Gerald no contestó, hizo caso omiso, pues ella no le caía bien y prefirió ignorarla. Ese tipo de personas no le agradaban y sabía que, en cualquier momento, buscaría hacer enojar a Samantha haciendo cosas que ella pudiera malinterpretar, ya tenía experiencia con mujeres de su clase.—¿No me piensas contestar? ¡Ah! Eres de esos hombres a los que les encanta hacerse los duros ¿me equivoco? — mencionó.Gerald seguía sin responder.—¿Sabes? A mí me encanta el perfume “Muse” es realmente exquisito. Me preguntaba a quién se le habría ocurrido mezclar todas esas fragancias para dar como resultado algo tan espectacular, divino, diría yo. Pero no me digas que esas manos crean dichos productos, porque salgo corriendo a comprarlos todos. — dijo mordiéndose los labios.El CEO no hallaba cómo actuar para que lo dejara solo. Estaba cansado de escucharla hablar, quería fumarse su cigarrillo en paz. Lo que no contaba la periodista, era que Samantha estaba observando todo desde la distancia.—¿Por qué
Ya al amanecer, despertaron para prepararse, dedicarse al trabajo unas horas y luego pasar por Connie a la escuela para visitar a los padres de Gerald, tal como habían planificado la noche anterior. Todo marchaba bien en la fábrica, cada día los perfumes estaban teniendo mayor receptividad y las ventas habían incrementado considerablemente.Se asearon y desayunaron, salieron al centro educativo para llevar a la niña y cumplir con sus obligaciones. En la oficina todos guardaban un gran respeto a Samantha, sus colegas le indicaron los resultados a cierre de mes y luego de conversarlo con Gerald, llegaron a la conclusión que los próximos lanzamientos serían igual o más exitosos.Después de la jornada laboral, Gerald esperó a Samantha en el auto. Condujo hasta la escuela y ya Connie esperaba junto con su maestra en el patio. Se despidió con un abrazo y Samantha se bajó para buscarla y conversar con su docente por si existía alguna novedad. La niña subió al carro con una sonrisa en su rost
Los Keane eran una familia multimillonaria de gran estatus social, vivían cómodamente en la ciudad de San Francisco, donde administraban ciertas empresas del ramo de textilería y comercializaban sus productos a distintos países del mundo. Samantha, era la hija mayor de dos hermanas, soñaba con ser una gran empresaria. Solo contaba con el apoyo de su padre, ya que su madre había fallecido cuando ella solo era una niña de cinco años. Su progenitor, al sentirse solo y no poder criar a sus hijas debidamente, buscó y encontró el amor en otra mujer que también tenía una hija, casualmente de la misma edad que Samantha, convirtiéndose así, en su madrastra.Su infancia fue un poco dura porque algunas veces tenía que ocuparse de sus hermanas cuando así lo ameritaban, repartiendo su tiempo entre ellas y sus demás actividades para no hacerlas sentir abandonadas. Por otro lado, su madrastra, no simpatizaba con ella ni con sus hermanas, y hacía todo lo posible para poner a su padre en contra y así
Mientras caminaba por la ciudad, visualizando el bar, ya más cerca, se sorprendió de lo bonita que era su fachada, tenía un aspecto moderno y también seguro. Entró sin ningún temor de que su exnovio la estuviera siguiendo, pero lo que no sabía era que, alguien venía tras ella desde hace rato. Ya no se trataba de su exnovio, sino de su hermanastra. Randy Cooper le tenía el ojo montado en sigilo, siempre estaba pendiente de ver lo que hacía con el fin de contarle a su mamá y que, a su vez, ella mal informara al papá diciéndole mentiras. Envidiosa y despiadada al igual que su madre decidió entrar también al bar seguida de Samantha, sin llamar mucho la atención, quería averiguar la razón que la llevó a visitar ese lugar.Una vez dentro Samantha se sintió extraña, era la primera vez que estaba en un sitio así, a pesar de ser un bar clandestino había hombres muy bien posicionados disfrutando de un trago después de su jornada laboral. Enseguida la atendió un camarero guapo y amable y con la
