Dos semanas después.
—¿Se lo puedo decir? ¿Se lo puedo decir? ¿Se lo puedo decir? —Kolya brincaba de un pie a otro mientras Aleksei le pellizcaba un brazo y se lo llevaba dentro de la casa para que no fuera a soltar lo que sabía delante de Nina.
—¡Claro que no! ¿Le quieres arruinar las cosas al cristiano? —lo regañó su hermano, que al parecer de creer que podía encontrarse a alguien mejor, ahora era un fiel defensor del pajarraco
—Pero es que… ¡mírala! —Kolya hizo un puchero—. ¡No ha comido ni dormido bien desde que se fue!
Los dos miraron a Nina que jugaba en el jardín con Victoria y Aleksei se encogió de hombros.
—Míralo por el lado bueno: ¡bajó de peso!
—¿¡Eres tarado, Aleksei!? ¿Cómo puedes hacerle eso a tu propia her
Un minuto, dos… tres… Nina no pestañeaba, sentía que el corazón se le quería salir del pecho, pero al mismo tiempo era incapaz de hablar.Jake estaba allí. No solo allí sino… ¡«ALLÍ»! a nada de ellos, con un jardín lleno de camiones de construcción.—¿Qué…? ¿Qué estás haciendo aquí? —balbuceó y lo vio sonreír con esa risa pícara que hacía tanto tiempo no escuchaba.—Pues exactamente lo que ve, señorita Orlenko. Me mudo aquí, y voy a comenzar con una obra bastante grande —respondió él, acercándose con un gesto coqueto.Nina levantó la barbilla desafiante y apretó los dientes para no sonreír, pero sus ojos la delataban.—Soy «señora», señora Orlenko, y ni crea que
Nina buscó a los trillizos y se encontró a Kolya y Yuri conversando muy animados en la escalinata de entrada.—¿Jake? —preguntó.—Aleksei lo llevó de regreso a su nueva casa —dijo Yuri mirándola con una sonrisa muy mal disimulada—. Parece que lo vamos a tener de vecino…—¿¡En serio, tú crees!? —replicó Nina achicando los ojos y se acercó a él—. ¿Por qué presiento que tú lo sabías?Su hermano cerró los ojos y arrugó la nariz.—¡Yo no sé nada! ¡Yo no sé nada!—¡Abre los ojos, Orlenko! —demandó Nina poniéndose las manos en la cintura y luego levantó un índice de advertencia—. Espero por su bien que ninguno de los dos se ponga del lado de Jake… —dijo antes de taconear de vu
—Alguien que le eche agua o algo… —murmuró el Hellhound después de un minuto entero en que vieron a Jake quedarse petrificado.—Si te vas a hacer el muerto, tienes que cerrar los ojos, cristiano —advirtió Kolya.Pero un segundo después lo vieron respirar profundo, ponerse de pie, abotonarse el saco y salir del reservado como si fuera un boxeador a punto de una pelea.—¡Saca el celular! ¡Saca el celular! —apuró Aleksei a Yuri porque no lograba dar con el suyo y todos se apostaron en la baranda del reservado para no perderse ni un detalle de la Tercera Guerra Mundial que estaba a punto de desatarse en aquel club.—¿Y si levantamos apuestas? —preguntó el Hellhound, por primera vez un poco distraído en la noche.—¡Genial! ¡Yo le voy a mi hermanita! —aseguró Yuri—. Mil euros.—¡
La sonrisa socarrona de Kolya se extendió por su cara con una expresión satisfecha. —¡Creo que es hora de pagar! —aseguró porque él había apostado por el lechuzón y resultaba que acababa de llevarse a Nina sin que ella opusiera ni un solo gramo de resistencia—. ¡Se los dije! ¡Hay que tenerle fe al cristiano…! Paguen… paguen… Pero antes de que cualquiera de los otros tres pudiera meterse una mano en el bolsillo, vieron acercarse a un policía y decirle algo a Andrei al oído. Contrario a lo que pudiera esperarse, Eric Hellmand no le tenía miedo a los policías. Más bien les ponía plato, cuchillo y tenedor en su mesa, pero que uno de ellos entrara al club y hablara con su lugarteniente, significaba que algo importante estaba pasando. Dos segundos después Andrei entró al reservado y se dirigió a él. —Dice que tiene en la patrulla a un pervertido que estaba en el callejón —anunció y Eric arrugó el ceño. —¿Y eso qué? —Que dice que se l
Nina se humedeció el labio inferior antes de morderlo y metió un dedo provocativo entre el elástico de la tanga y la piel de Jake, estirándolo para soltarlo como un latigazo.—¡Auch! —protestó él—. Pero no pares, no viniste hasta aquí solo a hacer un ataque de posesividad, ¿o sí?—¡Yo no vine hasta aquí! ¡Tú me secuestraste, tarado! —gruñó ella.—Muy cierto, pero no te veo intentando escapar —sonrió Jake acariciando sus muslos y Nina achicó los ojos.Se inclinó hacia adelante, pegándose completamente a él, acostándose sobre su cuerpo con las piernas abiertas y apoyando la barbilla en las manos mientras Jake suspiraba, viendo por encima de su hombro aquel culo respingón.—¡Maldit@ seas, mujer! ¿Qué haces? —preguntó
Jake se sentó en la cama con gesto serio. Nina no era la clase de mujer a la que pudiera hacerle una promesa y salir impune de no cumplirla; pero sabía que de cualquier forma haría hecho lo que fuera por ella. —¡Lo que quieras, cuando quieras! —fue la respuesta de Jake, y Nina pudo ver en sus ojos la determinación. —Bueno… —Ni siquiera sabía por qué de repente se había puesto nerviosa, pero acabó tirando de una sábana y envolviéndose con ella—. Me gustaría… quisiera que tuviéramos más niños —soltó de golpe y vio cómo el rostro de Jake se ensombrecía. Lo vio pasar saliva y desviar la mirada con ansiedad. —Nina, después de… después de lo de nosotros… de tu embarazo, de Victoria… yo nunca más fui al médico —murmuró—. Yo no sé si la vasectomía solo… se deshizo de alguna forma, o si fue un golpe de suerte… —Cerró los ojos y se llevó dos dedos al puente de la nariz, antes de pasar la mano sobre su boca y suspirar—. Lo siento, yo no… no puedo promete
Dos semanas después. —¡Por supuesto que no! ¡Pero ni en broma! ¡Yo jamás le haría eso a mi dragoncita! —sentenció Jake hablando cada vez más alto, mientras Kolya le hacía señas con la mano para que siguiera—. ¡No habrá strippers, ni clubs, ni nada…! ¡Nos quedaremos aquí jugando póker y…!—Ya… ya pasaron. Creo que con eso debe bastar —le sonrió Kolya y casi todos los hombres en aquella habitación suspiraron aliviados. La boda era en dos días, y como reunir a aquel batallón de ataque no era sencillo, habían esperado para hacer las despedidas de solteros para cuando estuviera todos—. Ahora Leisy le dirá a Nina lo que escuchó, y seguro que no nos molestan esta noche.El Grillo levantó una ceja divertida y neg&o
Las bodas tienen un efecto especial sobre la gente, dependiendo de qué tan roto esté su corazón en ese momento. Para algunos es una celebración del amor, para otros simplemente un recordatorio de lo que jamás tendrán. Para Eric Hellmand, por más que se alegrara por la felicidad de sus amigos, fue como una patada en el estómago ver aparecer a Skyler del brazo de aquel hombre.—&ie