Capítulo XXXI

Michael miró a Elliot y puso el teléfono en altavoz.

—Por ahora no hagas nada, mantente como hasta ahora, pero no lo pierdas de vista, por supuesto todo esto si consideras que no volveremos a perder su ubicación.

—He sido muy discreto, el hombre no sospecha nada.

—Sí es así, entonces te llamaré luego y te diré que haremos.

El detective privado hizo algunos comentarios más y se despidió del abogado.

Michael suspiró profundo y se recostó en el espaldar de la silla.

—¿Qué crees de esto? —preguntó mirando a Elliot—. Tengo dudas de si llamar a la policía o ir nosotros directo y hablar con él.

—¿Por qué dudas?

—Tengo miedo que la policía solo envíe una citación y vuelva a escapar. El juicio tiene una fecha cercana y quiero que el enfermero esté de testigo.

—¿Testigo? Pensé que era uno de los acusados. —dijo Elliot enarcando una ceja—. Cre

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