Celeste. Habíamos llegado al dichoso bar todo polvoriento del que me habló Kael. Dejamos nuestras maletas en un hotel cercano hace un día. —¡Kael! ¿Cómo has estado? —Un hombre vestido de traje y una barba larga lo saludó. —Espero no haya problemas en que ellas estén presentes —Nos miró de reojo. —Para nada —El hombre pasó un trapo por una mesa polvorienta y nos dio sillas—. Pensé que nunca volvería a verte. Recuerdo lo joven que estabas cuando viniste la última vez. Había luna llena esa noche, por lo que Kael no me despegaba de su lado y parecíamos una pareja de enamorados. Mis manos estaban temblando por su cercanía, y supe que Samanta lo notó por la mirada pícara que me lanzó. —Bueno, ¿Quieres revivir el bar? —preguntó, juntando ambas manos sobre la mesa.—Así es, Jack. No tenemos una fuente estable de ingresos, ya que hay cierto alfa aniquilando a todos… —murmuró Kael, casi golpeando la mesa con su puño. —Uh, peleas de criaturas. ¡Bueno! Soy el hombre indicado —Se señaló a s
Celeste. Kael me arrastró a su habitación para no perder la cordura. Ya me estaba acostumbrando a dormir junto a él durante esas noche, aunque nos dábamos la espalda en la cama. —¿Por qué pagaste otra habitación? —Me crucé de brazos—. Si de todas formas me ibas a pedir que me quede contigo. A veces él tomaba decisiones tontas. —Quise que tuvieras tu espacio, pero… —Tragó saliva, un poco nervioso—. Ya me acostumbré a estar calmado durante las noches de luna llena. Me da miedo volver a sentir tanto dolor.Su confesión fue tan sincera, que sentí mucha pena por él. Kael no era el villano, por muy frío que se comportara. Apreté los labios y me senté a su lado en la orilla de la cama. —No te dejaré solo, Kael —Agarré su mano de imprevisto. El calor que me compartió su piel me hizo estremecer—. Somos un equipo ahora. Tú me estás ayudando, y yo a ti. Kael giró su rostro para mirarme a los ojos. Sus iris tenían una tonalidad parecida a la miel y hacían que se viera perfecto por su largo
Luther. Acabé con otra manada pequeña que quedaba lejos de mi territorio. Culminé al cortarle la cabeza a su alfa y mostrársela a los sobrevivientes, estos dejaron de pelear con mis aliados. —Escúchenme todos, si quieren sobrevivir, únanse a mí —proclamé, alzando la voz—. Soy su única esperanza. La mayoría volvieron a su forma humana y se arrodillaron frente a mí. Sonreí, porque desde que el demonio se fusionó conmigo, era capaz de controlar las sombras a mi favor. Aunque debido a eso era preferible atacar de noche. —Veo que te está gustando mi poder —habló Malzahar en mi cabeza—. No olvides que tu alma es mía, Luther. Procura no morir pronto si quieres seguir disfrutando. —Nadie podrá matarme, demonio. —Eso es lo que tú crees —soltó una carcajada burlona. —Cariño, sé que vinimos a pelear y todo, pero he buscado el momento oportuno para darte la noticia —La voz de Elise me interrumpió. Se veía emocionada. —¿Qué pasa? Te he dicho que te mantengas en la retaguardia, estás embara
Celeste.Estaba entrenando, corrí todo un maratón en el circuito como era de costumbre y no me cansé. Fue sorprendente cómo mi resistencia aumentó. Me senté en un tronco para descansar, alejada de Kael. Lo que sucedió con Samanta me dejó muy mal emocionalmente, tanto así que decidí mantener distancias con él, sin decírselo. —Toma —Me ofreció una botella de agua—. En un rato vendrá Marcela, ella te enseñará algunos trucos importantes que todo lobo debe aprender de los exploradores. —Gracias —Agarré la botella y me levanté para alejarme de nuevo. Le di la espalda—. Eso significa que ya puedo pasar al siguiente nivel. —Después de que ella te enseñe lo básico, empezarás a pelear conmigo en tu forma humana… —comentó, lo miré de reojo y se iba acercando más a mí. ¿Es que no entendía mi incomodidad cada vez que se acercaba? Kael era un tonto. Y yo tenía el estómago revuelto por no saber por qué me dolía tanto lo que estaba haciendo. ¿Sería una mala amiga si no me apartaba de Kael? S
