El tiempo pasó mientras Emilia se encontraba espiando a los niños, como si ellos fueran su remedio que la hacían sentir mejor.Cuando finalmente volvió en sí cerró la puerta con cuidado y se dio vuelta, chocando con Adrian, asustandola.-Perdón, no quise asustarte- respondió el joven, sosteniéndola de los codos.-¿Hace cuantos que estás aquí?-Recién llegué… venía a decirte que en tu cuarto dejé sobre la cama otra muda de ropa y una toalla para que te bañes- dijo seriamente- Lamento que tengas que usar la ropa de Valen, mañana mismo te compro tu propia ropa.-No te preocupes, puedo hacerlo yo misma- exclamó cansada, sintiendo que se mareaba.Adrian la sostuvo con más firmeza al ver que perdía el equilibrio, y con una de sus manos tocó la frente de la joven.-Estás hirviendo…-No es nada, pero tu herida…-Mi herida puede esperar, ve a ducharte. Por favor- suplicó.Emilia no fue capaz de protestar, de repente se sentía mal, y la ropa mojada y helada le dolía sobre su piel.Resignada, as
-Lo siento yo…-Está bien- respondió rápidamente la azabache, desviando sus azules de la mirada de esos ojos penetrantes como dos jades, sintiendo el escozor en sus labios que pedían ser llenados nuevamente por los de ese hombre.-No quería incomodarte- exclamó el castaño tocando su cabeza- Creo que el golpe me volvió más idiota.Emilia sonrió de lado aún sin mirarlo.-Sé que debo tomar tu propuesta…- comenzó a decir, susurrando- No puedo volver a mi casa, no luego de que…Emilia no fue capaz de terminar su frase.-Emilia. Mierda… lo siento- exclamó desesperado- No tienes que hacer nada por mí, puedes quedarte en esa casa a cambio de nada, ni siquiera debes ocuparte de Emma si no quieres.Adrian se sentía fatal, haberle dado ese pequeño beso a la mujer se había sentido maravilloso, tan perfecto como la primera vez, pero ahora se daba cuenta de que no había sido el momento adecuado por dar pase libre a sus deseos más oscuros para con la joven azabache.Emilia estaba vulnerable, no tení
Adrian abrió los ojos, una oscuridad extraña lo abordó, como un aire denso y pesado que apenas entraba a sus pulmones, pero que lo hacía con mucho dolor, como si una energía aplastante y maligna lo presionara contra el suelo.-¡Adrian!Esa voz era inconfundible para él.-¿Emilia? ¿Dónde estás?- exclamó el joven CEO, mirando hacia todos lados, pero solo veía oscuridad y más oscuridad, sin esquinas, sin principio ni fin, sin suelo, sin techo, como si estuviera flotando en la nada- ¡Emilia!- gritó sintiendo que su voz desaparecía en la nada misma.-¡Ayuda!Adrian no dudó ni un segundo, aunque sus rodillas se aflojaron en cada paso que daba en el suelo inexistente, temiendo caer para siempre, y corrió y corrió, siguiendo la voz que se sentía lejana.Hasta que lo vio, como un punto de luz que a cada paso que daba se hacía más y más grande.-¡Emilia! ¡Sigue hablando para encontrarte!- suplicó, pero la voz de la azabache ya no se escuchaba con claridad, solo se escuchaban jadeos, gemidos ago
Luego de la visita nocturna a la azabache, Adrian logró conciliar el sueño automáticamente, durmiendo de corrido hasta que la alarma de un nuevo día laboral sonó.Se despertó renovado, sintiendo que había dormido una eternidad, como si hubiera estado en un coma de recuperación. La herida en su frente aún seguía allí pero no dolía tanto como ayer, solo le tironeaba cuando movía la frente en alguna expresión, los nudillos aún latían, y eso era bueno, le hacían recordar que a Daniel le había dolido el doble.Salió de su cama, no sin antes observar a Valentina que aún dormía plácidamente. La cubrió hasta el cuello con la sábana y se sintió culpable de lo que había hecho en la madrugada a escondidas de ella, y peor aún, lo que había hecho en el baño.-Lo siento…- murmuró, se levantó de la cama y caminó hacia el cuarto de la niña, comprobando que aún estaba durmiendo plácidamente, sonrió y cerró su puerta, luego inconscientemente se detuvo en la puerta del cuarto de Emilia, pero siguió de l
