Gerald terminó la conversación vía teléfono con el detective privado. La noticia que le dio era muy delicada y no podía emitir comentario alguno sin tener las pruebas en las manos. Ya de antemano desconfiaba de su ex esposa Randy, mas no creía que esa mujer fuera capaz de cometer semejante atrocidad solo por estar con él. Eso le ayudó a atar cabos. «Con razón nos abandonó así, de un día para otro y sin avisar, mi abuelo tenía razón al rechazarla y pedirle que se marchara, solo me utilizó y colocó a la niña como excusa para quedarse a mi lado» pensó mientras apretaba el puño.Antes de dirigirse a la sala nuevamente, escuchó un grito. Era Connie.—¡Hija! ¿Qué ha pasado? — preguntó consternado.Cuando se fijó bien, vio que la niña se había caído por las escaleras. Todos se acercaron a auxiliar a la pequeña, tenía que ir a un hospital de urgencia. Sus abuelos se preocuparon, y Samantha se tornó pálida al ver a Connie en ese estado, estuvo pendiente de ella en todo momento, pero en un desc
Despertaron temprano, pues a Gerald le había salido un viaje de negocios urgente y quería ir a casa antes para empacar algunas cosas y tomar un baño que le ayudara a recuperar la energía. Además, cerciorarse que ya Connie se encontraba mejor de salud, y que ambas estuvieran en casa descansando.—Querida, hoy debo viajar por asuntos de trabajo. No recuerdo si te lo mencioné, entre tantas cosas que tengo en la cabeza, aunado a todo lo que ha pasado últimamente… — avisó.—¿A dónde debes ir? — preguntó Samantha con curiosidad.—Saldré de la ciudad. Solo será por un par de días. Se llevará a cabo una reunión con los próximos inversionistas, y luego habrá una pequeña celebración, según me han informado. De igual manera, estaré llamándote con frecuencia para saber de ti y de Connie. — explicó.Samantha asintió, estuvo de acuerdo, pues no le quedaba de otra que dejarlo ir, al fin y al cabo, se trataba de asuntos laborales. Aunque había pasado tiempo lejos de él, y no quería que se creara más
La madre de Gerald como le tenía tanto aprecio a Samantha, decidió comprarle ropa nueva. Al ver que ella tenía los mismos trapos de siempre le compró vestidos, camisas, pantalones y todo tipo de “outfits” para que los combinara como gustara. Samantha estaba encantada por toda la ropa que le habían regalado, su emoción era notoria, su rostro reflejaba felicidad.Gerald le preparó un regalo a Samantha y se lo envió, había pasado unos días y la extrañaba mucho. El viaje se le estaba haciendo mas largo de lo que esperaba, por lo que se dispuso en comprarle una serie de artículos de una tienda por donde pasó. Al siguiente día de haberle llegado el paquete a Samantha, ella lo abrió para ver de qué se trataba, al abrirlo, se sonrojó por completo.Gerald le había comprado ropa sexy, atuendos eróticos de conejita, juguetes sexuales de todo tipo, lubricantes, lociones comestibles, entre otras cosas para satisfacer todas las necesidades sexuales que podían imaginar. Samantha moría de la vergüenz
Después de hacerlo todo para convencerla, Gerald y Samantha se dirigieron a casa de su padre. Querían desenmascarar a todo aquel que le hizo daño, y entre ellos estaba Eva. Su madrastra nunca le tuvo estima, la odiaba con su vida por razones obvias. Samantha estaba dispuesta a ir a ver a su padre y terminar de abrirle los ojos, sin embargo, pensó que tal vez sería buena idea llevar puesto un cubrebocas para evitar que la reconocieran.Mostraba cierta timidez, hacía tiempo que no se acercaba por esos lares, y llegar sin avisar quizás se tomaría como un gesto de mal gusto, pero como su padre no podía hablar por teléfono si no estaba su mujer presente, era poco lo que iba a lograr si los colocaba en preaviso.Ya en el sitio, tocaron la puerta, esperando ser recibidos por su padre. Efectivamente, él abrió y los recibió con una gran sonrisa llena de nostalgia y alegría.—¡Hija! ¡Qué sorpresa! No sabía que vendrías, de haberlo sabido, hubiese preparado algo para recibirlos como es debido. —
