Arrogante, presumido, sinvergüenza, mujeriego y vago a pesar de haberse graduado con honores de Harvard en leyes, haber sido el mejor de la clase y más querido por las féminas se ha dedicado a disfrutar – más bien se ha aprovechado – de la fortuna de su abuelo el cual hoy día lo zarandea con la condición de que se busque una mujer para que le dé nietos ya que necesita herederos que valgan la pena, tratando a Damián de holgazán y desfachatado siendo el menor de sus hijos ya que el padre del mismo lo dejó abandonado y su hija pagó el precio.
Observa la chica que bebe como un vikingo en la barra vistiendo un atuendo bastante barato y horroroso a su parecer, pero decide acercarse y probar suerte ya que se siente aburrido de las mujeres que frecuenta normalmente. Su elegancia al caminar se confunde con un felino salvaje de movimientos controlados, un autocontrol que parece de mentira cuando desata su furia ante cualquiera que ofenda sus intereses.
— ¡Largo! – dice la chica y aun no llega a sentarse.
— ¡Buenas noches! – saluda ignorando la negativa casi inminente.
— Dije que largo amigo, no… - gira hacia la figura que tiene al lado dispuesta a despacharlo.
Pero queda embobada a tal punto con lo azul de su mirada que no logra coordinar las señales que manda su cerebro con sus cuerdas vocales y balbucea un “hola” casi en chino según la percepción del hombre que sonríe amplia y seductoramente, el que no se encuentra en mejor estado considerando la belleza de la mujer que tiene enfrente aunque tenga un gusto espantoso en ropa y perfume según piensa.
— ¡Me alegra que te guste lo que ves! – dice en tono burlón ante la mirada atónita de Lea —. Por cierto, deberías cerrar la boca por si las moscas quieren entrar – ella entrecierra los ojos con disgusto ante la chanza.
— He visto mejores y los he rechazado de plano, no te sientas especial porque los tragos hacen que veas las cosas de diferente manera – los ojos de Damián se achican, esa pequeña chica ya ha llamado su atención poderosamente.
— ¿Y que ves en este momento? Si no es molestia y me lo quisieras decir – aplica su técnica, la cual acaba de inventarse ya que no ha caído en la red solo con una sonrisa.
— Un traje caro, una vida de lujos y arrebatos – responde ella como si nada.
— ¡Bah! Nada que no sepa – increpa él — realmente pensé que serías un poco más original – critica provocándola un poco.
— Un ego que casi nos asfixia a todos dentro del puto bar, una pena que no te deja dormir y un gran problema por resolver y del cual no tengo la mínima intención de ayudar – ella se refiere a la noche de sexo tórrido y salvaje que define en sus ojos color de una noche sin luna.
Sin embargo él piensa en otra cosa considerando la fuerza de sus palabras y la veracidad con la que las pronuncia.
< ¡Maldición me gusta esta mujer! >, piensa ya casi obsesionado.
Mientras ella se gira nuevamente pidiendo otro trago para ahogar sus penas y dolores a causa del deslamado proceder de su imbécil ahora ex novio.
— Entonces no somos tan diferentes porque si una mujer bebe sola y del modo en el que tú lo haces es porque tiene una gran pena y es del corazón – expone pomposo, pero asertivo.
< ¡Y cuánta razón tienes, desconocido buenorro! >, expresa para sí suspirando.
— Mi corazón se encuentra en buen estado – sonríe — la pena es porque el engaño se convirtió en una estocada inesperada…
— ¡Lo tengo! – ella lo mira como si de un extraterrestre se tratase —. Novio y amiga en una cama de hotel – sonríe arrogante ante lo atónita de la mirada de Lea — tengo razón ¿eh? – ella pestañea varias veces para reponerse de la sorpresa.
— Cierto, pero en el apartamento que compartíamos y en mi propia cama – el hombre cae abatido recostado al espaldar de la silla.
— ¡Wow, que de bolas tiene ese hombre! – ella se percata de la burla en su tono ya que imagina que él haya sido protagonista de muchas situaciones como esa — ¿y cómo lo llevas? – Lea resopla levantando el shot relleno de tequila — ¡ya veo!
— En cambio tú – lo señala aun con el pequeño vaso lleno — llevas tu problema como la seda siempre y cuando la exigencia no lo amerite ¿o me equivoco? – toma una bocanada de aire ya nervioso por lo acertado del comentario.
Lea apura el trago, Damián paga los siguientes y los demás también hasta que llega el momento del baile, las risas y la diversión que conlleva al relax físico, lo que da paso a una serie de sensaciones guiadas por el alcohol y otras cosas…
— Bailas bien chica sin nombre – le sonríe y un hoyuelo se asoma en su mejilla derecha.
