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Capítulo 8

Era suficiente, no podía seguir escuchando a estos absurdos, lo que decían sonaba demencial, es decir... Rayan no sería capaz de algo así... ni siquiera soy su tipo, somos amigos, como hermanos.

-Suficiente, no quiero volver a saber nada de ti, que culpes a tu primo por tus errores no es divertido Eithan.

-Piensa lo que quieras Azura -me mira con tristeza-. Siempre supe que eras una especie de préstamo, jamás me perteneciste, y creo que mientras estés cerca de Rayan no serás de nadie.

-J.O.D.E.T.E -le saco el dedo corazón y salgo de su habitación echando chispas con el corazón roto.

¿Rayan enamorado de mí? Menuda mentira... aunque yo sí que lo estaba de él desde los cinco años.

ACTUALIDAD...

Cuando llegamos a mi casa, me pareció que era la construcción más fría del mundo, habíamos permanecido callados todo el trayecto, Sam, como me había dicho que se llamaba, se había comportado a la altura, hasta me permitió poner música que sé que a los chicos no les gusta. Mi mente no dejaba de viajar, estaba ebria y tenía frío, el corazón roto y la confusión navegando sobre los mares de mi pequeña ignorancia e inocencia.

-Gracias por traerme a casa Sam -me quito el cinturón de seguridad cuando los cables de mi cabeza hacen corto y una duda me absurda me surge-. ¿Puedo preguntarte algo?

Sam sonríe, era muy apuesto, pero sin duda uno o dos años mayor que yo.

-Lo que quieres, preciosa -eleva una sola comisura de sus labios en dirección al cielo, y no puedo evitar quedarme aturdida y embobada con los hoyuelos que se le forman.

Su tono no me agrada nada, en especial porque parecía ser el típico chico popular y mujeriego de la cuidad. Pero para ser justos, debía darle mil puntos por no intentar violarme porque ¿qué clase de chica razonable se sube al auto de un extraño que apenas conoció, totalmente ebria?

Entonces las reglas y consejos que Rayan me dictaba desde los seis años, vinieron a mí como olas en maremoto, arrasando con todo mi buen juicio.

"Jamás hables con extraños, nunca te vayas con nadie que no sean tus padres o yo, jamás bebas de lo que te dan otros, no confíes en nadie, solo en mí, solo conmigo estarás a salvo siempre, ¿entendiste? Si no soy yo, te jodes y esperas por mi"

¡Ja! Menudo imbécil.

Me siento airosa de haber rompido sus reglas, como un hijo reta a sus padres, solo que él no era mi papá, por fortuna, porque de ser así, estoy segura de que no sabría quien fuera mi madre, es un prostituto que seguramente en algún punto de su vida tuvo un ETS.

-No vas a nuestra escuela, y jamás te había visto por esos rumbos, ¿cómo sabes dónde vivo? Quiero decir... estoy ebria pero no recuerdo haberte dicho donde quedaba mi casa -las palabras salen atropelladas de mi boca y me sonrojo.

Sam me mira con ternura y con compasión, como si yo fuera un cachorro abandonado y eso solo hace que frunza el ceño y aumente mi cólera.

-Soy nuevo, el lunes empezaré las clases, perdí un año por andar de mochilero pero mis padres quieren un título, así que era esto o la escuela militar, me quedo con uno de mis primos en su casa, y él junto con sus amigos me han advertido sobre ti en el club, cuando te vi bailando en la pista, me gustaste, pero mi primo negó con la cabeza diciendo que no pusiera los ojos sobre ti o moriría -me explica jugando con sus llaves-. Me dijeron "Si jodes con Azura, Rayan Volthmon te jode a ti"

-Y eso no te detuvo -susurro pensativa-. Algo me dice que conoces a Rayan.

-El año pasado vine a una fiesta con mi primo, estaba de visita en plenas fechas navideñas, el ambiente estaba ameno, pero creo que me pasé un poco de copas e intenté joder con la chica con la que iba, por más intentos que hice por explicarle que no sabía que la chica iba con él, entramos en una pelea y me amenazó con matarme si me volvía a ver, esa noche pasamos por aquí y mi primo que dijo que esa era su casa -señala la casa de Rayan-. Y que la de al lado era la de su chica intocable, esa eres tú, creo.

