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—Tenía pensado que, en un par de semanas, pero es mejor que sea en cuarenta días —le cuenta Tyler— puedes planear lo que quieras para esa fecha.

—Déjamelo a mí, muchacho. Todo quedará perfecto y hermoso —dijo Hilda con ilusión— hay mucho que hacer.

Le encantaba que el alfa ya no pusiera peros para su unión, era un gran paso si le preguntaban.

—Necesito que ese día ella se vea preciosa… más que de costumbre —recalca el alfa.

—Se verá hermosa, eso es seguro —Hilda se le queda viendo atentamente unos segundos en silencio— ¿Estás enamorado de ella? —pregunta la abuela atenta a su respuesta, entusiasmada por ese hecho.

Todos en la casa se han dado cuenta excepto ese par de tercos.

—No sé lo que es eso, abuela —admitió el alfa con rastros de melancolía en su voz.

—Quieres protegerla siempre, no paras de pensar en ella y es todo para ti —le cuenta su abuela— ya lo sabrás cuando lo sientas.

—Ya veremos —contesta Tyler y bebe otro trago abrumado con tantas cosas.

—Sé porque están juntos, pe