Capítulo 23: Chistes artificiales

Mi familia está como si nada hubiese pasado. Hay una calma tan pulcra que a mí me grita que es fingida, especialmente de parte de mi padre. Terminé quedándome un día extra para compartir con ellos, y ese pensamiento queda incrustado en mí. Si mi padre no es capaz de abrirse conmigo, quizás con mi mamá sea eso más sencillo.

Justamente la puedo tener para mí sola por fin mientras está terminando de escribir en su computadora en su habitación. Toco a la puerta abierta, y ese solo toque hace que ella salte del susto.

—Hija… — se toca el pecho — Me has asustado.

Otro detalle raro es que mi madre no está así de calmada como mi padre. Está igual de nerviosa y extraña desde ayer. Aun con su esposo en casa y “absuelto”. No lo puede esconder con tanta maestría.

—Ay mamá. ¿Cuál susto te di? ¿Qué haces? — finjo una sonrisa cuando la veo cerrar recelosa su laptop, y peinarse con nervios.

—Tonterías. ¿A ti cómo te va en el trabajo? Háblame de cuáles han sido las tareas que te han asignado — ella me
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