había vivido en lugares peores que éste.El hombre arr