Royal sintió que un peso cayó sobre sus hombros con cada segundo que transcurrió. La sola idea de que Katherine se quedara en la mansión lo sofocaba, como si le fuese difícil respirar el mismo aire que ella. No era solo incomodidad, era algo más profundo. Un rechazo visceral, una especie de repulsión que no podía ocultar ni siquiera delante de Kisa.Se pasó una mano por el rostro, exhalando con impaciencia, y luego miró a su esposa con seriedad.—No quiero que ella se quede aquí, Kisa. No la quiero cerca de nosotros. Algo me dice que traerá muchos problemas, que pondrá una barrera entre tú y yo, y que se interpondrá como una sombra en nuestra relación.Lo de Royal no era paranoia, era certeza. Desde el momento en que Katherine había reaparecido en sus vidas, todo se había vuelto más difícil, más enredado.Kisa le sostuvo la mirada con dulzura, tratando de transmitirle tranquilidad.—Royal, te prometo que confiaré en ti. No asumiré cosas sin escucharte y no me dejaré llevar por conclus
La dureza de sus palabras golpeó a Katherine con fuerza y sintió cómo la frustración y el resentimiento se acumulaban en su pecho como un veneno lento. Apretó los labios y, a pesar del torbellino de emociones que la azotaban, logró asentir.—Lo comprendo perfectamente —manifestó, obligándose a mantener una expresión impasible.Sin embargo, por dentro hervía. Odiaba cada palabra que Royal le había dicho, odiaba que todo lo que había logrado obtener se redujera a la compasión de Kisa. Odiaba, más que nada, el hecho de que Kisa tuviera tal influencia sobre Royal, algo que ella nunca pudo alcanzar. Pero por más que aquello la revolviera por dentro, no tenía más alternativa que aceptar la realidad y, si era necesario, utilizarla a su favor.Royal se enderezó y su postura emanó una autoridad irrefutable. Luego, sin dignarse a mirarla más, giró la cabeza hacia su madre.—Madre, espero que por fin estés satisfecha.Fue lo último que le dijo antes de estirar la mano y tomar la muñeca de Kisa,
Royal bajó la mirada, como si no quisiera ir a la cama sin ver a su hija antes.—Por favor, hazme caso —insistió Kisa con suavidad—. Entiendo que quieras ver a Coral, pero no te ves nada bien, mi amor. Solo la preocuparás. Así que, tómate un respiro y deja que yo me encargue esta vez. Hablaré con Coral, le explicaré lo necesario y luego te traeré noticias de ella.Royal entrecerró los ojos, claramente dividido entre su necesidad de ver a Coral y el agotamiento que lo estaba consumiendo.—Además… —continuó Kisa, asomándose lo suficiente como para que sus labios rozaran suavemente su mejilla—. Esta noche estaré a tu lado —indicó, recordando que la noche anterior no había podido hacerlo—. Dormiré contigo, te abrazaré y te daré todo el cariño que necesites. Pero, por favor, déjame cuidarte.Royal exhaló lentamente, dejándose envolver por la calidez de sus palabras. Dudó por unos segundos más, pero finalmente, con un leve asentimiento, aceptó.—Está bien… —alegó—. Haré lo que dices.—Eso e
Kisa sintió una punzada de pesar al escuchar la tristeza en la voz de Coral. Había algo en su tono, en la forma en que las palabras salían con fragilidad, que le caló hondo. El asunto de Katherine no solo angustiaba a la niña, sino que provocaba mucha incertidumbre en Kisa al igual que en Royal. Y, aunque Kisa trataba de mantenerse firme y fuerte, ella también compartía aquella inquietud.Porque, en el fondo, también estaba preocupada. No solo por Coral y lo que significaba tener a Katherine en la casa, sino por lo que eso podría traer consigo. Katherine era impulsiva, impredecible. No tenía límites cuando se trataba de Royal y eso la hacía peligrosa. Kisa no temía que Royal la traicionara, porque sabía que él la quería, que le había asegurado con palabras y acciones que su corazón le pertenecía. Pero había algo en la mera presencia de Katherine que la ponía en alerta, como si su sola existencia fuera una amenaza latente, un riesgo silencioso que podía estallar en cualquier momento.R
Cuando Kisa volvió a su habitación, encontró a Royal recostado en la cama. La penumbra del cuarto suavizaba sus facciones, haciéndolo parecer sumido en un sueño profundo. Su respiración era pausada, su pecho se alzaba y descendía con un ritmo sereno, como si estuviera completamente ajeno a su llegada.No quiso perturbar su descanso, por lo que avanzó en silencio, tomó su ropa y desapareció en el baño con la misma delicadeza con la que se mueve una sombra.El agua caliente resbaló por su piel, disipando el cansancio del día. Permaneció un buen rato bajo la ducha, disfrutando del efímero consuelo del vapor envolviéndola. Cuando terminó, envolvió su cuerpo en una toalla y salió del baño con la intención de vestirse antes de deslizarse entre las sábanas. Sin embargo, encontró a Royal despierto, sentado al borde de la cama.—Pensé que estabas durmiendo —murmuró ella, deteniéndose en el umbral de la puerta.—Me desperté —respondió con voz ronca, arrastrada por el letargo del sueño reciente.