— Tu igual Sr. Desconocido – ella lo hace de vuelta ya con coquetería y ¿por qué no? Un poco de insinuación.
— “Existen cosas en la vida de las cuales no nos podemos desprender – manifiesta Damián con desazón — y una de ellas es la realidad que nos golpea” – Lea ríe a carcajadas bañadas en alcohol sin comprender sus palabras en el momento.
— ¡Ups, que filósofo! – continúa con lo que supone sea una broma —. Ahora pídeme que me mude contigo ya que no tengo idea de como pagar el apartamento en el que vivo – habla de más sin darse cuenta.
— Tengo una mejor proposición – le habla un Damián trastocado también por todo el alcohol que corre en su organismo — ¡casémonos!
— ¡Acepto! – grita Lea con las manos arriba al mismo tiempo que su ahora prometido la levanta en el aire.
— ¡Pero festejemos y larguémonos a la luna de miel primero!
Y dejaron el bar…
Damián mira la chica que duerme plácidamente la mona en la cama que reserva como picadero en el pequeño hotel que le pertenece a su familia paterna. Consciente de que es una mala idea pretende seguir con el juego de roles de la noche anterior, suspira resignado a que si no da el paso se quedará en la calle ya que el hombre que lo crió le aseguró la última vez – muy decidido por cierto – que no tocará un céntimo más de la herencia si no le daba un nieto., repite en su mente con amargura.La noche anterior estuvo plena de delicias y placeres que lo llevan a pensar en que es la candidata perfecta, solo tiene que trabajar un poco – más bien mucho – en su estilo personal y cambiar algunas cosas o mejor cambiarlas todas porque hasta su manera de hablar es horrenda aunque tiene un encanto natural que sin duda conquistaría su corazón, de tener alguno por supuesto.— ¿Pasarás el día mirándome desde la puerta del baño Sr. Desconocido? – expresa la chic
— ¡Srta. Ferrero a mi oficina! – traga el grueso nudo que se le hace en la garganta.A pesar de haber hecho todo casi a la velocidad de la luz, su esfuerzo no trajo frutos ya que llegó a la oficina diez minutos tarde, de no haber sido por el retraso del “millón de dólares” habría llegado a tiempo, ahora con la mala cara que ostenta su desagradable y nauseabundo jefe no se augura un buen presagio. Solo espera que el regaño no sea tan fuerte como para que sus compañeros – o malos compañeros – se burlen de ella como acostumbran.— Enseguida jefe – sonríe encantadora ante la cara de piedra que él le devuelve.— Es ahora ¿o solo quiere tomar diez minutos más? – aprieta la mandíbula mordiéndose la lengua para no cometer ninguna imprudencia.Ya se gastó el dinero del alquiler en el bar y necesita un préstamo para evitar un desalojo formal ya que se ha atrasado en los últimos tres meses de pago.— ¡Sí señor! – lo sigue obediente a la oficina.— Esta es la tercera vez que llega tarde en e
La mañana de Damián Del Toro se ha pasado lento entre libros de contabilidad, se siente desesperado ante la posibilidad de que el hombre que lo crió lo deje de patitas en la calle, ese que lo obliga a estar día tras día detrás de un escritorio leyendo libros que a su parecer se encuentran escritos en letras chinas ya que luego de su graduación dijo que se tomaría un año sabático y en realidad fueron casi ocho.— ¡Jesús, apenas dan las nueve de la mañana! – mece su cabello despeinándose por completo —. Esta situación esta acabando con mis nervios el abuelo presionando, la empresa de la cual no se una mierda y mi billetera vacía me someten a un estrés casi post traumático. Necesito hallar la solución a esto ¡y rápido antes que colapse!, señala una vocecita en su cabeza.Se burla de su yo interno tratando de darle ánimo y resulta que no solo se encuentra desanimado sino austero y con los bolsillos vacíos en este momento.— Sr. Del Toro tiene una
Después de casi ser desheredado – definitivamente – por su abuelo, Damián del Toro llega rápidamente a la comisaría en uno de los autos tipo limusina de la empresa, todos en el recinto Giran a verlo ya que lo reconocen porque su abuelo es un gran empresario además de colaborador con la policía de Nueva York.— ¡Sr. Del Toro! - una mujer muy atractiva en uniforme azul lo intercepta — qué placer tenerlo por acá ¿Sí me dice en que lo ayudo? estoy a sus órdenes - la chica sonríe y él no puede dejar de mirar su busto por encima del uniforme que le queda cañón.Sin embargo reconoce que es mala idea mirarla ya que viene por La chica que conoció del bar de anoche y que ya no recuerda su nombre.— Srta., Es un placer para mí conocerla sin embargo en esta ocasión necesito que me ayude a encontrar a una persona muy importante y que se encuentra acá recluida - la mujer levanta la ceja y él sonríe chulo.— Usted dirá - es todo lo que dice la mujer.— Su nombre es Lea Ferrero, es alguien muy
