La casa era enorme, una de las propiedades que Isaac había heredado de su padre, en verdad pertenecía a los tres hermanos, pero con tal de no vivir bajo el mismo techo que el mal genio de Isaac, los mellizos le habían cedido su parte. Víktor quería enviar a sus hombres para revisar la casa a ver si encontraban algo, pero Scott se había empeñado en que también quería entrar. Así que a regañadientes les había tocado a Víktor y a Pitt seguirlo. Parecían los tres mosqueteros, pero con pasamontañas y pistolas en lugar de espadas. Sabían que las cámaras ya estaban desconectadas, pero cualquier precaución parecía poca tratándose de Isaac. Scott estaba entrando al salón cuando una mano de Víktor sobre su pecho paro su movimiento. Y Scott le hizo gesto interrogativo con las manos. –¡Ten mucho cuidado de no tocar nada que no sea necesario! –Víktor le advirtió. –Pensé que la alarma ya estaba apagada. –Scott contestó sin entender el porqué de tanto cuidado. –Mira a tu alrededor, esta casa es p
Sonaban tres voces en el audio. Al escuchar la voz de su padre Alice se levantó de inmediato. Cada palabra dicha, cada gemido de su padre mientras agonizaba, la indiferencia de Isaac, la cobardía de Thomas. Alice sentía que no podía respirar, Scott la abrazaba y no parecía suficiente. El dolor de escuchar a su padre morir en manos de su propio hermano era insoportable. Abandono los brazos de Scott y se refugió en los de Aaron, porque sabía que su hermano estaba igual. –¡¡LLAMA LA POLICÍA!!–Alice exclamó y Scott la miró sorprendido. –Amor sé que es difícil, pero debemos actuar con cabeza.–Scott intentó ser razonable. –¿Actuar con cabeza para qué? ¿Para que tenga tiempo de pegarse un tiro como lo hizo Thomas? –Alice vociferó, pero al ver el dolor en los ojos de Scott, se arrepintió de sus palabras. –Lo siento amor, pero no puedo esperar más. Debemos llamar la policía… –¡¡JEFE!!–Gritó uno de los hombres de Víktor entrando al departamento. – Los que están vigilando la casa del senador.
Scott entró a la cocina de su mansión donde Alice estaba preparando tortitas con Martha para el desayuno, la pequeña estaba entera cubierta de chocolate, por las pepitas que Alice echaba dentro de la masa. Scott le dio los buenos días, pero ella no contestó, sabía que estaba enojada. Dejó un beso en la naricita de su hija y habló con Alice. –Sé que estás enojada cariño, pero esto lo hago por tu bien y el de nuestro hijo. –Scott le explicó. –Creo que soy una mujer adulta y libre. Has puesto a diez hombres en la puerta de casa para que no salga Scott. Esto es prácticamente un secuestro. –Alice se escandalizó y vio a Martha reír mirándolos. –Puede que no sea la mejor forma, pero no puedo permitir que vayas a Valdosta, hay cosas que no cuadran en la detención de Isaac. El agente del FBI que está llevando el caso de tu hermano me acaba de informar que Isaac será trasladado esta noche a una prisión federal. –Anunció y Alice se giró con brusquedad para mirarlo. –¿Por qué? Se supone que
Scott estaba en su cama con la cabeza de Alice sobre su pecho observando como respiraba mientras dormía. Estaba perdido en sus pensamientos cuando el teléfono móvil empezó a sonar. Miró la pantalla y respiró profundamente antes de contestar la llamada. –¡Víktor! –Scott contestó y Alice despertó al escuchar su voz, y pudo notar que tenía la expresión ensombrecida. –Está bien, estaremos preparados. Sí tendremos cuidado. –Scott colgó la llamada y agarró el rostro de Alice entre sus manos, no quería asustarla, pero tampoco le podía ocultar la verdad. –Isaac escapó, encontraron el convoy que lo trasladaba en la carretera, fue atacado todos los agentes que iban en el estaban muertos. –Scott explicó y Alice se puso lívida, sus ojos se abrieron por el miedo. –Tranquila mi niña, estaremos bien. Necesito bajar y ver cómo están los escoltas. –Intentó tranquilizarla y se levantó de la cama poniéndose una camiseta, y se sorprendió cuando Alice saltó de la cama vistiendo una bata. –¿A dónde vas? –
