Mientras bailaban al ritmo de la música que estaba sonando en ese momento, Ryan compartía ciertas cosas con Samantha casi como un susurro a su oído, pues la melodía estaba a un volumen muy alto y les impedía escucharse bien. Al parecer, le causaba mucha risa porque ella no podía evitar sonreír con cada palabra emitida por él. Gerald estaba observando todo desde la distancia, y temía por ella. Conocía muy bien a Ryan, pues desde que estudiaban juntos, no tenía muy buena fama, solo que pasaba por alto sus intenciones debido a que era atractivo a la vista. No sabía si era buena idea acercarse y advertirle de su verdadera personalidad, porque lo más probable es que no lo creyera, lo interpretaría como celos y conociéndola, haría caso omiso a su advertencia. En cuanto terminaron de bailar, Samantha volvió a la barra y el hombre se alejó por un momento para resolver unos asuntos del bar. Fue allí cuando él aprovechó de acercarse y comentarle lo que pensaba. —Samantha, deberías alejarte de
Samantha entró en pánico sin siquiera escuchar las explicaciones que Ryan tenía para decirle, el ambiente se prestaba para malinterpretar y sus ojos denotaban temor. —¿Qué rayos estás haciendo? — preguntó con la voz temblorosa. —Samantha, no es lo que tú piensas. No intento hacerte daño, tienes que creerme. — respondió. —¿Y entonces? Dime ¿qué intentabas hacer? Te he visto desabrochar los botones de tu camisa ¿por qué motivo? — gritó. —Cálmate, te lo explicaré todo. Esperaré que te relajes, de esa manera podrás entender mejor lo que diré, pero de antemano, no quiero que pienses mal de mí. — advirtió. Ella respiró y se calmó, esperando que tuviera una buena razón convincente, de lo contrario, sería capaz de denunciarlo a la policía. —¿Ya estás bien? Permíteme comentarte… Estábamos bailando en el centro de la pista cuando me dijiste que te sentías mareada, y en cuestión de segundos, vomitaste mi ropa. Estaba intentando limpiarme, pero no podía dejarte sola. — explicó. Samantha lo
Samantha vio el vídeo y no le impresionó demasiado, ella sabía que todo había sido un malentendido, pues era lo que siempre ocurría y ya no le sorprendía que algo así pasara. Las mujeres que se acercaban a Gerald tenían esas intenciones, todas lo querían para ellas, y aunque tenía claro que lo hacía a propósito, no podía evitar sentir celos. Sin embargo, también se llevaba cierta parte de culpa, porque muy bien pudo haberle puesto un límite, negarse o reaccionar ante tal hecho.No contestó el mensaje a su amiga Isabel, no tenía qué decir. «Solo espero que Gerald corrija cuanto antes su comportamiento, de lo contrario, seguirá repitiéndose la historia una y otra vez» pensó mientras dejaba su teléfono a un lado.Respiró aliviada, aunque amaba a Gerald, no podía dejarlo pasar tan fácil, tenía que respetarla, y le enojaba que no tomara en cuenta cómo podía sentirse ella al presenciar tales escenas.Samantha y Andrew pasaron a visitar a su abuela, estuvieron al menos un par de horas en el
Gerald aún estaba conmocionado por lo que había escuchado de la boca de Samantha «¿cómo se atrevía a decir algo semejante?» pensó. Lo único que se le ocurrió hacer en ese momento fue tomar su mano y dirigirla directamente a su cuerpo, para que se diera cuenta que sí sentía, solo no quería parecer que se aprovechaba de ella, debido a su estado actual.Samantha creyó que Gerald había hecho eso para dar rienda suelta a la intimidad, y empezó a seducirlo, sin embargo, él se vio casi obligado a reprimir su deseo y se limitó a acariciar sus glúteos, dando pequeñas palmadas para que obedeciera y respetara su decisión.Con ayuda del baño que Gerald le propinó, la temperatura de Samantha ya se encontraba un poco más estable, aunque aún se sentía débil. Él la tomó nuevamente entre sus brazos y la llevó a la cama para que descansara un poco.—Por favor, Samantha, no quiero que vuelvas a verte con ese Ryan. Mucho menos después de lo que te hizo. ¡Las va a pagar! — advirtió Gerald.—Pero me parece
