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Una vida
por otra.
Emily se encontraba en el lago, junto a los juncos, mientras pensaba en la conversación que había tenido con él. Se sentía como una estúpida al haber pensado en la sola idea de poder confiar en aquel humano.
Un fuerte dolor en la espalda, justo donde se encontraba su cintura, la hicieron despertar de golpe, haciendo que cayese al suelo dolorida.
Gritó tan fuerte que pensó que su garganta se desgarraría, mientras sentía como sus lágrimas caían por sus mejillas.
Pero había algo extraño, sus lágrimas tan sólo eran eso, lágrimas, como las de cualquier humano, era como si realmente no fuese una sirena.
Agarró su colgante, con la intención de quitárselo e introducirse en el agua, pues sa
–La muerte se acerca.En la playa, cerca de la orilla donde las olas majestuosamente mueren, una joven de cabellos castaños y melena larga, al viento, se encuentra, con la mirada perdida en el mar, como si estuviese esperando algo o a alguien.Lleva un largo vestido blanco y sus pies están descalzos, evitando que estos toquen el agua, pues aún no sabe bien lo que ocurriría.No lejos de ella, un bello rostro de una joven de cabellos dorados salía a la superficie, al mismo tiempo que sus agallas y las algas que adornaban su cuerpo y su rostro se iban marchando de estos.Nadó hacia su amiga, hasta llegar a tierra firme, arrastrándose entonces hacia la arena, donde ni una sola gota de lluvia pudiese tocarla.
–Un trozo de madera.Emily seguía en la playa, admirando la espesura del mar, pues su hermana se había ido a visitar a Marina a su nuevo hogar, con las indicaciones que le había dado para ello. No quería volver a ver a William, esa era la razón de no haberla acompañado.A veces … - comenzó, con ojos llorosos, recordando la primera vez que había visto a aquel hombre al que amó - … me gustaría volver a aquellos días. – reconoció, mientras sus lágrimas salían por sus mejillas, para luego ser derramadas sobre la arena, como dos simples gotas de agua, como si realmente no fuese una sirena. Ya estaba lejos de ser nada, ni siquiera era humana, pero estaba cerca de ser un simple cuerpo sin vida.
–Miedo a la lluvia.Marina hablaba con su hijo en el porche de la casa, mientras Agamenia recostaba a Emily en su cama.Ese colgante es extraño – comenzaba hacia su madre, haciendo que esta le mirase con atención – parece oscurecerse cuando lo toco.William…¿Por qué la lluvia es tan mala para ella? – Preguntó, tras largo rato, intentando pensar en que preguntarle a su madre, pues no quería que ella pensase que se había vuelto loco al hablar de sirenas y alucinaciones.Se podría decir que ella es alérgica a la lluvia.Mientras, Emily hablaba con Agamenia, justo después de ser arropada por esta en su reconfortable ca
–La fotografía.Marina se encontraba en la parte de atrás de su bello jardín, regando las magnolias, cuando su hijo llegó hasta ella, parecía cansado del rodaje, pues apenas habló demasiado al llegar, tan sólo le dio un delicado beso en la mejilla.Tengo que llevarte al pueblo luego, papá no llegará hasta la cena – le informó, dejando claro que su padre le había pedido aquel favor, y que conocía perfectamente cuales eran sus planes – Ella está loca ¿verdad? – Preguntó, haciendo que su madre le mirase sin comprender.¿Por qué dices eso?Ella piensa que es una sirena, y que yo soy la reencarnación de su esposo muerto
–Burbujas de agua.Cerca de las montañas, no muy lejos de una caballa de madera, al final del sendero del bosque de Gloucisre, junto al riachuelo, hay una mujer tumbada en la arena, mirando hacia el nublado cielo, esperando la inminente lluvia.Sabe que pronto llegará y la espera con ansias, quiere volver a sentirla sobre su rostro, aunque ello quiera decir que su muerte se acerque.Piensa en su hija, en lo mucho que la echa de menos, en el hombre al que amó, aquel que murió en sus brazos, después de cambiar su vida con la de ella.Levanta el brazo, tranquila, intentando alcanzar algo, mientras una lágrima recorre su rostro.Pronto estaré contigo – aseguraba, mientras sentía como la chispa vital le quemaba en el p
–RecuerdosEmily miraba hacia William, preocupada por lo que estaba a punto de suceder, sabía que moriría de un momento a otro, que se convertiría en burbujas de agua, pues él acababa de destruir aquello que la mantenía con vida, aquello que la dejaba ser humana.Miró hacia él asustada, mientras sentía como su corazón latía a mil por hora, no entendía por qué, pero nada estaba sucediendo, ni siquiera había vuelto a ser una sirena.¿de verdad creías que te dejaría morir? – preguntó, haciendo que ella le mirase sin comprender que era lo que había hecho, observando como él sacaba del bolsillo un colgante con una pequeña caracola colgando de él, haciendo q
–La memoria esalgo frágil.William Drake caminaba hacia la cocina de su casa, cogiendo una manzana del frutero de esta y dándole un mordisco, mientras su madre y Agamenia le miraban sin comprender, pues parecía un hombre despreocupado, mucho más de lo que había estado horas antes, al marcharse de allí.¿Quién es ella? – Preguntó hacia su madre, mientras señalaba a la mujer que acompañaba a su madre en la cocina.Ella le ha borrado la memoria – reconoció la mujer, hacia la madre de William, haciendo que este mirase a ambas, sin comprender a lo que se referían, y algo ofendido por el hecho de que su madre no hubiese respondido a su pregunta¿por qué
Capítulo 27–Perdida en el río.Emily Forbes se arrastra hacia tierra, por la orilla del río, arañando su cola con las piedras del fondo, mientras sus lágrimas caen por sus ojos, pues acaba de enterarse de cuál es el castigo que la diosa le ha impuesto: vivir cien años entre los humanos, sin poder envejecer, siendo como uno de ellos, pero sin dejar de ser una sirena, teniendo que huir de la lluvia, del mar, de cualquier cosa que pueda descubrirla, pues sabe que en aquel mundo hostil podrían hacerle cualquier cosa si descubriesen lo que era.Llegó a tierra firme, y acarició sus escamas, admirando como estás se desprendían y su tez se volvía rosada, para luego convertirse en unas malheridas piernas.Se puso en pie con dificulta