Que te despierten echando un cubo de agua fría no debe ser plato de buen gusto para nadie, pero que lo hagan mientras estás sentado en una silla con los brazos y las piernas atados debe ser desesperante. Scott abrió los ojos intentando enfocar la vista que tenía completamente borrosa, pestañeó un par de veces hasta que empezó a ver con claridad. Tenía a Isaac sentado delante de él y a su lado estaba Alice igual que él, atada a una silla. Sintió como toda la ira que había estado controlando en los últimos años se despertaba en ese momento, al ver a su mujer embarazada en aquella situación. –¿Qué le has hecho maldit0 infeliz? –Scott escupió apretando los dientes con fuerza, parecía que estaba a punto de estallar por la colera que sentía. –Dejála ir, has lo que quieras conmigo, pero dejálos en paz. –Scott pidió, pero Alice empezó a despertar llamando la atención de los dos. –¡¡Amor!!¿Alice te encuentras bien? –Preguntó con ansiedad y al ver la expresión de terror en su rostro sintió que
Alice gritaba y suplicaba para que Isaac dejará en paz a su bebé, pero él solo se reía. Disfrutaba de aquella situación sin importarse con todas las amenazas que le hacía Scott. Isaac sonrió con malicia mirándolo, mientras acariciaba el rostro de Alice. –Tranquila hermanita, esto no te va a matar. Después de tu primer aborto lo único que podría suceder es que te quedes estéril para el resto de tu vida, pero eso tampoco me vendría mal. Niños nacidos del incesto no suelen salir bien, sabes. –Se burló y Alice le escupió en la cara, mientras que los ojos de Scott captaron un movimiento que le permitió volver respirar con tranquilidad. Isaac comenzó a preparar las dosis necesarias para provocar un aborto en Alice con el misoprostol, pero de repente ver a Scott mirándolo tan fijamente y callado le inquietó. –Te veo muy tranquilo Hoffman, ¿Ya has aceptado tu muerte y la de tu hijo? – Isaac preguntó con desconfianza. –No soy un monstruo como tú. –Scott miró de reojo a la ventana, pero Isaa
Scott sentía que era la noche más oscura de su vida, una oscuridad que necesitaba afrontar para llegar a la luz. Era el final de una pesadilla y el principio de un sueño,de una vida en paz, pero para llegar a ella era necesario un sacrificio, uno que estaba más que dispuesto a pagar. Seis coches formaban la caravana que atravesaron la entrada de una granja durante la madrugada. Scott iba en el tercer coche, no podía explicar como había llegado hasta allí porque solo estaba centrado en seguir al que iba delante, el que llevaba a Isaac en su maletero. Aparcaron los coches, al bajar Scott se llevó la mano a la nariz, el lugar olía asquerosamente mal. Algo normal tratándose de una granja de cerdos. Scott se sentó sobre el capó de su coche para observar como sacaban a Isaac de uno de los maleteros. Víktor se sentó a su lado para hacer lo mismo. Pitt arrastró a Isaac y lo puso de rodillas delante de los dos. –¡¡¿Una granja de cerdos?!!¡Qué original! – El senador se burló lleno de satis
Semanas después. Alice fue al jardín de su casa para ver como estaban sus hijos, aunque supuestamente estarían bajo el cuidado de su padre y del tío Víktor, por si acaso era mejor estar pendiente de los cuatro “niños”. Nada más llegar se llevó el primer susto. Solo podía ver la cabecita de los niños asomándose detrás de los sillones que había en el jardín, pero no había rastro de Scott y Víktor por ninguna parte. Se acercó rápidamente y al dar la vuelta al sillón se quedó atónita con la imagen que tenía delante. El padre de sus hijos y el tío mafioso estaban tumbados en el suelo sin camiseta, mientras que los niños llenaban sus torsos con pinturas, todo estaba hecho un caos. –¡¿SE PUEDE SABER QUÉ SIGNIFICA ESTO?!–Alice preguntó visiblemente molesta llevando sus manos a las caderas, observando a los dos tatuados desde arriba. –Según nuestro hijo, los tatuajes no son bonitos porque no tienen color, así que los están pintando a su gusto. –Contestó con satisfacción. –Scott, hay pin