La mención de ese nombre llenó el ambiente de un peso incómodo. Pero Richard reaccionó enseguida, casi desesperado, negando con vehemencia mientras apretaba suavemente la mano de Marfil, como si temiera que se le escapara.—No... No, Marfil, no pongas las cosas de esa forma —suplicó—. No estoy tratando de imponerte nada, te lo juro.—De una vez te lo advierto, Richard: No quiero que creas que puedes verme como si fuera Abigail. Yo no soy ella. No lo seré nunca.Richard se apresuró a negar, lleno de angustia.—No, Marfil, no... Por favor, no me malinterpretes —dijo, buscando su mirada, tratando de tender un puente sobre aquel abismo que se había abierto entre ellos—. Ni por un instante te he confundido con ella. Además, las cosas no fueron así con Abigail, y de todos modos, mi relación con ella no viene al caso. No es parte de este presente, no es parte de lo que quiero construir contigo. Estoy hablando de nosotros, Marfil. De ti y de mí. De lo que anhelo tener contigo.Richard tragó s
Richard dejó su asiento y caminó hacia los baños masculinos. Marfil lo siguió con la mirada hasta que desapareció tras la puerta, luego apoyó los codos sobre la mesa y dejó que su mente se perdiera en pensamientos desordenados. Estaba tan absorta que no notó el paso del tiempo... hasta que los minutos comenzaron a acumularse.Richard no regresaba.Un murmullo creciente y el sonido de voces alteradas la sacaron de su ensoñación. Provenían de la zona de los baños. Frunció el ceño, incorporándose en su asiento, y al ver a varios empleados corriendo en esa dirección, sintió que algo no andaba bien.Se levantó apresuradamente y caminó hacia allí.Fue entonces cuando lo vio: dos muchachos, vestidos con el uniforme de meseros del restaurante, arrastraban a alguien hacia la salida. A medida que se acercaba, reconoció con horror a Lucas entre ellos, forcejeando y lanzando insultos entre dientes.—¿Pero qué demonios está pasando...? —murmuró Marfil, con su corazón acelerándose violentamente.Se
Marfil se quedó un momento en silencio. La pregunta la había tomado completamente desprevenida. Se sintió desorientada, como si de pronto no entendiera el rumbo que había tomado aquella conversación.—No entiendo a qué te refieres —dijo finalmente, con un leve temblor en la voz.Richard bajó la vista y luego la volvió a clavar en ella.—Me refiero a que... tal vez entre ustedes ha pasado muchas más cosas de lo que yo me puedo imaginar —respondió—. ¿O es que estoy equivocado? Tal vez ustedes pasaron por mucho más de lo que yo no estoy enterado. —¿Pero por qué me dices eso?—Es que... me resulta difícil de creer que Lucas esté tan obsesionado contigo sin ninguna razón. Lucas había dejado de contarme muchas cosas... Y por eso asumí que entre ustedes ya no había nada. Pero tal vez me equivoqué. Tal vez ustedes siguieron viéndose. Él sigue teniendo sentimientos hacia ti, y creo que incluso está mucho más enamorado que antes. Puedo percibirlo a través de su rencor, y de todas las cosas que
Por un momento, Richard guardó silencio. Solo el pitido constante de las máquinas médicas llenaba el ambiente.—La verdad es que... no sé qué pensar —confesó al fin, bajando la mirada hacia sus propias manos—. Nunca había visto a Lucas tan enojado. Pero... todo lo que le dije... fue evidente que le afectó bastante.—¿Lo odias?Richard negó con la cabeza, lentamente.—No —respondió—. Los amigos se pelean de vez en cuando... Aunque... con esto me queda claro que él ya no me considera su amigo. Después de que decidí quedarme contigo, después de que elegí... tu amor por encima de su amistad, dudo que pueda volver a mirarme con aprecio.Ambos se quedaron callados por un instante, hasta que la puerta de la sala se abrió. Un oficial de policía, vestido con uniforme oscuro, se asomó de manera respetuosa.—Buenas noches —saludó, dirigiéndose a Richard—. ¿Señor Richard Morgan?—Sí —respondió él, incorporándose un poco.El oficial asintió.—Vengo a confirmar si desea presentar cargos contra el a
