El día finalmente había llegado. Lento, pero seguro, se había instalado en el horizonte con una tensión palpable que se sentía en cada rincón de la mansión Ashbourne. Mientras los preparativos para la boda se llevaban a cabo, el aire parecía cargado, como si el mundo contuviera el aliento.Gianna temblaba frente al imponente espejo de la habitación que le habían asignado. Cada detalle reflejado ante ella parecía perfecto: el delicado peinado que recogía su melena roja adornada con flores blancas y plateadas, el maquillaje impecable que realzaba sus rasgos sin ocultar la vulnerabilidad que había en sus ojos. Pero por dentro, sentía que no podía respirar.Era un día que la mayoría habría considerado el más feliz de su vida. Para los licántropos, las bodas no eran solo ceremonias, sino un acto sagrado: la unión de dos almas bajo la bendición de la Diosa Luna, sellada con un pacto de sangre. Sin embargo, la boda entre ella y Darragh era única. Como mates, su vínculo era una leyenda vivien
—No —sentenció Aleksi, con el ceño fruncido y una expresión que dejó claro que no quería más preguntas—. No estoy comprometido. Existió una propuesta, pero se quedó en eso.—¿La rechazaste? —insistió Gianna, su voz cargada de escepticismo.—No, sólo no respondí —simplificó el lobo con una tranquilidad que parecía ensayada—. Mis padres pidieron su apoyo.Gianna paseó la mirada entre Aleksi y William, buscando en sus rostros alguna señal que le aclarara más de lo que él estaba dispuesto a admitir.—¿Desde hace cuánto saben que vendrán? —preguntó ella..—Una semana —respondió William antes de que Aleksi pudiera abrir la boca.El lobo soltó un gruñido apenas contenido mientras se daba media vuelta y salía de la habitación con dirección al estudio donde se encontraba Darragh.Su plan inicial era llevarse a William, para no dejar al vampiro a solas con Gianna, y evitarle otro motivo de preocupación a su hermano. Pero no había contado con que la pelirroja lo seguiría de cerca, ignorando cual
—Jana —llamó una voz masculina desde el interior del baño de la habitación.La pelirroja giró el rostro y se encontró con otros ojos azules, idénticos a los de Gianna, a los de ella misma.—¿Ella estará bien? —musitó Jana, con la voz apenas audible.El hombre salió del baño, se acercó con pasos lentos y empujó la mano inerte de Gianna con la punta de su zapato negro. Luego alzó la mirada hacia Jana, sus ojos fríos y desprovistos de empatía.—Define «bien» —respondió con una sonrisa cargada de ironía.—André… —murmuró Jana, tratando de mantener la calma en su voz.Sin esperar más, Jana se arrodilló al lado de Gianna. Con cuidado, recostó a su hermana de espaldas, apartando los mechones rojizos que caían sobre su rostro pálido. Era como mirarse en un espejo, una imagen casi perfecta de sí misma. Siempre les dijeron que eran idénticas, y ahora que Gianna estaba frente a ella, inconsciente, esa verdad era aún más impactante.A diferencia de Gianna, Jana nunca olvidó. Nunca borraron sus re
—Se cayó el perfume, perdón —saludó Jana a Beth, esforzándose por sonar natural.Beth, al instante, percibió que algo no cuadraba. Había algo extraño en su amiga, pero antes de que pudiera articular la incomodidad que sentía, su mirada se posó en el vestido que llevaba puesto Jana.—¡¿Ya te vestiste?! ¡¿Me tardé tanto?! —exclamó, entrando rápidamente en la habitación. Su sonrisa se amplió al saludar a las mujeres presentes, pero de inmediato estornudó de forma exagerada—. Maldición, ¿qué marca es ese perfume? ¡Jamás lo compraría!—Perdón, —explicó una de las mujeres con tono ensayado—. Se nos cayeron un par de frascos por accidente. Al menos la novia olerá muy bien.—Darragh estornudará durante toda la ceremonia, —rió Beth, aunque interrumpió su propia frase con otro estornudo. Sacudió la cabeza, frustrada—. ¡Es demasiado! ¿No hay forma de quitarle ese olor a la novia?—No —respondió tajantemente otra de las mujeres.Beth volvió a dirigir su mirada hacia quien creía que era Gianna. Al
