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Capítulo 3. Venus, ¿hice algo mal?

Al finalizar mi jornada de trabajo me dirigí a casa para prepararme para el festival cuando mire mi teléfono y vi varios mensajes de Rebeca.

La invitación de mi mejor amiga; Rebeca, al festival anual de temática no me sorprende, ella es una mujer muy divertida, fiestera y demasiado alegre. Debido a su universidad nos veíamos muy poco, somos amigas desde hace unos seis años... Nos conocimos en un centro comercial de la forma más extraña posible; dentro de un ascensor que se quedó atorado en un piso. Pasamos algunas horas atascadas ahí y nuestra amistad fluyó.

Tuve que convencer a Tony de que se nos uniera, él detesta a Rebeca, me siento como una mala amiga forzándolo a venir, pero sé muy bien que Rebeca terminará liándose con un chico y dejándome sola, necesito a Tony para no sentirme sola luego de que Beca se marche con alguien. Estoy segura que eso pasará.

No tenemos casi nada en común, pero los polos opuestos siempre terminan atrayendo incluso en amistad.

Beca, Tony y yo nos encontraríamos en la plaza, donde todos estarían reunidos bebiendo, bailando y otros vendiendo cosas referentes a la temática de este año.

Por lo general no suelo asistir a esto, pero es una forma de celebrar que ingresé a la universidad y que pronto ya no haré estás cosas con mis amigos. Ya después me despediré de mis padres con más calma, aún tengo tiempo para poder hacerlo bien.

Aunque haga lo que haga las despedidas siempre terminan siendo tristes e incómodas para todos.

Me disfracé lo mejor que pude con algunas prendas de vestir; un corset ajustado, lo puse encima de un vestido negro, unos botines también negros y me delinee un poco los ojos, no suelo maquillarme tanto, soy pésima haciéndolo. Me pinte la boca de negro igual e intenté lucir lo más gótica que pude.

Mi madre tocó la puerta un par de veces a pesar de que estaba abierta, respetando mi "privacidad".

—te ves increíble, hija. — me mira con cariño mientras me veo en el espejo.

—Gracias mamá, — me di vuelta a su dirección para verla. — no estoy acostumbrada a vestir así.

— bueno, esa es la idea de las temáticas, colocarte un traje que te haga sentir diferente.

Me sujeta ambas manos mientras me mira.

—estas creciendo muy rápido, Venus.

Le di un abrazo para evitar llorar y correr el delineado chueco que acabo de colocar en mis ojos.

— ¿Papá ya se fue a trabajar?— le pregunté.

—Sí, sabes que en estos días él trabaja el doble de horas. — nos separamos, busqué mi cartera para ir saliendo.

—bueno, llegaré en unas horas.

Nos despedimos y me fui caminando hasta la plaza. Me sentía extraña al principio, como si la ropa no formase parte de mí, sin embargo a medida que caminaba más, se ajustaba a mi cuerpo.

Vi personas disfrazadas de camino a la plaza y eso aumento mi confianza, me sentí más tranquila.

Al llegar a la plaza me sorprendió la cantidad de personas que ya estaban ahí, la música alta, la gente bailando y bebiendo, y los muchos pequeños puestos de comida y cosas.

Caminé por los alrededores ojeando todo el sitio buscando los rostros conocidos de mis mejores amigos; Tony y Beca. No los encontré a pesar de darle varias vueltas a la plaza.

No es un sitio tan grande como para que se pierdan, supongo que aún no han llegado.

La música electrónica ya tenía mis oídos aturdidos, busqué un lugar con asientos para descansar, pero todos estaban ocupados, por lo menos no hacía sol, pero tampoco estaba lloviendo. Vi un espacio algo alejado de la multitud y camine de prisa para sentarme así sea en el suelo.

Al llegar ahí, dejé salir un suspiro de alivio, pero ví a un chico sentado en un tronco de madera y me dio un terrible susto, haciendo que deje caer el vaso. Dios, es increíblemente guapo, me puse nerviosa con solo verlo.

Juro por Dios que no podía escuchar el sonido de mi propia voz de los nervios, él se encontraba tan distante, su voz es uno de los sonidos más mágicos que he escuchado en mi vida, no exagero. Un sonido de voz masculina gruesa y apasionada, un tono profundo y resonante, con una cualidad cálida y emotiva.

Quizá balbuceo demasiado en cuanto al sonido de su voz. Me sentí realmente hipnotizada solo escuchándolo.

