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Capítulo 1. Engaño y desdicha

—  ¡Eres un desgraciado! – la mano femenina impacta el rostro del farsante —  Después de todo lo que he hecho por ti, sacarte del hoyo en el que te encontrabas y de paso ayudarte a salir de un pueblucho para que me hagas esto – grita Lea luego de haberlo abofeteado por segunda vez como si su rostro fuera una pera de boxeo —  ¡lárgate de mi casa! y llévatela a ella también antes de que los lance a ambos por el maldito balcón ¡par degenerados! – tira de la colcha para que salga de la cama y el infeliz cae al piso despatarrado.

—  ¡Cariño cálmate por favor! – suplica el engañador.

Los ojos de Lea se desorbitan cuando la llama de ese modo y sale de la pequeña habitación hacia la cocina en busca de un recipiente con agua fría para darle su merecido, al regresar los baña a ambos y los gritos son casi de terror.

—  ¡Largo! – les lanza la cubeta vacía y golpea a la chica.

—  ¡Pero cálmate, eres una loca!! – protesta su supuesta amiga con rostro enrojecido.

—  ¡¿Loca?! – levanta la mirada llena de ira en contra de ella —  te aconsejo mantener la boca cerrada para evitar que esta loca te arranque la lengua – señala la pendeja engañada envuelta en un halo de furia.

Quien se encuentra lista para saltarle a la yugular y arrancársela de un mordisco, los cuerpos temblorosos se levantan rápidamente como Dios los trajo al mundo corriendo hacia la sala “la Loca”, va detrás de ellos con el cinturón de su ahora ex novio hasta que abren la puerta en una carrera contra reloj buscando salvar sus vidas y casi la pierden bajando las escaleras del edificio.

Lea baja el primer tramo satisfecha por cobrarse la humillación de la que ha sido objeto sin necesidad alguna, no ha derramado una lágrima, su cuerpo aún se siente aletargado, pero esto no durará mucho ya que el dolor se hace presente en forma de náuseas y debe regresar de inmediato al apartamento para no esparcir su miseria por los pasillos aunque ya algunas puertas se encuentran entreabiertas disfrutando del espectáculo.

—  ¡¿Qué coño me ven?! – espeta con tanto enojo que las puertas hacen un ruido estruendoso al cerrarse de súbito.

Corre al baño para devolver el contenido de su pobre estómago que se resiente ya que entre el montón de trabajo, el odioso jefe que le ha tocado, y este disgusto ya no desea tener contacto con lo que tiene dentro. Lea Ferrero es una chica inocente a pesar de haber vivido todo un año con quien era su amigo de la infancia y con el cual decidió probar suerte en un noviazgo que ya sabemos como terminó.

—  Todo en este mundo es efímero, nada es real completamente y el amor señoras y señores apesta terriblemente – expresa luego de salir del baño y dejar en el váter parte de su dignidad —  incluso mi odioso jefe que se dedica a enviar mensajes de trabajo luego de haber salido ¡qué se joda! – y ni siquiera respondió el llamado de trabajo por el estado de letargo en el que se hallaba en ese preciso momento.

Se considera una chica fuerte, recia y salvaje cuando se siente amenazada por algo o peor aun es casi letal en el momento de defender lo suyo. Sin embargo el acero que la recubre baja en forma de lágrimas presa de la tristeza y el rencor hacia el engaño de la cual ha sido objeto y cae sobre sus rodillas totalmente derrotada.

Piensa en sus más grandes tesoros: su madre y su abuela que se encuentran lejos en este momento una luchando por controlar su enfermedad y la otra desgastándose, cuidando a su propia hija mientras nuestra heroína parte su lomo en otro país para poder llevar el pan y los medicamentos correspondientes para mantener a raya el espectro que azota a su amada madre…

Del otro lado de un bar cualquiera, un hombre que ostenta unos treinta años, ingiere alcohol como si su vida dependiera de ello considerando que su propio abuelo lo ha sacado del testamento y echado casi a patadas de su casa tratándolo como un indigente ante la irresponsabilidad de no tener una pareja fija y mucho menos una familia. Es lo que se podría llamar el Adonis de Auguste Rodin, Damián Del Toro de descendencia española, nacido en Madrid y traído a los Estados Unidos a la edad de tres años cree que le pertenece todo aquello que ve...

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