Capítulo setenta y cinco - Donde hubo fuego…

Ubicación: La isla de «Los superiores»

Cuando el cuarto que las mucamas prepararon para los invitados está listo, Tania acompaña a Amadeo que carga a Augusto en sus brazos.

—Gracias por todo. Lamento si fui descortés y te falté el respeto. Me sorprendió saber que ya te habías casado y vivías feliz con él —indica Amadeo, y apoya al pequeño en la cama.

—Este dormitorio tiene baño, por lo que puedes estar tranquilo. Si necesitas algo puedes pedirles a los guardias que le avisen al mayordomo —comenta Tania, y cuando está por salir, él la detiene.

—No puedo volver el tiempo atrás, pero nunca dejaré de amarte —revela Amadeo.

Sin embargo, ella nota que vienen sus guardias, por lo que lo aparta.

—Respeta mi casa, Amadeo, y respeta a mi esposo. Ya una vez pagué las consecuencias por nuestro descuido —reclama Tania, y se va.

Sus palabras duelen, no sabe si es por todo lo que él dijo o porque aún quedan sentimientos en ella. Supuso que los había enterrado cuando Alma murió, pero ahora él está de
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