Finalmente, Eir estaba lista para salir de ese hospital y hacerse cargo de las cosas, Jessi como la buena amiga que es se mantuvo a su lado, pero su amistad peligró cuando se dio cuenta del embarazo de Eir y ella se lo había estado ocultando. ―Ve a darte una ducha, yo acomodaré la ropa. ―Eir miró a su amiga, sabe que aún está enojada por su decisión. ―Jessi, por favor… ―Abortarás a un bebé. ―La miró como si fuera un monstruo. ―No tiene la culpa de nada, Eir…. ¿Por qué no lo piensas mejor? ―Eir suspiró. ―Lo he pensado todo lo que debía, Jessi. ―La miró implorante. ―No sé a quién me entregué y, por lo tanto, tampoco sabré quién es el padre de este bebé. ¡Que daré sin trabajo! ―¡Eso no lo sabes! ―Quiso ser positiva. ―No sabes si ese hombre te dé otra oportunidad, eres buena en lo que haces y… ―Te necesito. ―Eir la cortó. ―Necesito a mi amiga, necesito que analices las cosas. ―Caminó al baño. ―No me gustaría criar al bebé sola, sería injusto para él venir a este mundo a sufrir y ten
Dark miró al hombre frente a él, desde que pasó el escándalo le había estado pidiendo información de lo que pasaba con Eir y Vidar, pero lo que estaba escuchando no le agradaba en lo absoluto, pensó que por lo menos ambos sufrirían un poco más. ―La princesa también ha salido del hospital y… ―¡Te he dicho mil veces que no es una princesa y no debe ser tratada como tal! ―El fuerte golpe en el escritorio sobresaltó al hombre. ―No es mi hija, ella no es nada de mí. ―Los toques en la puerta lo interrumpieron. ―¡¿Qué quieres?! ―Gritó enfurecido. ―Señor. ―La asistente de Dark abrió la puerta para asomar la cabeza. ―Hay una mujer aquí afuera y quiere verlo. ―Dark asintió, necesita distraerse o de lo contrario matará al inútil frente a él. ―Padre. ―Eir saludó al entrar a la oficina dejando plasmado a Dark, pero eso duró poco, prontamente el hombre cambió su gesto a uno de odi0. ―Lárgate y déjanos a solas. ―Ordenó a su investigar y quien hace el trabajo sucio. ―Me repudia que alguien me vea
Vidar miró el techo, ni siquiera estando en su casa sobre su cómoda cama pudo pegar ojo, él no logró encontrar a Eir por ningún lado y no sabe exactamente como sentirse. Está furioso, de eso no hay duda, pero el pensar en que ella ha desaparecido sin más también le hace sentir extraño.Resoplando al saber que debe ir a trabajar porque no puede darse el lujo de faltar, se paró de la cama con dirección al baño, debe ser ese hombre imponente y al que todos admiran nuevamente, debe darles la cara a sus trabajadores y dejar en claro que esas noticias solo fueron con el propósito de perjudicarlo y no lograron hacerlo.Frustrado por no poder descargar su furia, molesto por las tantas llamadas de sus padres, sabedor de que será el centro de todas las miradas una vez entre al edificio, bajó de su auto y decidió subir por el ascensor del estacionamiento subterráneo, ya hablará con todos después.Dejado en claro que no recibirá a nadie, entró a su despacho y se encerró, como lo supuso, Eir no es
―Te he dicho que te presentaré a Apolo y tú no quieres. ―Se asomó. ―Deberías aceptarlo, es un CEO adinerado y sexy.―Es amigo del idiot4 que era tu jefe, no quiero nada que sea tocado por ese diablo. ―Eir carcajeó, su amiga es tan rencorosa que muchas veces la envidia, ella también quiere tener un corazón así de duro.Una vez ambas estuvieron listas y desayunadas, Jessi se ofreció a llevar a Eir a la empresa, ambas estaban metidas en sus pensamientos. Eir no podía dejar de pensar en el día pesado que tendría; lo abriría enfrentando a Vidar y lo cerraría con el aborto. Jessi por su parte estaba demasiado de preocupada por su amiga, ella renunciará sin más y además se realizará ese procedimiento en el que algo puede salir mal y morir.―Dame un beso, esposa, debo irme. ―Jessi la abrazó y le dio un beso en la mejilla.―Nos vemos más tarde en la clínica. ―Se despidió con una sonrisa. ―Por favor, no olvides esperarme, no quiero que estés sola. ―Eir le tiró un beso y se despidió de ella.―Lin
