Emilia sentía que comenzaría a caminar por las paredes si Daniel no volvía a su trabajo cuanto antes. No solo había estado rondando la casa toda la m*****a semana, las 24 horas del día, sino que no había salido de las cuatro paredes por nada. Ni siquiera había salido a comprar para comer. Su esposo había pedido delivery para cada comida. Como si realmente pensaba que solucionaría todos sus problemas matrimoniales si su esposa no tenía un respiro de su presencia. Eso solo empeoraba las cosas, hacía que la rutina diaria de la joven fuera más tediosa con él alrededor de ella. La azabache estaba en el living descansando luego de un largo día de tareas del hogar, leyendo nuevamente “Orgullo y prejuicio”, ya que era la única manera de sentirse mejor, mientras Daniel estaba en el sillón de enfrente leyendo el diario en la sección de finanzas. Su niño, estaba durmiendo la siesta en su cuarto. Todo era silencio y paz, justo cuando el teléfono de Daniel sonó rompiendo el ambiente de tranq
Emilia cayó y sintió el fuerte golpe en su pómulo, como si le hubiesen golpeado con un martillo sin piedad su pobre rostro-¡Ah!-gritó de dolor, cuando cayó contra el suelo, sintiendo que su rostro latía de dolor y su cuerpo se tensaba por la conmoción, aun tirada boca abajo en el frío suelo del living.-¡Mierda!- gritó Daniel detrás de ella.Y automáticamente la azabache sintió terror.Jamás, ni en las peores discusiones con Daniel, había sentido miedo por lo que él pudiera hacerle. Nunca había pensado que saldría lastimada luego de una discusión, hasta ahora.-¿Estás bien? Déjame ayudarte- exclamó la voz ahora preocupada y temblorosa de Daniel, que sabía que la había cagado.Rápidamente Emilia se dio vuelta sobre su cuerpo, sentándose en el suelo mirando hacia Daniel, quien se cernía sobre ella haciéndole sombra con su gran y fornido cuerpo que jamás le había parecido intimidante, pero ahora sí.Daniel dio un paso hacia adelante, y Emilia se arrastró hacia atrás como un animal herid
-¡Querida! ¡Ya llegó la revista y estamos en la portada!- exclamó Daniel entrando a la casa agitando la revista enroscada que el cartero había dejado en la entrada, y que su esposo había estado esperando con ansias desde el día en que habían hecho la sesión de fotos.Emilia no contestó, casi que había hecho un voto de silencio durante toda la semana, ateniéndose solamente a cocinar y limpiar, como si fuera una empleada doméstica y nada más. Hablando solo cuando era justo y necesario.“Ya está la cena” “Ya está el almuerzo” y cosas así.Solo hablaba con Noah, cuando ambos estaban lejos de la presencia de Daniel.Daniel tampoco se había esforzado más en arreglar nuevamente las cosas, y la azabache lo agradeció en silencio, simplemente no tenía energías para escucharlo mentir otra vez.Aún le dolía el rostro, el cabello y su corazón.Su esposo entró a la cocina, donde Emilia estaba lavando los platos en silencio, sin darse cuenta de que había estado fregando por más de media hora una y o
-¡Dios miooo!Lo primero que hizo Adrian al salir de su despacho casi cayendo con todo en el pasillo, fue correr hacia el cuarto de Emma, como un instinto paterno que había adquirido con el tiempo.Necesitaba confirmar que la niña aún estuviera allí, donde él la había dejado, jugando pacíficamente sobre la alfombra con sus juguetes favoritos.Con el corazón en la garganta y los pulmones al rojo vivo sin poder respirar, abrió la puerta de par en par, descubriendo que Emma no estaba allí.Estaban todos sus juguetes, pero ella no.-¡AHHHHH!- El grito de su pareja lo hizo girarse hacia el pasillo y correr a través del largo camino de habitaciones, buscando a donde estaba Valentina, abriendo puerta por puerta, sin encontrarla en ninguna de ellas.-¡¿Dónde estás?!- gritó sintiendo que le estallaría la cabeza, y que se doblaría por la mitad por el terror que lo estaba superando por la sola idea de imaginar que estaba pasando algo terrible.-¡En mi vestidor!- gritó la pelirroja, con una voz