Marfil se acercó a él con la cautela de quien teme provocar una tormenta.—Por favor, Lucas —gimoteó—. No quiero pelear contigo. Vine porque estaba preocupada.Lucas no respondió. Se limitó a mirarla con esa expresión endurecida que ya había aprendido a tener frente a ella, como si cualquier palabra suya fuera una ofensa imposible de perdonar. Marfil tragó saliva, obligándose a no retroceder.—Cuando vi que te sacaban del restaurante... me asusté mucho —añadió ella—. También quería saber si te había pasado algo, pero bueno... tú no tienes ni un rasguño. Fue Richard quien se llevó la peor parte.No había reproche en su voz. No había crítica ni recriminación. Solo un alivio torpe, lleno de matices, como si le costara admitir que su alma se había aligerado al verlo intacto.—Pero me alegra que todo haya vuelto a su lugar —continuó con un esfuerzo visible—. Richard se va a recuperar y tú no terminarás en la cárcel. Deberías tener más cuidado, Lucas. La familia de Richard tiene poder, sabe
—Yo era el único imbécil que asumía que tú me querías —continuó Lucas—. Me inventé un mundo entero contigo. Me aferré a gestos, a silencios, a esas miradas que yo creía exclusivas... Pensaba que era el único hombre al que mirabas con dulzura, con ternura.Y entonces bajó la mirada, como si le doliera contemplarla, como si cada rasgo en su rostro le devolviera la imagen distorsionada de un amor que solo vivía en su cabeza.—Pero ahora sé que a Richard también lo miras así. Con esa misma suavidad. Con esos mismos ojos de promesa vacía. Sabes fingir tan bien, Marfil, que me impresiona...Había un temblor en su voz, algo que no era ira ni despecho, sino una tristeza tan honda que parecía haberle nacido en el alma.—Estás equivocado, Lucas —dijo ella, y por un instante pareció que toda la escena cambiaba de color—. Yo te quiero.Él se quedó inmóvil. Como si le hubieran arrancado de golpe las paredes de su argumento. Como si aquellas palabras hubieran quebrado algo que ni siquiera sabía que
De pronto, una voz femenina, una distinta, se hizo presente.—Lucas...Su nombre fue pronunciado con suavidad, pero bastó para que él girara la cabeza, como si ese llamado tuviera el poder de arrancarlo de la oscuridad en la que acababa de hundirse. La voz provenía de unos metros más atrás, y cuando la mirada de Lucas se deslizó hacia esa dirección, sus ojos se encontraron con los de Marissa.Estaba allí, de pie, con el rostro parcialmente iluminado por los faroles de la calle, envuelta en una brisa que le alborotaba el cabello con indiferencia. Observaba la escena frente a ella —a Lucas, a Marfil, al abismo que se abría entre ambos— con una expresión imposible de descifrar. No había enojo, pero tampoco alivio. Era una mezcla cautelosa de muchas emociones reunidas en un solo rostro, como si supiera que acababa de llegar al final de una película que ya no podía detener.Lucas no la esperaba. No sabía que había estado tan cerca, ni que lo había visto. Marissa no lo había acompañado a la
La última frase estaba cuidadosamente elegida. No necesitaba señalar a nadie: todo el mundo sabía a quién se refería.Los ojos de Marfil centellearon. Dio un paso al frente, clavándole la mirada.—Eso no puede ser. Lucas jamás andaría contigo.—¿Y por qué estás tan segura? —preguntó Marissa, sin dejarse amedrentar.—Porque él me quiere a mí —declaró Marfil—. Es más, hace tan solo unos minutos, antes de que llegaras, estábamos hablando de ello.Marissa sintió una punzada aguda en el pecho, como si cada palabra se le hubiera clavado directo al corazón. Pero no lo mostró. Se tragó la incomodidad, la duda, la herida. No le daría el gusto a Marfil.Lucas, por su parte, desvió la mirada con incomodidad. Sabía que no debía haber dejado que eso se dijera así. Sabía que debía decir algo… pero no encontraba cómo. Lo único que sentía era el nudo en el estómago y el miedo de que Marissa se alejara.—Bueno… las personas cambian de opinión —alegó Marissa—. Así como también pueden cambiar de sentimi