Gerald terminó la conversación vía teléfono con el detective privado. La noticia que le dio era muy delicada y no podía emitir comentario alguno sin tener las pruebas en las manos. Ya de antemano desconfiaba de su ex esposa Randy, mas no creía que esa mujer fuera capaz de cometer semejante atrocidad solo por estar con él. Eso le ayudó a atar cabos. «Con razón nos abandonó así, de un día para otro y sin avisar, mi abuelo tenía razón al rechazarla y pedirle que se marchara, solo me utilizó y colocó a la niña como excusa para quedarse a mi lado» pensó mientras apretaba el puño.Antes de dirigirse a la sala nuevamente, escuchó un grito. Era Connie.—¡Hija! ¿Qué ha pasado? — preguntó consternado.Cuando se fijó bien, vio que la niña se había caído por las escaleras. Todos se acercaron a auxiliar a la pequeña, tenía que ir a un hospital de urgencia. Sus abuelos se preocuparon, y Samantha se tornó pálida al ver a Connie en ese estado, estuvo pendiente de ella en todo momento, pero en un desc
Despertaron temprano, pues a Gerald le había salido un viaje de negocios urgente y quería ir a casa antes para empacar algunas cosas y tomar un baño que le ayudara a recuperar la energía. Además, cerciorarse que ya Connie se encontraba mejor de salud, y que ambas estuvieran en casa descansando.—Querida, hoy debo viajar por asuntos de trabajo. No recuerdo si te lo mencioné, entre tantas cosas que tengo en la cabeza, aunado a todo lo que ha pasado últimamente… — avisó.—¿A dónde debes ir? — preguntó Samantha con curiosidad.—Saldré de la ciudad. Solo será por un par de días. Se llevará a cabo una reunión con los próximos inversionistas, y luego habrá una pequeña celebración, según me han informado. De igual manera, estaré llamándote con frecuencia para saber de ti y de Connie. — explicó.Samantha asintió, estuvo de acuerdo, pues no le quedaba de otra que dejarlo ir, al fin y al cabo, se trataba de asuntos laborales. Aunque había pasado tiempo lejos de él, y no quería que se creara más
La madre de Gerald como le tenía tanto aprecio a Samantha, decidió comprarle ropa nueva. Al ver que ella tenía los mismos trapos de siempre le compró vestidos, camisas, pantalones y todo tipo de “outfits” para que los combinara como gustara. Samantha estaba encantada por toda la ropa que le habían regalado, su emoción era notoria, su rostro reflejaba felicidad.Gerald le preparó un regalo a Samantha y se lo envió, había pasado unos días y la extrañaba mucho. El viaje se le estaba haciendo mas largo de lo que esperaba, por lo que se dispuso en comprarle una serie de artículos de una tienda por donde pasó. Al siguiente día de haberle llegado el paquete a Samantha, ella lo abrió para ver de qué se trataba, al abrirlo, se sonrojó por completo.Gerald le había comprado ropa sexy, atuendos eróticos de conejita, juguetes sexuales de todo tipo, lubricantes, lociones comestibles, entre otras cosas para satisfacer todas las necesidades sexuales que podían imaginar. Samantha moría de la vergüenz
Después de hacerlo todo para convencerla, Gerald y Samantha se dirigieron a casa de su padre. Querían desenmascarar a todo aquel que le hizo daño, y entre ellos estaba Eva. Su madrastra nunca le tuvo estima, la odiaba con su vida por razones obvias. Samantha estaba dispuesta a ir a ver a su padre y terminar de abrirle los ojos, sin embargo, pensó que tal vez sería buena idea llevar puesto un cubrebocas para evitar que la reconocieran.Mostraba cierta timidez, hacía tiempo que no se acercaba por esos lares, y llegar sin avisar quizás se tomaría como un gesto de mal gusto, pero como su padre no podía hablar por teléfono si no estaba su mujer presente, era poco lo que iba a lograr si los colocaba en preaviso.Ya en el sitio, tocaron la puerta, esperando ser recibidos por su padre. Efectivamente, él abrió y los recibió con una gran sonrisa llena de nostalgia y alegría.—¡Hija! ¡Qué sorpresa! No sabía que vendrías, de haberlo sabido, hubiese preparado algo para recibirlos como es debido. —