Elizabeth corrió para escaparse de su esposo y su expresión de incredulidad tras escuchar las palabras de Bastian y de los rostros que la miraban con lástima.Roger había quedado tan impresionado al escuchar a su amigo que ni siquiera reaccionó cuando ella se dio la vuelta y comenzó a correr.No la creyó, pudo ver en su mirada como la incredulidad inundaba sus facciones y ella no pudo soportarlo.Su esposo la alcanzó cuando estaba por arrancar el coche para marcharse de allí.Iba a acelerar, aturdida y con lágrimas en los ojos cuando sintió que le golpeaban el capó.Su esposo estaba frente al coche, impidiéndole que se escapara.Había colocado ambas manos sobre el capó y tenía la cabeza mirando hacia ese lugar mientras respiraba con dificultad.Al parecer había corrido mucho para alcanzarla.Elizabeth abrió la ventana y asomó el rostro.—Roger, ¿puedes apartarte? Quiero ir a casa —intentó que su voz no se escuchara entrecortada, pero era difícil porque las lágrimas no dejaban de salir
Que confiara en él había dicho.Ella había confiado y tras liberar a su madre de las garras de los niños y de que la pobre mujer diera las gracias porque hubieran regresado temprano, Elizabeth le contó todo a su esposo y lloró de nuevo por tener que recordar cada detalle.Roger no se conformó con una explicación rápida como la que dio Bastian, él quería saber todo.Estuvo más de dos horas recordando la cantidad de veces que la hicieron llorar y la forma en que la hacían sentir menos.Se había quitado un peso de encima, pero no comprendía la actitud de su esposo.La escuchó en silencio y pudo ver por su expresión que estaba furioso, pero intentaba no demostrarlo.Después, sin decir nada sobre lo que le había contado, le había dicho que se arreglara porque saldrían a cenar.Elizabeth al parecer lo malinterpretó.En su mente, ella creyó que la llevaría a algún restaurante, que iban a tener una velada romántica a solas después de aclarar las cosas, pero, para su sorpresa, Roger acababa d
Roger tenía toda la atención puesta en él.Generalmente no se destacaba por tener mal carácter y menos por tener interrumpir una reunión dando un golpe en la mesa que los asustó a todos.No quiso mirar a su esposa porque sentía vergüenza de él y de su propia familia.De verdad había estado ciego, se preguntaba si la actitud de su madre siempre fue así frente a él y no se había percatado.Ya estaba alterado después de escuchar los ruegos de su hermano para que lo perdonara por su traición y aquello solo colmó el vaso.El muy estúpido todavía creía que estaba enfadado porque le había quitado a Natalie.Eso se lo agradecería de por vida, su molestia era la traición, no podía fiarse de él.Cuando saludó a Elizabeth sintió que enloquecía, tanto así que apenas se quedaron solos no pudo controlarse y le dio un derechazo.Con las manos aún colocadas sobre la mesa, miró a su madre y le dijo:—Siempre supe que eras demasiado «especial» con las personas, mamá —ni él reconocía su propia voz, esta
Una semana después de la cena Roger y Elizabeth parecían que estaban de luna de miel y los Turner no dejaban de decir que aquella visita se había extendido demasiado y que era mejor regresar a casa.Su esposo y ella buscaban cualquier excusa para intentar extender su estadía y el matrimonio solía acceder a la mínima petición.—No me podías dejar sola, le prometí a Bastian que le conseguiría un marido y no sabría cómo escoger, Diana. —Acababan de ir a una agencia de contactos y llevaban un catálogo de hombres para su amigo.—Espero que eso le ayude a dejar de acosar a mi esposo, no sé por cuánto tiempo voy a poder evitar que Alexander lo mate. Un día puede que la que lo asesine lentamente sea yo, soy muy territorial —argumentó Diana.—Eres celosa y mucho —dijo Elizabeth en tono jocoso—, pero Alexander no tiene ojos para otra mujer que no seas tú.—Él sabe que tiene unos preciosos ojos y quiere conservarlos en su lugar, si anda mirando a otras ciego también me sirve. —Estaban por llegar
