Adrian no tenía idea desde hace cuántas horas no dormía, pero no le importó, se tomó más de cinco tazas de café durante toda la noche además de energizantes, se tenía que mantener despierto y atento. No podía caer dormido contra el volante.Había recorrido toda la ciudad, todos los estacionamientos, todas las calles, buscando el coche de Daniel, porque sentía que era su única pista.No había dejado de llamar a su amada sin éxito.“Sin tan solo el teléfono estuviera encendido, podría rastrearlo” Pensó derrotado.Por suerte su suegro iba a hacer entrar en razón a la policía y de esa forma podrían revisar las cámaras de seguridad y ubicar el camino que había hecho Daniel con el coche.-Se está perdiendo mucho tiempo- gruñó apretando con fuerza el volante.No podía dejar la investigación solo en manos de la policía, solían ser lentos.De repente su teléfono sonó haciéndolo sobresaltar en su asiento.Con las manos temblorosas lo sacó de su bolsillo y se le resbaló de las manos cayendo al s
-¡¿Qué mierda Emilia?!- exclamó Daniel, moviéndose con fuerza sobre la silla, tratando de zafarse de las ataduras que lo mantenían como prisionera de la azabache.La mujer lo miró desde arriba con una expresión dura, sin decir nada, solo mostrándose poderosa y que ella tenía el control de la situación.Daniel se sintió ofendido por esa mirada de superioridad que le estaba enviando su ex esposa. Nadie jamás se había atrevido a mirarlo de esa forma, era él quien miraba a los demás con esa expresión.“¿Quién se cree que es?” Exclamó furioso a sus adentros.-Desátame maldita perra, o te juro que esta me la vas a pagar- gruñó el hombre.-Cuidado con tus palabras, que si no te voy a tener que cerrar esa bocota insoportable que tienes- le advirtió.Daniel se rió nervioso, mirándola fijamente como si estuviera desquiciado, fuera de sí.Emilia finalmente podía ver en su totalidad el alma oscura de su ex esposo que se estaba reflejando en sus ojos negros cargados de ira y de odio a quien era la
Adrian caminaba de una punta a la otra del living como si fuera un animal enjaulado.Valentina lo seguía con la mirada preocupada por su amado que no había dejado de caminar desde que su padre se había encerrado en su despacho hace tan solo 15 minutos pero que se sentían eternos.Ambos estaban esperando ansiosos a que saliera y dijera si había conseguido la ubicación de Emilia y su hijo gracias a uno de sus contactos.Solo quedaba rezar que su padre pudiera usar a sus amigos en la ley y fueran efectivos.Adrian sentía que se iba a morir ahí mismo, la energía que no podía liberar de su cuerpo le estaba jugando una mala pasada, sus manos se cerraban y se abrían con fuerza, necesitando golpear con fuerza a su enemigo hasta matarlo, porque parecía que esa era la única forma de calmar su sed de sangre.-Adrian…- exclamó Valentina, mirando cómo el joven pasaba de una punta a la otra por delante de ella.Cuando pasó una vez más por su cambio de visión, la pelirroja lo tomó de la mano haciénd
Emilia se sentó contra el respaldo de madera de la cama, apoyando la cabeza de su niño sobre sus piernas, acariciando su cabello azabache, enrollando sus mechones entre sus dedos.En ese momento todo era paz en el caos de su vida, su niño siempre le hacía bajar los pies a la tierra y recordar porque estaba luchando.Sonrió de lado, viendo como descansaba tranquilo ajeno a todo el mal que sucedía a su alrededor.La azabache sintió que sus ojos comenzaban a pesar y que sus párpados querían cerrarse por completo.“Mierda” Pensó a sus adentros al sentir que cabeceaba.No podía descansar, no ahora, aún faltaban unas horas para que amanezca y pudiera salir a buscar ayuda.Con cuidado, quitó la cabecita de su niño de sus piernas y puso una almohada mullida debajo, luego besó su frente con cariño y salió del cuarto cerrando la puerta sin hacer mucho ruido.Necesitaba estar parada, en movimiento, de esa forma sería más difícil que se quedara dormida.Caminó por el pasillo, haciendo crujir los