Samantha estaba ansiosa por saber a qué se refería Gerald, esa “buena noticia de la que hablaba” le causaba intriga y curiosidad.—¿De qué hablas? Cariño. Termina de decirlo, por favor. Me tienes sudando frío de la ansiedad. — mencionó.—Está bien, querida. Iré al grano… Nuestro perfume está siendo producido a gran escala, y aparte, ha resultado todo un éxito. — confesó el CEO.Samantha lo miró impresionada y saltó de alegría.—Pero eso no es todo ¡saldrá a la venta en la fiesta de lanzamiento de este nuevo producto! ¿Qué te parece? Querida. ¿No es un buen motivo para celebrar?—Estoy muy orgullosa de todo lo que hemos logrado juntos, Gerald. — afirmó Samantha.—No habría sido posible sin ti. — aclaró.Ambos se besaron y abrazaron de la emoción que invadía cada parte de sus cuerpos.—Me siento muy contento por ustedes, estoy tan feliz de escuchar que mi hija es muy exitosa en su trabajo. —agregó el padre.—Gracias papá — agradeció Samantha tomándolo de las manos.—Deberíamos organizar
Gerald no contestó, hizo caso omiso, pues ella no le caía bien y prefirió ignorarla. Ese tipo de personas no le agradaban y sabía que, en cualquier momento, buscaría hacer enojar a Samantha haciendo cosas que ella pudiera malinterpretar, ya tenía experiencia con mujeres de su clase.—¿No me piensas contestar? ¡Ah! Eres de esos hombres a los que les encanta hacerse los duros ¿me equivoco? — mencionó.Gerald seguía sin responder.—¿Sabes? A mí me encanta el perfume “Muse” es realmente exquisito. Me preguntaba a quién se le habría ocurrido mezclar todas esas fragancias para dar como resultado algo tan espectacular, divino, diría yo. Pero no me digas que esas manos crean dichos productos, porque salgo corriendo a comprarlos todos. — dijo mordiéndose los labios.El CEO no hallaba cómo actuar para que lo dejara solo. Estaba cansado de escucharla hablar, quería fumarse su cigarrillo en paz. Lo que no contaba la periodista, era que Samantha estaba observando todo desde la distancia.—¿Por qué
Ya al amanecer, despertaron para prepararse, dedicarse al trabajo unas horas y luego pasar por Connie a la escuela para visitar a los padres de Gerald, tal como habían planificado la noche anterior. Todo marchaba bien en la fábrica, cada día los perfumes estaban teniendo mayor receptividad y las ventas habían incrementado considerablemente.Se asearon y desayunaron, salieron al centro educativo para llevar a la niña y cumplir con sus obligaciones. En la oficina todos guardaban un gran respeto a Samantha, sus colegas le indicaron los resultados a cierre de mes y luego de conversarlo con Gerald, llegaron a la conclusión que los próximos lanzamientos serían igual o más exitosos.Después de la jornada laboral, Gerald esperó a Samantha en el auto. Condujo hasta la escuela y ya Connie esperaba junto con su maestra en el patio. Se despidió con un abrazo y Samantha se bajó para buscarla y conversar con su docente por si existía alguna novedad. La niña subió al carro con una sonrisa en su rost
Los Keane eran una familia multimillonaria de gran estatus social, vivían cómodamente en la ciudad de San Francisco, donde administraban ciertas empresas del ramo de textilería y comercializaban sus productos a distintos países del mundo. Samantha, era la hija mayor de dos hermanas, soñaba con ser una gran empresaria. Solo contaba con el apoyo de su padre, ya que su madre había fallecido cuando ella solo era una niña de cinco años. Su progenitor, al sentirse solo y no poder criar a sus hijas debidamente, buscó y encontró el amor en otra mujer que también tenía una hija, casualmente de la misma edad que Samantha, convirtiéndose así, en su madrastra.Su infancia fue un poco dura porque algunas veces tenía que ocuparse de sus hermanas cuando así lo ameritaban, repartiendo su tiempo entre ellas y sus demás actividades para no hacerlas sentir abandonadas. Por otro lado, su madrastra, no simpatizaba con ella ni con sus hermanas, y hacía todo lo posible para poner a su padre en contra y así