✧✧✧ Más tarde. Esa misma noche. ✧✧✧ La ciudad brillaba con luces titilantes que se reflejaban en las ventanas de la casa del señor Andreotti. Ambos se encontraban sentados en la cama, envueltos en suaves batas de baño. El aire estaba impregnado del aroma a champú y un ligero olor a frutas de la bandeja que habían dejado a un lado, donde reposaban algunas fresas y uvas, frescas y jugosas, esperando ser degustadas. Giovanni se giró hacia Kathia, observando cómo jugaba distraídamente con un mechón de su cabello. La mirada de ese hombre era intensa, pero había un aire de preocupación en él. —¿Estás bien? —preguntó, su voz suave, pero con un matiz de inquietud. Kathia levantó la vista, y sonrió levemente. —Sí, solo… estaba pensando en lo que hablamos antes —respondió ella, su tono un poco más sombrío. Giovanni se enderezó, sintiendo que la conversación que habían tenido antes de su cita, aún pesaba en el aire. —Sobre tu padre, ¿no? —dijo él, con un tono que dejaba claro
—¿Qué han encontrado? —preguntó el CEO Johnson, su voz fría y demandante. —Señor, hemos llegado a la casa del doctor Cárter y encontramos una caja fuerte antigua. Después de intentar varias combinaciones, logramos abrirla. Aquí hay documentos que son cruciales, relacionados con Kathia Cárter, creo que lo mejor, es que sea usted mismo quien los revise a detalle —respondió el hombre, su tono lleno de urgencia. William sonrió con malicia. Era el tipo de información que le alegraba. Cualquier cosa que pudiera ayudarlo a tener el control de Kathia una vez más, y joderle la vida al maldito de Giovanni. —No hay tiempo que perder. Manden esos documentos de inmediato. Es urgente —dijo ese hombre rubio, con un tono que no admitía discusión. Su mente ya calculaba las implicaciones de esa información. —Entendido, señor. Lo haremos ahora mismo —dijo su hombre, con una mezcla de alivio y ansiedad en su voz. Mientras tanto, los hombres comenzaron a organizar los documentos, asegurándose de n
Solo unos días más tarde, después de la discusión con su hermano. Se celebraba una glamurosa fiesta en la propiedad de los Andreotti. Giovanni sosteniendo su cuarta copa de vino de la noche intentaba olvidar la presión de todas las miradas sobre él. Cientos de personas, todas de la élite italiana y Europea. Amistades e importantes empresarios con los cuales los Andreotti trataban. Giovanni como el hijo menor, se ganaba sus miradas de curiosidad, todos sabían que había ingresado a trabajar a la empresa únicamente por ser hijo del fundador, y ser el hermano del nuevo CEO. Pero se repetían lo mismo: —¿No es el hijo problemático de los Andreotti? —¿Realmente le dan el puesto de jefe en marketing a alguien con carentes conocimientos? ¿Y así quieren que confiemos en ellos? —¡Debe ser un chiste! Giovanni frunció el ceño. ¡Estaba harto de las malditas miradas juzgadoras!, él salió al jardín trasero; de pie, recostándose a un árbol, sacó un cigarrillo de su estuche plateado, e
—Señor Andreotti. Soy Chiara, la secretaria… Tiene una visita —anunció la voz al otro lado de la puerta. Él arqueó una ceja, sorprendido. No esperaba a nadie. Sin embargo, cuando Chiara abrió la puerta, el corazón de Giovanni se detuvo por un instante. Ahí estaba Valentina Bianchi, su cabellera rubia rizada brillando bajo la luz, y sus ojos celestes iluminados por una alegría que parecía fuera de lugar en su vida. —Hola, Gio~ —dijo Valentina, acercándose con una sonrisa que parecía casi genuina—. ¡Mira cómo ha sanado mi brazo! Ya no duele. Tenía tanto miedo de que podría dejarme cicatriz y ser horrible… Pero seguiré hermosa~ Giovanni la observó en silencio, su expresión implacable. No había olvidado la forma en que ella lo traicionó en el pasado, dejando cicatrices en su corazón. —¿Qué quieres, Valentina? —preguntó con frialdad, su voz grave resonando en la habitación. —Vine a hablar contigo sobre Alessandro —dijo ella, acercándose un poco más. Giovanni sintió su cercanía c