Sentí una gran curiosidad por él, mantenía una vibra diferente, un estilo muy de ciudad y por supuesto, una odiosidad que quizá me parecía inapropiada. Nunca lo había visto antes.

Me encontraba ahí, como tonta, hasta que escuché la voz salvadora de mi mejor amiga gritando mi nombre. Giré mi cabeza con rapidez en dirección a la voz de mi amiga.

— ¡Aquí estás!— gritó algo enfurecida— te estuvimos buscando como locos, ¿Qué haces aquí sola?

Rebeca había llegado con una elegancia que parecía natural. Su cabello largo y negro caía en cascada sobre sus hombros, mientras que sus ojos azules brillaban. Con cada paso que daba, dejaba una huella de confianza y seguridad en sí misma que era imposible de ignorar.

Era una joven que no tenía miedo de decir lo que pensaba, y su lengua afilada la había metido en problemas más de una vez. Pero eso no la detenía. En cambio, lo usaba como una herramienta para defender sus ideas y principios, y para poner en su lugar a aquellos que intentaban pisotearla.

A pesar de su actitud desafiante, tenía una suavidad en su mirada que la hacía irresistible. Era difícil no querer estar cerca de ella, aunque a veces sus comentarios sarcásticos pudieran ser cortantes como cuchillas. Pero eso era parte de su encanto: nunca sabías qué esperar de ella, y siempre te mantendría en tus dedos de los pies.

Yo me quedé algo desconcertada.

— ¿Sola? No estoy sola... Estoy con— giré en dirección a donde se supone que estaría el chico, pero para mí sorpresa no había nadie.

— ¿De quién hablas?, ¿Estás ebria? Deberíamos ir a bailar...— sacudió un poco su corsé negro— Me siento patética disfrazada de... Lo que sea que sea esto.

Yo aún admiraba confundida el tronco donde estaba sentado él, ahora vacío. ¿Cómo se pudo ir tan rápido?, ¿A caso lo espante? Rebeca me tomó por el brazo y me llevó hasta donde se encontraba Tony bebiendo en su vaso plástico alcohol. Mi mente estaba en la mirada de aquel chico cuyo nombre todavía no sé

Beca inició un brindis levantando su vaso de plástico arriba.

—Vamos a brindar porque nuestra querida amiga pronto nos abandona para ser feliz— choca su vaso con el de Tony, yo había perdido mi vaso.

—Salud— dije yo sonriendo.

—Salud — repitieron ambos.

— ¿Estás bien, Venus?— me pregunta Tony, haciendo que salga de mi estado de shock parpadeando un par de veces.

Tony se encontraba delante de mí, para captar mi atención —sí, solo un poco cansada.

Respondí.

— ¡Yo también! Ya nos podemos ir chicos, aquí no hay nada interesante. — comentó Rebeca, mientras lanzaba su vaso de plástico aún repleto de alcohol al suelo.

—Yo las llevaré hasta su casa— se ofreció Tony, él siempre ha sido un caballero. Rebeca y yo lo sostuvimos por sus brazos, cada una de un lado y juntos nos marchamos de ahí.

Definitivamente confirmé que la multitud, la música alta y las bebidas alcohólicas no son mi "distracción" favorita, pero no puedo evitar sentir algo de preocupación por la forma en la que se fue aquel chico.

Íbamos caminando por la calle, comenzó a llover, esto de la lluvia es algo típico del pueblo, siempre estaba nublado, con lluvias y frío. No me parecía molesto, pero si me gustaría al menos sentir el sol un par de días.

—Cuanto silencio. —Interrumpe Tony el silencio incómodo, mientras caminamos.

—Estoy muy feliz de verlos, la universidad de verdad está matando mi vida social— comentó Rebeca.

—Qué bueno que estés en la universidad, por lo menos eso tienes— dijo Tony algo triste.

—Ya verás que a ti también te aceptarán, no te preocupes. Si no, puedo darte empleo como jardinero en mi mansión.

— ¿Mansión? Lo tuyo es la enfermería y medicina. —dijo Tony.

— ¡Las enfermeras ganan bien!

Todos nos reímos, y caminamos un poco más rápido, debido a la lluvia que se hacía cada vez más fuerte. Una vez en la puerta de mi casa, Tony se despide de ambas.

— ¿No entrarás?— pregunté desconcertada.

—oh, no. Es una pijamada de chicas, será extraño que yo esté ahí.

— ¡Oh Tony eres tan dulce!— exclamó Rebeca con sarcasmo— ¿Por qué no tienes novia si eres tan caballeroso?