Darragh observó a Gianna. Sabía que Luna no había elegido ese vestido, las mangas largas eran un detalle que nunca le comentó. Sin embargo, no era el momento de preocuparse por eso; lo único que deseaba era tenerla a su lado, donde pudiera protegerla.Su mente estaba en alerta. Ya sabía que la pelea era inevitable; los exploradores habían encontrado lobos bajo los efectos de la droga de Cornelia. El ataque podía suceder en cualquier momento.Intentó comunicarse con Gianna a través de su vínculo, pero fue en vano. No podía alcanzarla, como si hubiera cerrado su mente de forma deliberada. La frustración se apoderó de él.Darragh cambió de estrategia y llamó a William con un fuerte pensamiento. El vampiro captó la urgencia entre el caos de murmullos que siempre lo rodeaban en lugares concurridos, pero no podía bloquearlos porque estaba atento a cualquier pensamiento que pudiera resultar amenazador.—¿Puedes entrar en la mente de Gianna? —preguntó Darragh.William lo intentó, pero también
William regresó a la mansión, siguiendo el rastro de la verdadera Gianna. No podía sólo desaparecer, en algún lado debía quedar algún registro de su aroma, pero el olor del perfume continuaba confundiéndolo y borrando los otros aromas.En el centro del enfrentamiento, Jana dejó escapar un grito desgarrador mientras su transformación ocurría. Su dolor capturó la atención de las hembras que la rodeaban, creando un instante de vacilación.¿Por qué le dolía tanto convertirse? La confusión les costó caro.Su distracción hizo que Aleksi pudiera atacar a un par de éstas, enzarzado en una pelea brutal de mordidas y rasguños hasta derribarlas. Su ataque dio la pauta para que los demás machos atacaran a las hembras, pero… ¡estaban atacado a sus aliados, no al enemigo!¡¿Qué demonios sucedía?!La transformación de Jana terminó, y apenas logró ponerse en pie antes de que Nerea la embistiera con toda su fuerza. La mordida de la alfa en el cuello de Jana fue certera; la sacudió como si fuera una pr
Gianna despertó en un remolino de confusión. El frío del suelo metálico de la camioneta se sentía áspero contra su mejilla mientras las vibraciones del vehículo resonaban en sus oídos.Intentó mover el cuerpo, pero estaba agotada, sus músculos parecían de plomo. Optó por quedarse inmóvil, su mente luchando por desentrañar qué había sucedido.Y entonces lo recordó.Esos ojos azules idénticos a los suyos, llenos de una intensidad aterradora.«Fue ella todo el tiempo», pensó Gianna, mientras un atisbo de energía le permitía levantar un poco la cabeza. Desde su posición, logró ver una ventanilla que daba al asiento delantero.—Está despertando —dijo una mujer al volante, con un tono de alarma.—Tendremos que volver a sedarla —respondió alguien desde el asiento del copiloto.—Cornelia dijo que con una inyección sería suficiente.—Pues evidentemente no es así, porque está…Un estruendo sacudió el techo de la camioneta. Las mujeres soltaron un grito al unísono.—¡¿Qué fue eso?! —chilló la co
Cornelia la tenía sujeta por el cuello a Nerea, sacudiéndola como si no fuera más que un muñeco de trapo. Kilian intentaba desesperadamente acercarse, pero un grupo de lobos bloqueaba su camino.Y entonces Darragh la vio. Gianna, o quien él creía que era ella, observaba la escena.El lobo negro no dudó. Corrió hacia ellos, destrozando a los enemigos con una rabia primitiva. Los lobos que lo enfrentaban sucumbían rápidamente ante sus mordidas, los huesos crujían con una facilidad aterradora. Su sola presencia sembraba el miedo; algunos retrocedían sin siquiera intentar enfrentarlo.Pero no fue lo suficientemente rápido.El último chillido de Nerea resonó en el aire como un eco interminable. Cornelia torció su cuello con un movimiento certero y dejó caer el cuerpo sin vida de la hembra alfa.Darragh rugió, una mezcla de dolor y furia que sacudió el aire a su alrededor. Sin detenerse, se lanzó contra Cornelia, derribándola con todo el peso de su cuerpo mientras Kilian corría hacia el cue