Kael. Samanta, Samanta, Samanta. Desde que esa mujer llegó, mi irritabilidad subió un mil por ciento. Celeste se había vuelto muy amiga de ella, y eso me hacía enojar. Apoyé el mentón sobre mi puño en la mesa de mi escritorio. La mandé a llamar para aclarar la situación de una vez por todas, porque una desconocida sin memoria no iba a apartarme de Celeste. Ella entró con nerviosismo. Cerró la puerta de la oficina y caminó a pasos lentos hasta sentarse frente a mí. Apretó los labios. Tenía su cabello rubio atado en dos coletas infantiles. —H-hola —titubeó—. No hemos hablado desde que fuimos al bar, y me preguntaba para qué me mandó a llamar… —¿Le pediste a Celeste que se alejara de mí? —Fui al grano. No iba a permitir que una cualquiera se metiera en mis asuntos. Además, no me comía el cuento de que yo le gustaba, ni siquiera su corazón se aceleraba al verme a los ojos. ¿Cómo podía descifrar los pensamientos de ella? —¡¿Qué?! Jamás haría algo como eso —Llevó una mano a su pech
Celeste. Tocaron la puerta de mi habitación de forma desesperada. Yo estaba terminando de vestirme luego de un cálido baño de agua tibia. —¡Voy! ¿Quién sería? Si los únicos que me visitaban eran Kael y Samanta, y ninguno de los dos tocaba la puerta. Al abrir, Damián entró como si fuera su casa, que sí lo era, y caminó a pasos rápidos en el interior de la habitación, de un lado a otro. Se mordió una uña y me vio con preocupación. —¿Qué mosca te picó? —Fruncí el ceño. —¡T-tenemos que hablar de algo muy importante! —exclamó—. ¿Has hablado con Samanta estos días? —No ha venido… —murmuré—. Supongo que por lo que le dijo Kael. —¡Bien! Es mejor así —Se echó aire con la mano. Su cabello castaño estaba despeinado—. Kael tiene razón. —¿Razón? —indagué, más confundida que antes—. ¡Dime qué pasa! No entenderé si me hablas paso por paso. Me crucé de brazos. Damián se estaba comportando tan misterioso, que me puso los pelos de punta. ¿Qué tenía que ver Samanta? —Fui a la biblioteca y el
Celeste. La luna del alfa siempre era vista como una mujer poderosa y sabia, así veía yo a mi madre. Me enamoré de un hombre fuerte y seguro de sí mismo, no tuve que esperar el vínculo de la diosa para saber que él sería mi mate. Iba a convertirme en la próxima luna en el futuro, a mis padres no les importó el poco poder que la diosa me otorgó. Nací siendo una omega, y mi fuerza nunca aumentó. El día de mi boda, llegué al altar sola, porque mi padre no aparecía por ningún lado. Se suponía que sería mi noche, pero terminó convirtiéndose en un completo infierno. —¿Cuánto más va a tardar? —preguntó el oficiante, moviendo el pie con impaciencia. Lo normal era que el novio estuviera en el altar mucho antes que la novia, sin embargo, me pasó al revés. Luther no aparecía, y tampoco vi a mi familia por mucho que buscara entre el público. —Lo siento, tal vez tuvo un pequeño inconveniente —reí con nervios. Dejé el ramo de flores a un lado. Recordé que mi madre salió de mi habitación cua
Celeste. Me desperté somnolienta y con un dolor punzante en el costado de mi torso. Cuando abrí los ojos, tenía varias vendas cubriendo mis heridas y me encontraba en una habitación desconocida. Las paredes eran de un color café puro, casi idéntico al tronco de un árbol. Las sábanas blancas cubrían mi cuerpo y una alfombra adornaba el centro de la habitación.De pronto, escuché voces detrás de la puerta. —¿Qué te he dicho de traer forasteros al pueblo? —cuestionó un hombre, parecía estar regañando a otro. —Estábamos explorando y la encontré gravemente herida. Sabes muy bien que ayudo con mi poder a todo el que puedo, sin importar de qué manada provenga —respondió una voz masculina más juvenil—. Además, llevaba un vestido de novia. Recién me di cuenta de que me cambiaron de ropa. Mis mejillas ardieron porque las únicas voces que escuchaba provenían de dos hombres. ¿Me habrán…?Negué con la cabeza. —Da igual, Damián. Sea mujer o hombre, está prohibido traer desconocidos a esta ma