La mañana en la mansión estaba impregnada de una quietud casi idílica. El sol se filtraba a través de los ventanales, proyectando luces doradas sobre las alfombras y los muebles. En el ala privada, Royal y Kisa despertaron envueltos en una atmósfera de satisfacción y complicidad, en lo que sus cuerpos todavía estaban imbuidos del calor de la noche anterior. La pasión compartida había dejado una sensación de plenitud en ambos, una conexión silenciosa que se reflejaba en sus miradas y en la suavidad con la que se tocaban al despertar.A pesar de la presencia de Katherine en la casa, el buen humor de Kisa no se vio empañado. Su confianza en Royal, sumada al afecto inquebrantable que él le demostraba, la mantenía serena. A fin de cuentas, Katherine era una sombra del pasado, un fantasma que intentaba aferrarse a algo que ya no le pertenecía.Por otro lado, Katherine sentía que cada día su desesperación crecía con más intensidad. Había esperado que su estancia en la mansión le permitiera r
Katherine dirigió los ojos hacia la cama, en donde Royal se hallaba recostado. La rubia se aproximó dando pasos lentos, buscando estar cerca de su amado, quien respiraba con profundidad, completamente ajeno a su presencia.La mujer tomó asiento suavemente en la orilla de la cama y observó a Royal con una mirada fija, como si tratara de grabar cada detalle de su rostro en su memoria. La forma en que su pecho subía y bajaba con cada respiración, la manera en que su cabello caía sobre su frente, lo relajado que se veía cuando dormía… tan sereno, tan lejos de ella, incluso cuando estaban en el mismo cuarto.Katherine se inclinó un poco, acercando su rostro al suyo, lo suficiente como para sentir su aliento cálido rozando su piel. Luego, se mordió el labio con ansiedad.«Si tan solo pudiera quedarme así para siempre…»Sus dedos temblorosos se extendieron, rozando con la yema la línea de su mandíbula. Apenas fue un toque, una caricia furtiva que Royal ni siquiera sintió.«Si estuvieras desp
El beso estalló entre ellos con una intensidad voraz, como si hubiesen estado conteniendo ese deseo durante una eternidad. Katherine se aferró a Royal, en lo que sus labios devoraban los suyos con un frenesí que no experimentaba desde hacía mucho tiempo. Royal, cegado por la creencia de que era Kisa quien estaba en sus brazos, respondió con el mismo ardor. No había nada en ese momento que le hiciera sospechar. Todo encajaba: el perfume familiar, la suavidad de la piel, la calidez de su aliento. La pasión que sentía lo envolvía por completo, lo arrastraba como una marea imparable.Katherine, sintiendo que finalmente lo tenía de nuevo, lo sujetó por el rostro, profundizando el beso con un anhelo feroz. Sus labios se movían con hambre, explorándolo, atrapándolo, como si con cada contacto pudiera grabar su esencia en su piel. Sus besos descendieron por su mejilla, luego por su mandíbula, hasta alcanzar su cuello. Sus manos recorrían el torso de Royal, memorizando cada contorno con la pun