La chica abre tanto los ojos que Damián teme le caigan al piso, siente su cuerpo temblar y aprieta los brazos femeninos con el fin de tranquilizarla, Lea niega con la cabeza hacia el hombre guapo y socarrón que tiene en frente, y quien pretende que ella lleve un mentira siendo que no sabe como hacerlo.— Tranquilízate cielo, no es como si nos fuésemos a casar hoy mismo – el abuelo sonríe encantado ante la interacción de la pareja.— ¡No, no, no lo entiendes! – susurra con voz timorata y ojos vidriosos — no puedo… es decir no se mentir – Damián arruga el entrecejo y le sonríe de nuevo.Ella lo mira desesperada y él le resta hierro a su preocupación. Le da un sonoro beso que ella no corresponde por lo nerviosa que se encuentra, un carraspeo interrumpe el momento y ella salta en su lugar asustada de lo que se pueda avecinar, Damián piensa que es una excelente actriz y solo debe ataviarla con ropa de marca y zapatos a juego.Nunca ha tenido que preocuparse por nada concerniente a cosas
Lea ingresa a la terraza de la mansión Del Toro de la mano de Damián y muerta de nervios debido a que no tiene idea de lo que va a decirle al atractivo y cariñoso abuelito, aun cuando algo le dice que no es una mansa paloma.La sudoración en las manos y el cuello le avistan una crisis de pánico. Tambalea. Damián la sostiene y al mirarla se percata de que sus ojos se encuentran húmedos, brillantes, mojados.— ¡¿Pero qué te pasa mujer?! – susurra descolocado — ¿por qué coño lloras, joder? – inquiere acercándola a su cuerpo.Tiembla un poco por su cercanía sin embargo se recompone como el macho que es, ese que le va a dejar las cosas claras. No es de los que tiene mucha paciencia.— ¡Que me van a descubrir! – sorbe un poco por la nariz nada elegante y Damián pone mala cara — tu abuelo puede que sea agradable, pero no creo que se haya tragado el cuento de que somos novios y tengo miedo, estoy sola en este país, sin trabajo y… sin dinero – solloza en silencio a causa del estrés que le p
— ¿Es en serio papá? – Mauricio Del Toro asiente sonriendo — ¿no entiendo que te causa tanta risa? – reprocha Mariah a su padre.— Es que Lea es tan “Mona” – expone con ojos soñadores el viejito lindo —, estaba toda nerviosa, pero mi Damián la va a cuidar – dice y la Doña junto a las dos mujeres que la acompañan jadea.— ¡Es una Mona de verdad padre! – grita exasperada — ¿Qué no viste lo corriente que es? – el hombre se encoge de hombros.Mauricio no es un pobre viejito, el caballero es un arma de doble filo, pero en vista de que su nieto-hijo se ha dedicado solo a gastar el dinero que por cierto ni siquiera le pertenece y su madre igual, debe por lo menos casarse y darle no uno sino ¡dos nietos! Como castigo a la sinvergüensura que ha mantenido.— ¿Ah sí? – responde el hombre — pues yo ni siquiera lo vi incomodo – sonríe malicioso hacia la joven que tiene los brazos cruzados y los labios fruncidos — muy por el contrario…— ¡Pues yo no lo acepto! – se pronuncia la madre de la
— ¡No digas tonterías! – regaña mandón — te ves muy bien…— Hasta que hable, hasta que me pregunten y deba decirles donde nos conocimos – espeta.— ¿Y dónde nos conocimos? – indaga para tranquilizarla ya que se ha percatado de que hacerla hablar es buena idea.— ¿En el bar? – responde rodando los ojos por la obviedad.— ¿Y que hicimos? – Lea se detiene en lo alto de la suntuosa escalera para mirarlo como si fuese de otro planeta.— Nos emborrachamos, bailamos y luego nos fuimos a un hotel – susurra muy cerca de su rostro.— ¡Exacto! – él se acerca un poco más mirando sus labios colorados de tanto morderlos — ahora agrega que lo hemos hecho cada semana por lo menos dos meses y aquí estamos – la acerca a él por la cintura y coloca la frente sobre la suya.— ¿Qué haces? – dice ella en voz baja.— Disimulo – explica con esa sola palabra.— ¿Por qué? – intenta zafarse y no puede.— Porque Gretta está justo debajo de nosotros – ella abre la boca y él quiere besarla, pero se cont