Adrian entró de una patada a la casa, la puerta era débil, de madera vieja, así que no tuvo que esforzarse mucho en abrirla, rompiendo sin cuidado la cerradura oxidada.Su suegro quiso evitar que su joven yerno entrara de esa manera a la casa, pero el joven fue más rápido, solo rogaba que esa intrusión no pusiera nervioso al secuestrador al sentirse rodeado.Adrian entró de golpe, seguido por detrás por Valentina y por el hombre.Cada uno miró hacia una dirección diferente, buscando con sus miradas desesperadas algún indicio que la madre y el niño estuvieran allí, pero parecía que no había nadie, todo estaba en silencio.El ex CEO dio un paso hacia adelante, haciendo rechinar un tablón debajo de sus pies.La mirada avellana del joven bajó hacia sus pies, encontrando una mancha de sangre abundante que se movía en dirección hacia una habitación, como si hubiesen arrastrado un cuerpo. Su propia sangre se helo al ver tanta sangre manchando la madera y temió que fuera de su amada, o peor
-¡Cuidado!- gritó el padre al ver a Daniel levantarse como la muerte misma, de un solo y ágil movimiento, con el brazo el alto con el cuchillo perdido en su mano.Adrian y Emilia tardaron un segundo más en darse vuelta juntos hacia atrás, el joven cubrió a la azabache con su cuerpo y sus manos sobre el pecho y la cabeza de esta.La mirada de ambos fue de terror puro al ver el filo puntiagudo y brillante muy cerca de sus cuerpos acompañado de la mirada ahora roja de Johnson en la que se reflejaba su arma como si lo hubiera hipnotizado para matar y solo matar.El hombre estaba lejos de ellos, y aunque se abalanzó hacia adelante tratando de evitar que alguno de los jóvenes recibiera una herida de la hoja del cuchillo, Valentina supo que no lo lograría.Los ojos llenos de pánico de la pelirroja se dirigieron directamente hacia Adrian y vio como este los cerraba con fuerza, aceptando su destino como un escudo humano para su hermana.-No…- dijo la joven en un hilo de voz.Si Adrian salía he
Daniel corrió hacia el campo sin ninguna dirección en específico, solo alejarse de allí y del hombre que corría detrás suyo como un depredador hambriento de su carne.Había apuñalado a Valentina, y aunque había deseado cobrarse a alguno de ellos por haberle arruinado el plan, matar a alguien no estaba en sus planes.“¡Pero no era su culpa! ¡Ellos lo obligaron a hacer eso!” Pensó sin dejar de correr.-¡Johnson!- exclamó en un rugido el ex Ceo que estaba casi por pisarle los talones.Daniel apretó con fuerza los dientes y siguió corriendo con todas sus fuerzas, aún sosteniendo el cuchillo del crimen en su mano.La lluvia comenzó a limpiar la hoja y su propia sangre que tenía seca en su cabello y que ahora caían como gotas sobre su rostro.Adrian veía todo el campo color rojo y a su enemigo como una mancha aún más rojiza delante de él, como su único objetivo, como su presa marcada por el carnívoro.Aunque Daniel doblara de golpe de un lado hacia el otro como una gacela intentando confund
-¡Adrian! ¡Detente! ¡Tú no eres como Daniel!Pero Adrian no la estaba escuchando, estaba cegado por la ira y las ganas de deshacerse de ese estorbo, ese parásito que no solo había arruinado su vida, sino de todas las personas que estaban en su camino, como una enfermedad contagiosa que mataba todo lo que tocaba.-¡Maldito! ¡Nunca más te vas a acercar a mi familia! ¡Voy a acabar contigo!- gritó escupiendo en el rostro ensangrentado del hombre que había dejado de luchar hacía varios golpes atrás.Emilia se volteó hacia la policía y gritó con fuerza haciendo que finalmente giraran hacia ellos. La azabache saltó lo más alto que pudo, agitando sus brazos, sintiendo que en cualquier momento caería inconsciente por el cansancio, el golpe en su cabeza que no había sido tratado y además que, lo único que había comido en horas, había sido la mitad de la manzana.En ese momento la culpa la invadió, recordando que, si Daniel ahora estaba suelto y Adrian a punto de matarlo a golpes, era por su des