Puto Rayan de m****a.

-Y con todo y amenaza, sabiendo que quizá Rayan esté en casa, estás aquí -digo más para mí misma que para Sam-. Debo pensar que, o eres idiota o tienes instintos suicidas.

Sam echó la cabeza hacia atrás y soltó una sonora carcajada.

-Azura, eres una chica divertida, pero demasiado inocente, no le tengo miedo a Rayan, creo que el ojo morado que le deje el año pasado es una prueba de ello, además, no iba a dejar que te fueras sola a casa en este estado, cualquiera pudiera intentar algo indecente y violarte -se apresura a decir incapaz de ocultar el brillo que se aloja en sus ojos zafiro.

-¿Y quién me asegura que tú no eres un violador? -entrecierro los ojos con la duda flotando en el aire.

-Dime algo Azura -acercó su rostro a mí, a tal punto de que nuestros alientos chocaban y se mezclaban, uniéndose en uno solo-. Te he traído a casa sana y salva, no te he tocado, te he hablado un poco de mi vida -esta vez toca un mechón rebelde de mi cabello, y con delicadeza como si de cristal fuera hecha, me lo colocó detrás de la oreja-. ¿Te parezco un asesino o un violador?

Un corriente eléctrica recorre todo mi cuerpo cuando siento sus labios aplastarse contra los míos, yo acepto su beso porque lo necesitaba, porque de esa manera me sentía rebelde, pero cuando Sam intenta siquiera meterme la lengua, desaparece. Abro los ojos y de pronto lo veo fuera del auto, en el suelo, mientras Rayan lo golpea.

-¡Detente, Rayan, lo vas a matar! -exclamo sintiendo como si me hubieran tirado un balde de agua fría encima.

Sam toma ventaja de la ligera distracción de Rayan al verme, y le da un puñetazo en el estómago, provocando que mi mejor amigo se inclinara de dolor, pero con todo y mueca vuelve al ataque, e intenta asestarle otro golpe en el rostro, pero Sam lo detiene y es él quien lo hace, partiéndole el labio.

-¡Alto, los dos! -grito expulsando todo el aire acumulado en mis pulmones.

Ambos se miran como si sus ganas por matarse no hubieran desaparecido, sino por el contrario aumentado.

-Creo haberte dicho que si te volvía a ver por estos rumbos, te mataría -Rayan se limpia la sangre que sobresale de su labio inferior con un dedo-. La tocaste, lo que es igual a que no solo has firmado tu sentencia de muerte, sino, tu boleto directo al infierno.

-Y yo creo haberte dicho que no te tengo miedo, Rayan Volthmon, y por lo que he visto esta noche, Azura es libre de hacer lo que quiera.

-Ni siquiera la nombres, cabrón -Rayan me fulmina con la mirada y me encojo-. Reglas, Azu, ¿acaso no las recordaste?

De pronto el miedo que tenía se esfumó al recordar las palabras de Eithan y de Daria.

-Confianza y cariño, ¿acaso olvidaste que esas son las bases de nuestra amistad? Y me mentiste, ¡todo este jodido tiempo sabías que Eithan se acostaba con tu puta favorita! Así que no vengas con aires de hermano mayor, porque no te van -Rayan palidece, pero después opta por su porte de gilipollas controlador e inocente, me dirijo esta vez a Sam, que parece confuso con nuestra rencilla y le regalo una sonrisa lastimera-. Gracias por traerme a casa, Sam.

-Todo un placer, birdy -se acerca a mí y me da un beso en la mejilla-. Te veré el lunes, supongo.

Noto la tensión de Rayan y en revancha lo cabreo, descarto la pregunta del mote, pero en su lugar asiento con la cabeza.

-Búscame en la cafetería el lunes, almorzaremos juntos y así nos pondremos al día.

-Es un hecho.

Sam se despide de mí, y cuando pasa junto a Rayan ambos chocan sus hombros mirándose a matar.

-Si yo fuera tú, vigilaría mis espaldas -susurra Rayan.

