La mañana en la mansión estaba impregnada de una quietud casi idílica. El sol se filtraba a través de los ventanales, proyectando luces doradas sobre las alfombras y los muebles. En el ala privada, Royal y Kisa despertaron envueltos en una atmósfera de satisfacción y complicidad, en lo que sus cuerpos todavía estaban imbuidos del calor de la noche anterior. La pasión compartida había dejado una sensación de plenitud en ambos, una conexión silenciosa que se reflejaba en sus miradas y en la suavidad con la que se tocaban al despertar.A pesar de la presencia de Katherine en la casa, el buen humor de Kisa no se vio empañado. Su confianza en Royal, sumada al afecto inquebrantable que él le demostraba, la mantenía serena. A fin de cuentas, Katherine era una sombra del pasado, un fantasma que intentaba aferrarse a algo que ya no le pertenecía.Por otro lado, Katherine sentía que cada día su desesperación crecía con más intensidad. Había esperado que su estancia en la mansión le permitiera r
Katherine dirigió los ojos hacia la cama, en donde Royal se hallaba recostado. La rubia se aproximó dando pasos lentos, buscando estar cerca de su amado, quien respiraba con profundidad, completamente ajeno a su presencia.La mujer tomó asiento suavemente en la orilla de la cama y observó a Royal con una mirada fija, como si tratara de grabar cada detalle de su rostro en su memoria. La forma en que su pecho subía y bajaba con cada respiración, la manera en que su cabello caía sobre su frente, lo relajado que se veía cuando dormía… tan sereno, tan lejos de ella, incluso cuando estaban en el mismo cuarto.Katherine se inclinó un poco, acercando su rostro al suyo, lo suficiente como para sentir su aliento cálido rozando su piel. Luego, se mordió el labio con ansiedad.«Si tan solo pudiera quedarme así para siempre…»Sus dedos temblorosos se extendieron, rozando con la yema la línea de su mandíbula. Apenas fue un toque, una caricia furtiva que Royal ni siquiera sintió.«Si estuvieras desp
El beso estalló entre ellos con una intensidad voraz, como si hubiesen estado conteniendo ese deseo durante una eternidad. Katherine se aferró a Royal, en lo que sus labios devoraban los suyos con un frenesí que no experimentaba desde hacía mucho tiempo. Royal, cegado por la creencia de que era Kisa quien estaba en sus brazos, respondió con el mismo ardor. No había nada en ese momento que le hiciera sospechar. Todo encajaba: el perfume familiar, la suavidad de la piel, la calidez de su aliento. La pasión que sentía lo envolvía por completo, lo arrastraba como una marea imparable.Katherine, sintiendo que finalmente lo tenía de nuevo, lo sujetó por el rostro, profundizando el beso con un anhelo feroz. Sus labios se movían con hambre, explorándolo, atrapándolo, como si con cada contacto pudiera grabar su esencia en su piel. Sus besos descendieron por su mejilla, luego por su mandíbula, hasta alcanzar su cuello. Sus manos recorrían el torso de Royal, memorizando cada contorno con la pun
Royal dirigió la vista hacia Kisa, mostrándose sumamente agobiado.—Kisa, por favor. Escúchame. Todo esto tiene una explicación. Te lo juro —suplicó.Pero ella no respondió. Su mirada, antes llena de ternura, ahora estaba apagada, distante. Mantuvo su silencio durante largos segundos, dejando que el peso de su decepción se instalara en la habitación como una sombra.Finalmente, inhaló hondo, llenándose de un aire que sentía denso, pesado. Luego, levantó la mirada hacia Royal y habló con una calma que contrastaba con el caos a su alrededor.—Yo estaba dispuesta a ayudar a esta mujer —articuló—. Pero después de lo que acabo de presenciar... no quiero verla más en esta casa. Así que, cuando ella se haya ido de aquí, escucharé todo lo que tienes que decir —y con esas palabras, salió del cuarto, dejando tras de sí un silencio más atronador que cualquier grito.La puerta se cerró con un suave clic tras la salida de Kisa. El sonido apenas se desvaneció cuando Royal se levantó de la cama con