-Señor, por favor, suelte a la mujer para que podamos hacer nuestro trabajo.Emilia escuchó la voz de uno de los paramédicos provenientes desde dentro de la casa y se apresuró a ingresar seguido de Adrian. Se frenó de golpe a mitad de camino y se giró hacia él.-Ve con Noah, está en la otra habitación.- le ordenó.-Pero…- protestó el joven, que no quería estar alejado de su amada.-Está bien amor, quiero estar con mi padre- exclamó mirándolo con determinación a los ojos.El ex CEO confió en ella y corrió hacia el lado contrario de su amada. Emilia entró a la cocina y la escena que tenía delante le hizo aflojar las rodillas.Dos médicos parecían querer negociar con su padre para que soltara el cuerpo inerte de su hermana que yacía encima de él, pero con las extremidades sueltas y flojas hacia los costados de su cuerpo y la cabeza caída hacia uno de sus hombros, con su cabello rojo casi cubriendo todo su rostro inconsciente.El manchón con el que la había dejado la última vez que la v
Adrian, Emilia y el padre de las chicas se encontraban en la sala de espera de la sección de cirugías de emergencias.Antes de llegar allí, la joven había dejado a su pequeño en la guardería, ya que era de día y sus empleadas ya habían abierto el local.La joven que había cuidado a su niño anteriormente, prometió volver a hacerlo, especialmente sabiendo de primera mano la nueva noticia. Que Daniel estaba detenido en la comisaría y que no podría acercarse nunca más a su hijo. La azabache había logrado convencer a regañadientes a su padre que volviera tan solo una hora a la casa, se bañara y se cambiara de ropa. El hombre no podía seguir así, con la sangre de su propia hija seca sobre su ropa. Eso solo lo ponía peor de lo que estaba se encontraba en ese momento.No se había sentado en ningún momento, parado en una esquina, silencioso, mirando fijamente un punto a lo lejos, aguardando que los médicos volvieran con alguna noticia positiva de Valentina.La azabache miró de reojo a su pad
Valentina sintió cómo poco a poco volvía a la conciencia, delante de ella, de sus parpados cerrados, todo era negro y sin color, pero sus oídos podían escuchar a lo lejos el sonido natural de los pitidos de dos máquinas que se hacían cada vez más fuertes en sus tímpanos.Respiró profundamente por la nariz, sintiendo que su cuerpo dolía cada vez que llenaba su pecho de aire, como si algo tironeara su piel en la zona de su abdomen cada vez que subía y bajaba.Percibió un olor a productos de limpieza que entró dolorosamente por sus fosas nasales, dándole ganas de estornudar, aunque se las contuvo, especialmente por lo dolorida que estaba por cada movimiento que daba.Quiso mover su cabeza, aun en la oscuridad, y gimió por lo bajo, sintiendo su boca seca y pastosa.“¿Dónde estoy?” Se preguntó a sus adentros, sin recordar lo último que había pasado. Eran solo flashes en su mente, de un largo camino vacío hacia una luz blanca a la que quiso ir, pero a la que no pudo llegar.Movió los dedos
Adrian cerró la puerta detrás de sí y Valentina volvió a mirar a su hermana menor.Con el dolor aún en todas sus extremidades, la pelirroja estiró su brazo hacia la azabache, quedando colgado en medio de las dos camas. Luego tomó con la punta de sus dedos los dedos de la otra joven, que caían colgados al costado de su cama.No pudo estrecharlos por completo, pero el simple tacto cálido de Emilia la hizo relajarse, sabiendo que estaba bien.-Emilia…- dijo por lo bajo.Ella sabía que el nombre de Emilia siempre había sido Valentina y que ella se lo había robado descaradamente, pensando que jamás volverían a verse. Rogó a sus adentros que su hermana la perdonara por ello.La pelirroja sabía que tarde o temprano iba a tener que entregar ese nombre, que desde que lo había utilizado se había convertido en su alter ego malvado, dejando atrás a la Alicia que siempre había sido su lado bueno y también roto.Escuchó un gemido agudo y débil por parte de su hermana y como ésta movía los dedos que