-Emilia te traje… Cuando Adrian entró al cuarto de la azabache con la bandeja del desayuno en sus manos se encontró con que estaba durmiendo plácidamente. Sonrió y entró con sigilo, dejando la bandeja a un costado, para luego tomar la temperatura de su frente con sus propios labios, porque decían que de esa manera era mejor para saber bien la temperatura correcta, y un poco también como excusa para sentir con sus labios esa suave piel. Aún tenía fiebre, pero lo bueno es que estaba descansando, de esa forma se iba a recuperar más pronto. Salió del cuarto tratando de no hacer ruido para no arruinar su sueño reparador. -¿A mí también me vas a llevar el desayuno a la cama? Adrian se volteó hacia la voz ronca con una expresión de pánico, delante de él estaba Valentina, aun con su camisón de seda del mismo color que su cabello, sus pelos enmarañados sobre su cabeza y cruzada de brazos, mirándolo con una mirada inquisidora. -Buenos días Valen- exclamó el Joven CEO cerrando la puerta del
Adrian llegó a la casa luego de la dura noticia que había recibido en su empresa, no tenía idea de cómo iba a recabar información para hundir a ese hombre, pero lo haría. -¿Valen?- exclamó cuando entró al hall. Se encontró con la pelirroja colgando una llamada de su celular mientras que con su mano libre se colocaba un abrigo. El joven CEO la ayudó a colocárselo sin que se le callera al suelo. -¿Sucede algo?- preguntó al ver la expresión de fastidio de la mujer. -Me llamaron del despacho de mi contador, tengo que ir a resolver unos temas- dijo seriamente, de la manera en la que hablaba cuando se trataba de su dinero y sus acciones, que el joven CEO sabía que Valentina cuidaba como si fueran sus hijos. -¿los niños están bien? -Sí, están jugando en el cuarto de… de Noah- exclamó tratando de no sonar fastidiada de tener que nombrar a ese niño que no era nada para ella. -Gracias por cuidarlos. -No hay de qué, un placer- exclamó sonriendo y besándolo en los labios.- No me tardo- e
-¿Cómo te fue en la reunión?- exclamó Adrian, apresurándose a encontrar a Valentina en el piso de abajo.Su cuerpo aún temblaba de la conmoción por la charla que había tenido hace tan solo unos momentos con la azabache. odiaba tener que fingir que no había pasado nada delante de la pelirroja.Valentina, en vez de contestarle su pregunta, cuando el joven CEO llegó a su encuentro, le estampó en la cara un papel.-¿Qué es esto?- chilló la mujer, esperando una respuesta.Adrian se lo quitó de su rostro con desconcierto y lo alejó de su mirada lo suficiente como para poner enfocar lo que decía el papel.-Es…. – leyó en silencio, hasta que se dio cuenta de lo que era-Oh…- apenas pudo decir.-“Ohh” Si claro.- gruñó la pelirroja-¿Por qué no lo hablaste conmigo antes de tomar una decisión abrupta?- lo enfrentó la mujer.-¡¿Tengo que enterarme por mi contador que mi propio novio está poniendo en riesgo mi dinero?!-La decisión ya estaba tomada- sentenció el castaño devolviéndole el papel de la d
-¡¿Qué hiciste?!- exclamó Adrian, quien se volteó hacia la pelirroja, que aún sostenía su dedo contra el botón de acceso a la propiedad.El joven CEO le quitó la mano del botón, pero ya era demasiado tarde. Daniel había atravesado la reja abierta, no sin antes enviar una expresión asesina hacia la cámara, dirigida exclusivamente al joven CEO.-¿Te volviste loca?-La pelirroja lo ignoró tomando el picaporte de la puerta.-No lo hagas…- le advirtió el joven CEO.-Se acabó Adrian, deja que Johnson se lleve a Emilia de una vez, ella no pertenece aquí.- Sentenció negándose a retroceder.Los ojos verdes jade de Adrian se agrandaron y se llenaron de horror, no podía creer lo despiadada que era esa mujer, cada día lo sorprendía más.-No te reconozco- exclamó con desprecio y decepción a la vez. Era como si Valentina fuera una sustituta de la verdadera Valentina a la que había amado en su juventud.O quizás era él quien ahora había abierto los ojos.Pero Valentina no se sintió intimidada por la