—¿Cuándo es pronto? —insistió el niño, con ojos grandes y brillantes. —Meses. Faltan seis meses para que nazcan~ —respondió Kathia, sintiendo un calor en su corazón al hablar de su futuro. Alessandro se sentó a su lado, apoyando su cabeza en su regazo. —¿Tú también estás feliz, Kathia? —preguntó, sus ojos llenos de inocencia—. Mi tío es bueno, será un buen papá, ya no tengo miedo de prestarlo a los bebés. —Sí, Alessandro. Estoy muy feliz~ —dijo ella, acariciando su cabeza suavemente—. Sé que Giovanni será un excelente papá, y tenerte a ti en mi vida, también me hace muy feliz~ —Me gusta jugar contigo. Tío dice que serás mi mamá~ ¿te agrado? —dijo el niño, sonriendo. —¡Por supuesto que me agradas! ¡Eso nunca lo dudes!, y sí… seré tu madrastra y… —las palabras de Kathia se detuvieron al recordar… Todo era un contrato. Tarde o temprano, tendría que irse… ¿Cuánto daño le haría a ese inocente niño con sus mentiras?, no era justo. —¿Los bebés querrán jugar conmigo también
✧✧✧ Tres días después. Esa tarde, en Roma Italia. ✧✧✧ El CEO William Johnson bajó del avión privado, sintiendo la brisa fresca de Roma que contrastaba con el aire acondicionado del jet. Su figura alta y de porte imponente se destacaba entre la multitud en el aeropuerto. Con su cabello rubio brillando bajo el sol y sus ojos azules llenos de determinación, se dirigió hacia la salida, donde un vehículo oscuro lo esperaba. Era una limusina negra, elegante y discreta, ideal para un hombre de su estatus. Al entrar, el interior del automóvil lo envolvió en un ambiente de lujo y seguridad. Se acomodó en el asiento de cuero. Mientras el conductor arrancaba, William sacó su teléfono y marcó el número de Hitch, su detective privado y hombre de confianza en Italia. —Hitch, necesito que te prepares —dijo William, su voz firme y autoritaria—. Ya he llegado a Roma. —Espero que su viaje haya sido cómodo.¿Qué necesita, señor Johnson? —preguntó Hitch, notando el tono de urgencia en s
✧✧✧ La noche de ese día. En la villa del señor Andreotti. ✧✧✧ Kathia se miraba en el espejo, el reflejo que le devolvía la mirada era una mezcla de nervios y emoción. El suave aroma de las flores que adornaban el lugar se entrelazaba con el olor del maquillaje y perfume. Pero en el fondo, el corazón de Kathia latía con fuerza, lleno de dudas. —¿Estás lista, Kathia? —preguntó Marina, su mejor amiga. —¿Lista? —respondió Kathia, su voz temblorosa—. No sé si estoy lista para esto… No sé… Marina se acercó y la abrazó con fuerza, como si intentara transferirle toda su energía positiva. —¡Vamos! —exclamó Marina, separándose un momento para mirarla a los ojos—. Todo será perfecto, lo sé~ Las palabras de Marina intentaban calmar el torbellino de emociones que invadía a Kathia, pero era inútil… Tenía miedo. Tock~ tock~ De repente, un golpe en la puerta interrumpió su conversación. Marina se giró y abrió, encontrándose con un grupo de modistas que entraron a
—Él se preocupa por ti, Kathia —Marina tomó la mano de Kathia, su querida amiga—. Vamos, es tu boda. Sabe que los bebés no son suyos, y no le importa. ¿Te dejará por algo que sabe que tú no hiciste y más bien eres afectada? Finalmente, Kathia logró calmarse un poco y Marina llamó a las mujeres del vestuario y maquillaje. …………………. Minutos después. Las luces del jardín iluminaban el camino hacia el salón externo donde sería la ceremonia. Kathia caminaba junto a Marina, sintiéndose un poco más animada, aunque la preocupación seguía en su mente. Al llegar al jardín, la escena era deslumbrante. Las mesas estaban adornadas con flores y velas, y los invitados, luciendo elegantes. En el centro, el altar estaba decorado con un fondo de luces brillantes. Kathia respiró profundamente y con su vestido de seda que se ajustaba a su figura, se sintió un poco más segura. Al mirar hacia adelante, vio a Giovanni Andreotti, que la esperaba en el altar. Él era simplemente cautivan