Capítulo XXXVIII

Klaus Santana

Entre a mi casa y enseguida subí a mi habitación, me metí a la ducha y lo más rápido que pude salí de allí, aún debía hacer algunas llamadas, porque organizar una cena para las dos de la madrugada sí que era trabajo, pero ella lo valía, ella siempre valdrá cada esfuerzo, cada momento y cada gesto que me atreva a darle, y mucho más.

Estoy hablando como el hombre enamorado, que, en algún momento, juré que jamás sería, volteo los ojos y tomó un respiro, quiero gritar, quiero buscar un anillo, ponerlo en su dedo y no dejarla ir jamás, pero no, no soy un troglodita, soy un hombre, que espera que su princesa, prontamente reina, le dé una oportunidad para dejarse amar y yo poder demostrarle todo lo que podemos ser juntos, unidos, como solo nosotros podemos estarlo.

Apenas salí del baño, encontré a

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