-E-E-Emilia-Adrian no podía creer lo que habían escuchado sus oídos.Para él, fue como si un bebé dijera sus primeras palabras y hubiese nombrado a su madre, así lo sintió el joven CEO en ese momento.Que la palabra “Emilia” significaba “Mamá”Emma lo miraba ahora en silencio, cerrando otra vez su garganta hasta la próxima vez que ella quisiera hablar nuevamente. Porque había sido clara y concisa, había dicho lo que quería que su tío supiera y ni una palabra más.Adrian se sentó en el suelo, dejándose caer hacia atrás, resignado, sabiendo que tenía que tomar una decisión, o más bien Emma la había tomado y él tenía que decidir si hacerle caso o no.Miró con sus ojos verdes los de su sobrina.“¿Acaso sería capaz de decirle que no a su claro pedido?”Adrian sabía que no, con el pasar del tiempo esa pequeña niña, que hace tan solo unos meses ni sabía que existía, se había convertido en su debilidad, en su mundo.“Si ella quiere a Emilia pues la va a tener”-Emma… ¿Quieres devuelta a Emil
-¿Qué es tan gracioso?- inquirió Daniel, mirando la sonrisa de su esposa que se borró de golpe cuando él habló, asustándola con su presencia, que el hombre no dejó pasar por alto.Instintivamente Emilia escondió su celular detrás de su cuerpo, y supo que Daniel notó esto, por la mirada oscura de su esposo mirando hacia la altura de su mano escondida.Sus ojos se clavaron allí y la joven azabache pudo ver cómo apretaba la mandíbula, tensionando los músculos.-Emilia…- advirtió con la voz más grave de lo usual, dando un paso firme hacia adelante, haciendo que Emilia diera dos para atrás, chocando con el balde de agua donde habían estado las sábanas, miró el recipiente de plástico y volvió a mirar a su esposo.-Un chiste de internet que me causó risa, nada más- exclamó lo primero que se le ocurrió, aunque ni ella se lo creía.“Si tuviera, aunque sea una sola amiga podría haber usado esa excusa, pero no, no tengo a nadie con quien excusarme”Daniel, obviamente no le creyó y su ceño frunci
Emilia esperó con paciencia a que Daniel se fuera al trabajo, luego de lo que había pasado el día de ayer las cosas habían estado en tensión entre ellos.La azabache había tratado de pasar desapercibida el más tiempo posible, tratando de llenarse de tareas del hogar para no tener que cruzarse con su esposo con las manos vacías y que intentara seguir discutiendo.Ahora que había roto su teléfono, tenía que acostumbrarse a estar sin uno por un tiempo, en parte era mejor así, de esa forma no volvería a cometer un error como ese, estaba segura de que si tenía un teléfono nuevo, Daniel lo revisaría constantemente y eso sería peor.“Maldito el día que revisé su celular” Pensó a sus adentros, mientras lavaba los platos del desayuno como era de costumbre.-Ya me voy- sentenció Daniel.-Está bien, que tengas un lindo día- le salió decir, rogando que las cosas aflojaran.Daniel suspiró sonriendo y la besó en los labios, Emilia se aflojó y se dejó besar.-Te amo- exclamó, mirándola fijamente con
Cuando Emilia escuchó el picaporte de la puerta girándose, se paró erguida, colocó un mechón negro que caía en su rostro, detrás de su pequeña oreja y sonrió ampliamente, escondiendo los nervios que sentía por encontrarse nuevamente con el joven a quien deseaba en secreto.Pero cuando vio quien le abrió la puerta, su rostro se contorsionó a una expresión de desprecio que no pudo ocultar tan rápido como para que esa mujer no notara que no la soportaba. -La azabache no tuvo que fingir una sonrisa con Valentina, porque la misma pelirroja perdió los colores de su rostro y abrió grandes sus ojos, como si hubiera visto un fantasma.Y es que sí, Emilia volvía de entre los muertos para esa mujer, que había creído tener el camino despejado para hacer suyo a Adrian para siempre.-Hola Valentina- finalmente exclamó la niñera, haciendo que la dueña de casa volviera en sí, parpadeando con fuerza varias veces, sin poder creer que fuera verdad lo que estaban viendo sus ojos celestes. -¿Puedo pasar?