Natalie tuvo que esperar a que esa idiota de Diana y la esposita de Roger se marcharan.Esas dos no podían ser más inoportunas, estaba esperando a que la asistente de Roger saliera para que le diera información.Ahora que Paulina se había negado a ayudarla tuvo que buscar otra solución.No había sido muy difícil ganarse la amistad de la asistente, la chica era bastante solitaria y con llorarle un poco había sido suficiente para que se compadeciera de su «terrible historia de amor».Le costó arriesgarse con Rosmari, le daba miedo que fuera a contarle todo a su jefe, pero no le quedó otro remedio.Por el momento, la tenía de su lado y era todo lo que le importaba.Pedirle ayuda a Anderson era lo último que quería, ese viejo verde obligaba a pagar sus favores muy caros.Se le revolvió el estómago de solo pensar en tener que acostarse con ese hombre de nuevo.Natalie haría lo que fuese necesario y buscaría todas las opciones antes de regresar a pedirle nada.—Rosmari, psss, psss, estoy aq
Roger no se iba a quejar de que su esposa llegara con esa actitud, pero le resultó demasiado extraño.Elizabeth se le echó encima con desesperación y comenzó a besarlo, pero una llamada a la puerta los hizo ponerse en guardia.—Gordita, ey, gordita —le insistió para que lo soltara porque ella parecía no darse cuenta de que el pomo de la puerta se movía y que estaban llamando—. Compón tu ropa —le dijo con una sonrisa porque la actitud de Elizabeth era demasiado extraña.Su esposa se apartó como si le hubiera echado un valde de agua fría y comenzó a buscar las prendas que había dejado esparcida por el suelo.Roger se acomodó el pantalón y miró el bulto que asomaba.—Si no quieres no te voy a obligar —la escuchó murmurar, molesta.—¿Qué no quiero? —Le señaló en el estado en el que le había dejado—, no es eso, es que nos jugamos mucho con esta presentación y le pedí a Rosaura que trajera las fotos de las modelos del desfile para que escogiéramos con quién íbamos a quedarnos.—Se llama Ros
Su esposa se quedó esperando a que él dijera algo, pero se había quedado enmudecido porque ella tenía razón.A él se le hacía fácil rechazar a Natalie cada vez que aparecía, pero nunca se molestó en ponerle un alto.Elizabeth no insistió buscando una respuesta por parte de él y en ese momento se lo agradecía porque ni Roger la tenía.Ella le dio un beso en los labios y le dijo:—Creo que iré a casa, desde allí organizaré todo lo que te comenté antes y así también estaré con Andrew. Nos vemos después. —Roger asintió de forma robótica y la dejó marcharse.Pasó lo que restaba del día regresando una y otra vez a los perfiles de las modelos y mortificándose al percatarse de que su esposa tenía razón.Ninguna de aquellas mujeres había significado nada para él, a algunas ni las recordaba o tenía muy vagos recuerdos, pero Elizabeth parecía recordar todas y cada una de ellas y las ocasiones que eso la dañó.Cuando regresó a casa, lo que menos habría esperado era encontrar la sala convertida en
—Entremos al coche, ahí podremos hablar tranquilos sin interrupciones —le dijo Alexander y Roger accedió.—¿Por qué aquí?Alexander lo miró como si la respuesta fuera lógica.—Cuando tu esposa llegó a la casa se marchó a hablar con Diana, después de eso mi mujer me dijo que estaba casi segura de que ibas a estropearlo de nuevo. Aposté con ella que no sería así porque me tenías a mí para ayudarte… Ella se echó a reír. —Alexander lo miraba casi implorando—. Así que si lo has estropeado, vamos a solucionarlo antes de que se entere porque no pienso comer sus desayunos por una semana. Moriría el primer día.Roger no podía mentirle, quería decirle que no era así y que él no había estropeado la relación con su esposa porque no había hecho nada.Pero ahí estaba la clave, había sido demasiado pasivo y dando por hecho que todo se iría poniendo en su lugar eventualmente.—Creo que sí lo estropeé —admitió y Alexander se acomodó mejor en el asiento al escucharlo.—Dame un segundo —dijo sosteniendo