-Te estás empapando- protestó Emilia mientras se apresuraba junto con Adrian hacia la casa, aún faltaba un tramo para llegar y la lluvia no parecía acabar.El joven CEO caminaba pegado al lado de la azabache cubriendo a la joven con su campera de cuero como si fuera una carpa sobre su cabeza, tratando de que le cayera la menor cantidad de lluvia posible.-El abrigo es lo bastante grande para que entremos los dos- protestó nuevamente la joven al ver que Adrian la estaba ignorando deliberadamente- Ven…Emilia se frenó a mitad de camino.-Ya estamos por llegar, no te preocupes- exclamó el joven cuando vio que Emilia se frenaba y abría el abrigo.-Vamos, entra. Si te tienes que mojar para que yo no lo haga entonces no lo quiero- sentenció levantando su mirada celeste hacia Adrian, quien miraba hacia ella con la lluvia golpeándole con fuerza en la nuca.Aunque el castaño dijera que no le afectaba, Emilia podía ver que sí, aún su herida necesitaba ser curada, su cuerpo temblaba y su piel es
Emilia y Adrian suspiraron aliviados cuando vieron la entrada de la casa delante suyo.-Al fin…- exclamó Emilia, finalmente habían llegado- Apurémonos, así te curamos esa herida y te quitas esa ropa mojada.El joven asintió con la cabeza, pero Adrian por alguna razón no se sentía feliz de haber llegado.Sabía que cuando traspasaran la puerta de la mansión tendrían que soltarse de las manos y seguir cada uno con su vida, aunque Adrian aún tenía en su mente el rostro de triste Emma cuando Emilia se había ido de esa casa, y hasta él mismo se sentía mal pensando en la ausencia de la azabache. “No puedo dejar que Emilia vuelva a las garras de ese psicópata, sería entregarla a la boca del lobo, a su propia perdición”En el momento en el que había decidido ir y enfrentar él mismo a ese monstruo en nombre de la azabache, había marcado su destino, había tomado una decisión, pero él no se arrepentía de haber roto sus nudillos en la cara de ese idiota. Solo había sido una muestra de lo que ser
El tiempo pasó mientras Emilia se encontraba espiando a los niños, como si ellos fueran su remedio que la hacían sentir mejor.Cuando finalmente volvió en sí cerró la puerta con cuidado y se dio vuelta, chocando con Adrian, asustandola.-Perdón, no quise asustarte- respondió el joven, sosteniéndola de los codos.-¿Hace cuantos que estás aquí?-Recién llegué… venía a decirte que en tu cuarto dejé sobre la cama otra muda de ropa y una toalla para que te bañes- dijo seriamente- Lamento que tengas que usar la ropa de Valen, mañana mismo te compro tu propia ropa.-No te preocupes, puedo hacerlo yo misma- exclamó cansada, sintiendo que se mareaba.Adrian la sostuvo con más firmeza al ver que perdía el equilibrio, y con una de sus manos tocó la frente de la joven.-Estás hirviendo…-No es nada, pero tu herida…-Mi herida puede esperar, ve a ducharte. Por favor- suplicó.Emilia no fue capaz de protestar, de repente se sentía mal, y la ropa mojada y helada le dolía sobre su piel.Resignada, as
-Lo siento yo…-Está bien- respondió rápidamente la azabache, desviando sus azules de la mirada de esos ojos penetrantes como dos jades, sintiendo el escozor en sus labios que pedían ser llenados nuevamente por los de ese hombre.-No quería incomodarte- exclamó el castaño tocando su cabeza- Creo que el golpe me volvió más idiota.Emilia sonrió de lado aún sin mirarlo.-Sé que debo tomar tu propuesta…- comenzó a decir, susurrando- No puedo volver a mi casa, no luego de que…Emilia no fue capaz de terminar su frase.-Emilia. Mierda… lo siento- exclamó desesperado- No tienes que hacer nada por mí, puedes quedarte en esa casa a cambio de nada, ni siquiera debes ocuparte de Emma si no quieres.Adrian se sentía fatal, haberle dado ese pequeño beso a la mujer se había sentido maravilloso, tan perfecto como la primera vez, pero ahora se daba cuenta de que no había sido el momento adecuado por dar pase libre a sus deseos más oscuros para con la joven azabache.Emilia estaba vulnerable, no tení