Me pareció un comentario fuera de lugar y procedí a golpear su brazo con una pequeña palmada.

— ¿Qué?— pregunto ella aún más irritada— Tony sabe que bromeo.

Miré a los ojos de Tony el cual ya estaban fijados en los míos.

—No te preocupes, Venus. Tienes una amiga muy sincera. — Le regresa la mirada a Beca— Respondiendo a tu pregunta, no tengo novia porque quizá me tomó mi tiempo en escoger bien, deberías aprender de mí alguna vez.

— ¡Idiota!— exclamó ella sorprendida.

Rebeca tiene un particular gusto por cambiar seguido de interés amoroso, es una cuestión personal de la cual no me compete hablar, aunque si debía mencionar algo, solo podía destacar que Rebeca es toda una romántica empedernida, enamorada de la idea del amor, intentando buscar su media naranja en un lugar lleno de limones, aunque parecen lo mismo, el sabor es diferente. Me ha contado poco sobre sus experiencias románticas, siempre termina diciendo que "no funcionó", "quizá en otra ocasión lo intente".

Me imagino que para una mujer tan hermosa como ella y con su actitud debe ser algo complejo encontrar el amor, ella siempre ha sido directa con lo que quiere. Detuve la pelea a base de sarcasmo y me despedí de Tony.

—Llámame a penas llegues a casa— le di un pequeño abrazo y entramos a mi casa. Observé a Rebeca con desapruebo.

— ¡No me veas así! Sabes que solo bromeo.

—No tienes que meterte con él ¿Ok? Ya te debería caer bien, han pasado cinco años conociéndose.

Ambas subimos las escaleras hasta mi habitación, mi madre se encontraba dormida y mi padre aún de guardia por el festival que aún continuaba.

—No me cae mal, solo quiero que termine de declarar su amor por ti.

Yo dejé salir una risa involuntaria, ya habíamos hablando de esto antes. Tony y yo solo somos amigos.

Éramos adolescentes y estábamos emborrachándonos por primera vez con un vino robado de la casa de la madre de Tony. Nos escondimos en el cuarto de él mientras su madre estaba en el trabajo, llegaría tarde así que aprovechamos de experimentar con eso que a los adultos tanto le fascinaban.

En medio de todo eso, tocamos el tema de "ser novios". Por supuesto que la idea de besarnos fue mía, Tony siempre ha sido demasiado tímido para dar el primer paso en nada.

Nos dimos un pequeño beso pero tanto él como yo no sentimos absolutamente nada. Debido a los tantos comentarios sobre si "algún día seremos novios" habíamos tenido nuestras dudas, sin embargo, luego de ese beso ya no dudamos nunca más. Somos excelentes mejores amigos.

—Sobre lo que dijo Tony... No lo tomes personal— intenté remediar yo su pelea, como siempre.

Al llegar a mi habitación se tumbó en mi cama, y yo me senté en frente a la laptop, pensé que tenía inspiración suficiente, pero solo pensaba en ese chico.

—No lo tomo personal, sé que él entiende por lo que paso... El amor es tan complejo. — confiesa mientras mira fijamente el techo.

— ¿Estas enamorada de alguien? ¿Es de la ciudad? —pregunté.

—Siempre lo he estado... Aunque pasen los años el solo hecho de recordar su nombre me hace temblar de emoción.

— Nunca me has hablado de él, o mejor dicho, nunca me hablas de nada ¿Por qué la cara triste?

—Porque hablar de ello solo le suma importancia.

Yo no sé exactamente que decirle a Rebeca, es la primera vez en meses que vuelve a hablarme sobre ese amor que no es posible.

— ¿Qué evita que estén juntos?

—Una no puede controlar de quien se enamora, Venus, pero si podemos controlar a quien entregarle nuestro ser... Es más fácil para mi entregar mi cuerpo que entregar mi corazón, siempre duele, siempre termina doliendo para siempre.

Este lado tan poético y triste de Beca me sorprende.

—Beca, yo—Ella me interrumpe.

—Oh no, no digas algo metafórico o cliché del amor y que el tiempo lo cura todo. — Me encara arrastrando mi silla rodante a su dirección— no digas esas tonterías.

—Está bien, no lo diré, pero debes presentarme a ese idiota para decirle que está perdiendo su gran oportunidad contigo.

Me levanté de mi silla, cambié mi ropa húmeda por la lluvia y procedí a clavar mi cabeza en la suave almohada, cayendo prácticamente inconsciente del sueño.

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