La mansión, sumida en el silencio nocturno, había sido sacudida por la potente voz de Royal. La ira en sus palabras resonó en los pasillos, despertando a más de uno. Marfil entreabrió la puerta de su habitación, observando desde el umbral con una expresión de intriga, mientras que Regina, más resuelta, salió de su alcoba, ajustando la bata de dormir alrededor de su cintura antes de dirigirse con paso firme hacia la fuente del alboroto.Vanya, por su parte, reaccionó de inmediato. Sabía que Coral también debió haber escuchado aquel estallido y supo que debía intervenir antes de que la niña se precipitara fuera de su habitación. Sin perder tiempo, se encaminó hacia ella, deteniéndose frente a la puerta antes de girar el picaporte.—¿A dónde vas, cielo? —cuestionó Vanya de repente, entrando sin esperar demasiado.—Yo... escuché a mi papá... —reveló ella, mostrándose confundida—. Él... se oía enfadado...—No te preocupes, corazón. Son cosas de adultos, pero se van a solucionar pronto. Conf
—Me temo que estás siendo demasiado severo... —articuló Regina, a lo que Royal exhaló aire por la boca.—Te lo he dicho antes y te lo repito de nuevo —mencionó Royal, marcando cada palabra con la dureza de un golpe seco—. Si tanto te preocupa Katherine, si realmente deseas protegerla, entonces hazlo tú misma. Llévala contigo, llévala a tu casa, ofrécele el resguardo que creas conveniente, pero no me pidas que siga cargando con ella. No quiero tener nada más que ver con esta mujer.El tono inquebrantable de su voz reverberó dentro de la habitación. Royal no apartó la mirada de su madre, dejando en claro que no habría concesiones, que su decisión era definitiva.—La traje aquí porque Kisa fue quien me convenció de ayudarla. Ella no quería que tú y yo entráramos en un conflicto mayor del que ya hemos tenido. No quería que las cosas terminaran mal entre nosotros, que te fueras de la casa y se creara una grieta en nuestra familia. Lo hice por ella, madre. Ni siquiera lo hice por ti, porque
Katherine frunció el ceño en cuanto comprendió que su anhelo de estar a solas con Royal se desvanecía por completo. La sensación de decepción la invadió y sus labios se movieron en una mueca de disgusto, apenas disimulada, al escuchar las palabras de él. Estaba claro que su deseo de compañía no recaía en ella, sino en Kisa. Esa simple revelación le causó una punzada de celos que rápidamente se transformó en frustración. Cada sílaba que él pronunciaba solo parecía reforzar la idea de que su presencia era un estorbo, era una simple espectadora en un escenario que ya no le pertenecía.Kisa, en un principio, no supo cómo reaccionar. Su instinto le decía que aquella situación no le traería nada bueno, pero tampoco podía ignorar el tono casi suplicante en la voz de Royal. Dudó un instante, observándolo con detenimiento, y luego dirigió su mirada a Katherine.Exhaló despacio para luego ponerse en pie y, con pasos lentos, se acercó un poco más a Royal. Se inclinó hacia él, reduciendo la dista
Katherine tenía los dedos aferrados a la manija de la puerta del vehículo, lista para abrirla en cualquier momento.—¡Si no estás dispuesto a llevarme a otro sitio, me lanzo ahora mismo! —amenazó.Royal trató de mirarla a través del retrovisor, pero fue difícil debido a su posición.—No seas ridícula, Katherine —gruñó.—¡Estoy hablando en serio! —exclamó.Royal maldijo por lo bajo y, sin soltar el volante, extendió una mano rápida para activar el bloqueo de seguridad en todas las puertas. El clic resonó como un martillazo dentro del coche.—No vas a hacer ninguna estupidez —sentenció, volviendo la vista al frente.Katherine golpeó el tablero con frustración.—¡Royal! ¡No quiero estar aquí! ¡No me hagas esto!Él apretó la mandíbula, pero no se detuvo.Ella, desesperada, se inclinó sobre el asiento, acercándose a él, y con una de sus manos lo sujetó del hombro con fuerza, intentando sacudirlo.—¡Déjame salir! —vociferó, lo que hizo que Kisa se asustara más, por lo que la miró con los pá