Adrian abrió los ojos, una oscuridad extraña lo abordó, como un aire denso y pesado que apenas entraba a sus pulmones, pero que lo hacía con mucho dolor, como si una energía aplastante y maligna lo presionara contra el suelo.-¡Adrian!Esa voz era inconfundible para él.-¿Emilia? ¿Dónde estás?- exclamó el joven CEO, mirando hacia todos lados, pero solo veía oscuridad y más oscuridad, sin esquinas, sin principio ni fin, sin suelo, sin techo, como si estuviera flotando en la nada- ¡Emilia!- gritó sintiendo que su voz desaparecía en la nada misma.-¡Ayuda!Adrian no dudó ni un segundo, aunque sus rodillas se aflojaron en cada paso que daba en el suelo inexistente, temiendo caer para siempre, y corrió y corrió, siguiendo la voz que se sentía lejana.Hasta que lo vio, como un punto de luz que a cada paso que daba se hacía más y más grande.-¡Emilia! ¡Sigue hablando para encontrarte!- suplicó, pero la voz de la azabache ya no se escuchaba con claridad, solo se escuchaban jadeos, gemidos ago
Luego de la visita nocturna a la azabache, Adrian logró conciliar el sueño automáticamente, durmiendo de corrido hasta que la alarma de un nuevo día laboral sonó.Se despertó renovado, sintiendo que había dormido una eternidad, como si hubiera estado en un coma de recuperación. La herida en su frente aún seguía allí pero no dolía tanto como ayer, solo le tironeaba cuando movía la frente en alguna expresión, los nudillos aún latían, y eso era bueno, le hacían recordar que a Daniel le había dolido el doble.Salió de su cama, no sin antes observar a Valentina que aún dormía plácidamente. La cubrió hasta el cuello con la sábana y se sintió culpable de lo que había hecho en la madrugada a escondidas de ella, y peor aún, lo que había hecho en el baño.-Lo siento…- murmuró, se levantó de la cama y caminó hacia el cuarto de la niña, comprobando que aún estaba durmiendo plácidamente, sonrió y cerró su puerta, luego inconscientemente se detuvo en la puerta del cuarto de Emilia, pero siguió de l
-Emilia te traje… Cuando Adrian entró al cuarto de la azabache con la bandeja del desayuno en sus manos se encontró con que estaba durmiendo plácidamente. Sonrió y entró con sigilo, dejando la bandeja a un costado, para luego tomar la temperatura de su frente con sus propios labios, porque decían que de esa manera era mejor para saber bien la temperatura correcta, y un poco también como excusa para sentir con sus labios esa suave piel. Aún tenía fiebre, pero lo bueno es que estaba descansando, de esa forma se iba a recuperar más pronto. Salió del cuarto tratando de no hacer ruido para no arruinar su sueño reparador. -¿A mí también me vas a llevar el desayuno a la cama? Adrian se volteó hacia la voz ronca con una expresión de pánico, delante de él estaba Valentina, aun con su camisón de seda del mismo color que su cabello, sus pelos enmarañados sobre su cabeza y cruzada de brazos, mirándolo con una mirada inquisidora. -Buenos días Valen- exclamó el Joven CEO cerrando la puerta del
Adrian llegó a la casa luego de la dura noticia que había recibido en su empresa, no tenía idea de cómo iba a recabar información para hundir a ese hombre, pero lo haría. -¿Valen?- exclamó cuando entró al hall. Se encontró con la pelirroja colgando una llamada de su celular mientras que con su mano libre se colocaba un abrigo. El joven CEO la ayudó a colocárselo sin que se le callera al suelo. -¿Sucede algo?- preguntó al ver la expresión de fastidio de la mujer. -Me llamaron del despacho de mi contador, tengo que ir a resolver unos temas- dijo seriamente, de la manera en la que hablaba cuando se trataba de su dinero y sus acciones, que el joven CEO sabía que Valentina cuidaba como si fueran sus hijos. -¿los niños están bien? -Sí, están jugando en el cuarto de… de Noah- exclamó tratando de no sonar fastidiada de tener que nombrar a ese niño que no era nada para ella. -Gracias por cuidarlos. -No hay de qué, un placer- exclamó sonriendo y besándolo en los labios.- No me tardo- e