-Te estaré esperando, Volthmon -respondió Sam subiéndose a su auto, y luego desaparecer de nuestro campo de visión.

La noche era fría y estaba segura que mi nariz estaba tan roja como Rodolfo el reno, Rayan parecía haber enmudecido, y aunque estaba cabreada con él y tenía ganas de llevarlo al antártico y que se le congelaran las pelotas, no pude evitar soltar el llanto.

-Eres... eres despreciable -sollozo golpeando su pecho.

-Lo sé -Rayan deja que golpee su pecho con puños en una mueca de silencio-. Y creo que estás loca al ser la única persona que ve el tipo de monstruo que soy y aun así me acepta y me ama.

Me detengo y alzo la mirada, sus ojos eran de pronto más hermosos, estaban inyectados en sangre y su cabello ligeramente despeinado como si acabara de despertarse bajo la brisa matutina de un domingo.

-Te odio.

-Mentira, tú me amas.

-Sí, pero en estos momentos te odio.

-Y lo acepto -me rodea la cintura y me atrae hacía él para depositar un tierno beso en mi corinilla-. Soy un idiota, perdóname Azu.

-Te perdono solo porque sé que lo que me dijo Eithan, son puras mentiras -hago una mueca-. O al menos la mitad de las cosas, creo que tu primo ha perdido la cabeza totalmente.

Rayan frunce el ceño y enseguida parecía más molesto que de costumbre.

-Solo tengo dos preguntas Azu, ¿qué hacías con ese maldito de Sam Hamilton? Y ¿qué te dijo el marica de mi primo?

-Sam solo me trajo a casa, Rayan -ruedo los ojos-, No me toco, de hecho fue el único que se comportó decentemente.

-¿Decente? -bufó-. Claro, y por eso lo encontré metiéndote la lengua hasta la garganta.

-Eso no es de tu incumbencia, hace horas que estoy oficialmente soltera, puedo hacer lo que quiera, follar con quien quiera, y...

Rayan me estrechó contra su cuerpo y me acorraló chocando contra el cofre de su carro, que aún tenía las luces delanteras encendidas y la puerta del copiloto abierta.

-Jamás vuelvas a decirme eso, Azura -sus ojos eran penetrantes y me intimidó al instante.

-Por qué...

La mirada de mi mejor amigo estaba llena de deseo salvaje, de lujuria, de... ¿amor?

-Porque eres mía.

Suelto una sonora carcajada que lo pone más molesto que un búfalo.

-¿Qué resulta tan gracioso? -enarca una ceja con incredulidad.

-Nada -encojo los hombros alejándolo de mi cuerpo-. Solo es algo que me dijo Eithan.

-¿Qué te dijo ese imbécil? -Ejerce más fuerza en su agarre-. Habla.

La seriedad y la autoría que hay en sus palabras y en su orden, me da miedo, por lo que trago duro y abro mis labios.

-Me dijo que estás enamorado de... de... mí.

Una chispa de algo que no supe descifrar, recorrió el rostro de Rayan, una ligera brisa gélida hizo que mi cabello se ondeara y fue en ese momento que me di cuenta de algo, nuestros cuerpos estaban demasiado cerca, jamás habíamos estado tan unidos, a tal grado que una de sus piernas estaba en medio de las mías, haciendo que la fina tela de mi vestido se subiera por mis muslos.

Me detengo unos segundos a estudiar su rostro apacible y me doy cuenta de que es imposible que él esté enamorado de alguien como yo, es decir, no me menospreciaba, pero ¿a quién quiero engañar? Rayan es un chico gastador, popular, apuesto como los modelos de revistas, burlón, mujeriego, altivo, orgulloso y algo vanidoso, justamente todas las cualidades y todos los defectos que a la mayoría de las chicas les gusta, y que son eficaces para cautivarlas.

-Emmm. ¿Rayan? -me remuevo incomoda al sentir el frío del material del cofre del carro, colarse por mi trasero.

-Es cierto -por fin dice y siento que estoy a punto de desmayarme.

-¿Qué? -me tiembla la voz.

-Azura -se acerca a mis labios sin tocarlos y luego me mira fijamente-. Estoy enamorado de ti.

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