Adrian entró de una patada a la casa, la puerta era débil, de madera vieja, así que no tuvo que esforzarse mucho en abrirla, rompiendo sin cuidado la cerradura oxidada.Su suegro quiso evitar que su joven yerno entrara de esa manera a la casa, pero el joven fue más rápido, solo rogaba que esa intrusión no pusiera nervioso al secuestrador al sentirse rodeado.Adrian entró de golpe, seguido por detrás por Valentina y por el hombre.Cada uno miró hacia una dirección diferente, buscando con sus miradas desesperadas algún indicio que la madre y el niño estuvieran allí, pero parecía que no había nadie, todo estaba en silencio.El ex CEO dio un paso hacia adelante, haciendo rechinar un tablón debajo de sus pies.La mirada avellana del joven bajó hacia sus pies, encontrando una mancha de sangre abundante que se movía en dirección hacia una habitación, como si hubiesen arrastrado un cuerpo. Su propia sangre se helo al ver tanta sangre manchando la madera y temió que fuera de su amada, o peor
-¡Cuidado!- gritó el padre al ver a Daniel levantarse como la muerte misma, de un solo y ágil movimiento, con el brazo el alto con el cuchillo perdido en su mano.Adrian y Emilia tardaron un segundo más en darse vuelta juntos hacia atrás, el joven cubrió a la azabache con su cuerpo y sus manos sobre el pecho y la cabeza de esta.La mirada de ambos fue de terror puro al ver el filo puntiagudo y brillante muy cerca de sus cuerpos acompañado de la mirada ahora roja de Johnson en la que se reflejaba su arma como si lo hubiera hipnotizado para matar y solo matar.El hombre estaba lejos de ellos, y aunque se abalanzó hacia adelante tratando de evitar que alguno de los jóvenes recibiera una herida de la hoja del cuchillo, Valentina supo que no lo lograría.Los ojos llenos de pánico de la pelirroja se dirigieron directamente hacia Adrian y vio como este los cerraba con fuerza, aceptando su destino como un escudo humano para su hermana.-No…- dijo la joven en un hilo de voz.Si Adrian salía he
Daniel corrió hacia el campo sin ninguna dirección en específico, solo alejarse de allí y del hombre que corría detrás suyo como un depredador hambriento de su carne.Había apuñalado a Valentina, y aunque había deseado cobrarse a alguno de ellos por haberle arruinado el plan, matar a alguien no estaba en sus planes.“¡Pero no era su culpa! ¡Ellos lo obligaron a hacer eso!” Pensó sin dejar de correr.-¡Johnson!- exclamó en un rugido el ex Ceo que estaba casi por pisarle los talones.Daniel apretó con fuerza los dientes y siguió corriendo con todas sus fuerzas, aún sosteniendo el cuchillo del crimen en su mano.La lluvia comenzó a limpiar la hoja y su propia sangre que tenía seca en su cabello y que ahora caían como gotas sobre su rostro.Adrian veía todo el campo color rojo y a su enemigo como una mancha aún más rojiza delante de él, como su único objetivo, como su presa marcada por el carnívoro.Aunque Daniel doblara de golpe de un lado hacia el otro como una gacela intentando confund
-¡Adrian! ¡Detente! ¡Tú no eres como Daniel!Pero Adrian no la estaba escuchando, estaba cegado por la ira y las ganas de deshacerse de ese estorbo, ese parásito que no solo había arruinado su vida, sino de todas las personas que estaban en su camino, como una enfermedad contagiosa que mataba todo lo que tocaba.-¡Maldito! ¡Nunca más te vas a acercar a mi familia! ¡Voy a acabar contigo!- gritó escupiendo en el rostro ensangrentado del hombre que había dejado de luchar hacía varios golpes atrás.Emilia se volteó hacia la policía y gritó con fuerza haciendo que finalmente giraran hacia ellos. La azabache saltó lo más alto que pudo, agitando sus brazos, sintiendo que en cualquier momento caería inconsciente por el cansancio, el golpe en su cabeza que no había sido tratado y además que, lo único que había comido en horas, había sido la mitad de la manzana.En ese momento la culpa la invadió, recordando que, si Daniel ahora estaba suelto y Adrian a punto de matarlo a golpes, era por su des