— ¿A dónde quiere ir, señor?—A un hotel fino y lujoso que encuentres por la ciudad. El más costoso. – ordenó. Samantha se sentía avergonzada por aquellas palabras de Gerald, aunque le causó risas también, él era muy atractivo y no podía creer que estaba con ella, en un descuido él se acercó y la besó. Ella se quedó totalmente paralizada, dándole pie a proponerle quedarse con él esa noche. Estaba tan estresado y solo, que quería conocer a una chica que valiera la pena. Samantha sorprendida por el beso sonrío, asintiendo como aceptando su invitación. Él volvió a besarla, aunque se encontraba en ese estado, estaba más consiente que él. Le gustó el sabor de sus labios y lo suave que eran, en cambio Gerald no sabía lo que hacía, estaba totalmente fuera de sí y su cerebro casi que adormecía, pero aun así sentía un ligero placer ante los besos. Mientras admiraban el anochecer de la ciudad con sus sorprendentes edificios y lugares, detrás de ellos venía Randy llena de ira y de celos en un
Samantha ya había salido del hotel sin que casi nadie se diera cuenta, caminó hasta la parada de autobús para regresar al pueblo, a casa con su abuela, sabía que estaría preocupada por no avisar donde estaba así que la llamó prometiéndole explicarle bien cuando llegara, que la disculpara y que no se preocupara, pero que estaba bien y se sentía feliz pero avergonzada por lo que había hecho. Su abuela angustiada la perdona, esperando ansiosa su regreso. Mientras iba en el autobús de camino al pueblo, Samantha por primera vez sentía que había hecho algo divertido y fuera de lo convencional, pero no se sentía orgullosa de ello, lo justificaba el hecho que sentía haberse enamorado de aquel hombre que la miraba y tocaba con emoción, casi anhelando volver a contactarse y pasar otra noche junto a él. Aunque se hacía ilusiones estaba consiente que quizás había sido cosa de una sola noche y ya, al cabo de unos minutos, recibió un mensaje de Gerald.“Hola Samantha, perdóname, pero no quiero vert
Después de aquella tragedia, Randy estaba informada de todo, averiguó si de verdad Samantha estaba muerta y que había pasado con ella, tenía a la niña entre sus brazos. —Eres mi boleto al éxito pequeña e inocente niñita. — exclamó con una sonrisa de maldad. Había llevado a cabo su plan, pero de un golpe de suerte salió mucho mejor de lo que esperaba, su hermanastra no estaba muerta, sin embargo, había perdido la conciencia, no estaría más en la vida de Gerald, y mejor aún, su abuela que podía ser la única testigo de que tenía un hijo había quedado en estado vegetal. Su padre no sabía nada, la única que estaba enterada de todo era su hermanastra Randy y su madrastra. El padre de Samantha se enteró del accidente que tuvieron su hija y la abuela, así que decidió ir al hospital con su amada esposa a ver cómo se encontraban. Al llegar al hospital, preguntó por sus familiares y se le acercó el doctor que atendió a los recién heridos para notificarle el estado de salud de cada uno, se dir
Tras 5 años de la tragedia, Samantha decidida a buscar otros caminos, dispuso mudarse a la ciudad, pidiéndole nuevamente a la amiga de su abuela que cuidara de ella ante su ausencia, le pagó por ello, dejándole una buena suma de dinero por adelantado tanto para ganar su confianza como por motivo de agradecimiento. Debía conseguir un mejor empleo y ganar más si quería seguir apoyando a su abuela con su salud, tenía esperanzas de ver mejoras para seguir con vida. Pensaba que algún día ya no podría más, dejaría al destino y al tiempo decidir el destino de ambas, pero si estaba en su posibilidad, no se rendiría. Se mudó y rentó una habitación junto a una chica llamada Isabell Hill, al instante que se conocieron establecieron una gran amistad, se comprendían y entendían mutuamente. Samantha le había contado el accidente que había sufrido y lo poco que sabía de su pasado, pensaba de sí misma que era una mala persona, sin embargo, Isa, como le decía ella de cariño, no la juzgaba por eso. No