Con ayuda de Vidar se puso en pie y respiró aliviada por no caer, ese sentimiento de miedo le hizo saber que debía ir con el doctor cuanto antes, debía deshacerse de ese bebé antes de que se encariñara. ―Debes dejarme ir. ―Susurró apartándose de él. ―Necesito un par de días libres lejos de todo esto. ―Vidar frunció el ceño. ―¿Por qué? ―Quiso saber. ―Necesito ir al hospital. ―El corazón de Vidar dio un vuelco, su olor es de miedo, y tristeza, él sabe exactamente lo que ella hará y no se lo puede permitir. Acercándose a ella, la agarró con firmeza del brazo. ―No tienes permiso de moverte de este despacho. ―La miró a los ojos. ―Me golpeaste, no mereces salir de aquí. ―La obligó a sentarse en su sofá. ―Me verás trabajar hasta que te disculpes conmigo por ser tan vulgar y tocar mi perfecto rostro. ―Eir lo miró con incredulidad. ―¡Aquí quién debería disculparse eres tú! ―Estaba indignada por su comportamiento déspota y narcisista. ―Fuiste tú quien me trató mal sin saber cómo son las co
―Cállate esa boquita y camina. ―La miró con amenaza. ―Y espero por tu bien que no salgas con una imprudencia frente a mis trabajadores. ―De la mano ambos salieron del despacho dejándolos a todos con la boca abierta. ―Quiero que apaguen el equipo de mi oficina, no volveré hoy. ―La secretaria de piso asintió con los ojos casi fuera de su lugar. ―Eir… ―Lukas paró en seco al bajar del ascensor. ―Apártate. ―Riñó Vidar. ―Estorbas. ―Lukas se apartó sin dejar de mirarlos, Vidar deseó sacarle los ojos, pero decidió mejor abrazar a Eir por las caderas. ―Quiero que prepares el piso, iré para allá. ―Ordenó una vez abrieron la llamada. Eir lo miró con el corazón enloquecido en su pecho, ¿Por qué de pronto él decide secuestrarla? ¿Por qué no la deja en paz si tan enojado está? ¿Cómo hará para asistir a su cita y sacarse a ese bebé? Las preguntas la estaban volviendo loca. ―¡Oye! ―Lo miró atónita cuando le arrebató el móvil. ―Eso es mío. ―Vidar poco caso le hizo, se guardó el móvil en el bolsillo
Encierro, soledad y más encierro. Vidar la tiene cautiva y abandonada, todavía no comprende por qué ha hecho aquello, Eir no sabe exactamente lo que está pasando y eso la mantiene alterada. Nadie sabe donde está, ya que en ese piso donde está no hay teléfono ni como comunicarse con el exterior. Lo tiene todo, comida, atención por una mujer que le da compañía a todas horas y por supuesto Apolo que la visita de vez en cuando. Para Eir tanto Apolo como Vidar son tan culpables, él es mejor amigo de quien la encerró y se niega a ayudarla, así que no le importa cuanta compañía y cuantas risas se esfuerce en sacarle, ella no quiere saber de él. ―¿Cómo está? ―Vidar miró a la mujer que se ocupa por mimar a Eir. ―¿Está comiendo bien? ―Sí, señor. ―La mujer no lo miró. ―Ella se alimenta, no deja de comer y lo que más le gusta son las uvas, no puede estar sin comerlas. ―Vidar inconscientemente ladeó la sonrisa. ―Pero debo decirle que cada vez se molesta más por el encierro y lo maldice a usted
Vidar se detuvo al sentir el tirón en su brazo, él muy bien pudo seguir su camino e ignorarlo, pero ese olor de furia y temor llamó fuertemente su atención. Al girar, la mujer que lo miró desde su nada privilegiada estatura le demuestra lo mucho que le desagrada. ―¿Dónde está mi esposa? ―Vidar alzó las cejas. ―Mi amiga, ¿Dónde está Eir? ―¿Por qué debería yo saber de esa mujer? ―Su sola voz estremecieron a Jessi, pero a ella no le importó. ―Es un miserable hijo de perr4. ―Vociferó molesta. ―Usted ha hecho con mi amiga todo lo que ha querido y sé que usted es culpable de su desaparición, ¿Dónde está ella? Por favor. ―Esta vez cambió su gesto. ―Dígame donde está, ella no puede estar sola en estos momentos… ―¿Por qué no podría estarlo? ―Le dio frente, la había estado mirando por sobre su hombro. ―Tienes el privilegio de tenerme frente a ti, contesta. ―Jessi frunció el ceño, ¿Acaso se cree Dios? ―Eso a usted no le interesa. ―Vidar disimuló su gesto de sorpresa. ―¡Solo dígame donde está