AZURA
A los siete años de edad…
El sol se encontraba oculto bajo las nubes grises cargadas de agua cuando yo me perdí en el bosque, había visto a Rayan salir con sus amigos, dirigirse al parque y las ganas porque me incluyera en su grupito, hicieron que bajara corriendo por las escaleras.
—¡Niña, ten cuidado, no te vayas a caer! —gritó mi nana, pero solo le sonreí, enseñándole mis dientes, a lo que ella se sacó la lengua y luego sonrío.
Mis padres nunca estaban, jamás, de hecho siempre se la vivían viajando, cierto, no me faltaba nada y me daban todo a manos llena
Actualidad…Los recuerdos de aquella noche lluviosa ametrallan mi mente, recordándome que Rayan siempre ha sido amenazante. Y ahora estaba encima de mí, en una posición sugerente y que me ponía la piel de gallina.—Rayan…—Silencio Azu, sabes que te has portado mal, así como sé que todo esto lo armaste para demostrarme que según tú, no tengo poder alguno sobre ti, pero la realidad es que lo tengo, y te lo voy a demostrar —me amenaza y siento que las piernas se me debilitan cuando siento algo duro golpear contra mi vientre.—Vale, lo siento, solo estoy enfadada contigo por mentiroso, ahora bájate —l
Sello mis labios, pero no por mucho tiempo, porque el sonido encharcado de mi sexo contra la fricción de sus dedos me excita demasiado, y por un momento, por un breve instante olvido que se trata de Rayan.—Vamos Azu, no sufras y suéltalos.Abro más las piernas, me suelta las manos y me aferro a sus hombros, la ola de calor se expande por todo mi cuerpo y sin poder retener más lo que tanto anhela, suelto todo y me dejo llevar.—Ah, ah —tomo una bocanada de aire y me equivoco al pensar que me dejará, porque parece que mis gemidos le dan más pie a seguir.—No te escucho.Sigue masturbándome y es entonces cuando ci
RAYAN¡En que mierda estaba pensando!Mi cabeza no dejaba de dar vueltas así como no dejaba de doler, y no precisamente esta, sino, mi polla. Había masturbado a Azu, maldita sea ¡Azura! La niña de ojos redondos y azules que siempre me perseguía preguntando si las cosas que hacía estaban bien, la que siempre me obligaba a comer sus estúpidos panques de lodo y yo fingía que me agradaban, supe desde los cinco que me gustaba, y solo tarde otros siete años en saber que eso eran problemas.La había tocado, mis dedos se habían hundido un poco en su sexo rosado, no lo pude evitar, lo quise, lo deseé y lo obtuve, sus gemidos y la manera en la que decía mi nombre, seguí
Dejo de escuchar la voz de mi madre cuando menciona lo del dichoso vestido.—¿En Instagram? —me pego el teléfono al oído y antes de que me responda, me dirijo a su perfil y no sé cómo sentirme, si mal porque mi mano estuvo en su coño, o bien porque es hermosa y lo disfruté.—Sí, es una niña muy linda, estoy segura de que debe tener a muchos detrás de ella, el hombre con el que se case será muy afortunado —argumenta mi madre y mi enfado se eleva a niveles que yo mismo no pensé que existían.En la foto ella está frente a su espejo, con un vestido dorado que se ajusta a sus curvas y la hacen mostrar más piel de la que me gustaría que otro hiciera, frunce los labios en un perfecto puchero y pone como leyenda del post“La gacela se comerá al león”pendejadas que no entiendo
AZURANo dejo de sentirme feliz por la pequeña victoria que estaba teniendo encima de Rayan, después de haberlo amenazado y al ver que Sam estaba aquí, sintiendo su mirada sobre mí, hice lo más inmaduro pero efectivo y eso era besar al único chico que no le temía a mi muy imbécil mejor amigo. Pero no conté con que se pusieran las cosas tensas, y eso me llevó a estar ahora en medio de los dos, tratando de controlar los ataques de ambos.—Parece que solo te buscas los problemas —gruñe Rayan cerrando los puños, dispuesto a partirle la cara a Sam o a cualquiera que se cruce por su camino.—Sabes bien que no te temo, y fui invitado, si Azura me besó es porque le gusto, así que —Sam tiene la mala acción de rodear mi cintura y atraerme hacia él—. ¿Por qué no nos dejas disfrutar
Caminamos por donde no tengo idea, cierro los ojos esperando no vomitar, escucho que el ruido de la música se hace menos audible, me lanza sobre una cama y lo observo quitarse la chaqueta de cuero. Sus ojos son dos llamas enormes y siento que su instinto asesino hacia mí, se acrecienta con el paso de los segundos.—¿Qué… hacemos aquí? —siento que mi lengua se adormece.—Bienvenidos a la fiesta de los pecados, de los placeres y las perversiones —la voz de Samuel sale de una de las bocinas que están ubicadas en los costados de las paredes—. Tal y como el jefe lo ha indicado, comenzaremos con una ronda de toques y besos ¡que se suba el ambiente!Cortan la comunicación y no entiendo nada. Pero Rayan se quita la chaqueta y me mira con furia, acercándose a paso lento como un depredador.
RAYANMí enfadado con Azura no podía estar más que apocalíptico, mientras intento estabilizar los niveles de rabia en mi sistema, mis ojos se clavan en el hijo de puta que está tocando su pierna, el doctor, que resulta ser un maldito pasante, no deja de bromear con ella en mis narices y por si fuera poco, la idiota le sonríe pasándose un mechón de su cabello por detrás de la oreja con coquetería. Mi mente da vueltas y no dejo de repasar lo que sucedió, un par de idiotas vertieron galones de gasolina en una camioneta, y la echaron andar desde la colina, provocando que se incendiara, y este casi atropellara a mi mejor amiga, por suerte estaba cerca para evitarlo, pero es que ni siquiera me lo agradeció.Tuve que decir que fue un accidente aunque estaba lejos de serlo, el ataque fue directo, una advertencia, y no iba a permi
Las tres personas que se encuentran en el carro sueltan a reírse y me toca los huevos que hayan hecho eso, es decir, Azura pudo haber muerto y saben que ella es intocable.—Está molesto por lo de su novia —brama en son de burla la pelirroja que me follé en el pasado, la pendeja de la que me creí enamorado en vacaciones de verano hace dos años, una excusa perfecta para bajarme la calentura del momento que sentía por querer penetrar a mi mejor amiga.—¿Celosa? —enarco una ceja con incredulidad y ella tuerce la boca.—¿De esa? Jamás, es tan poca cosa, no me llega ni a las talones, te conformas con poco, pantera —suelta su veneno pero no me toca, era una víbora.—Pues parece lo contrario, han roto el trato, intentaron…
Último capítulo