ZARCO—Sí lo que te dijo Paula no es suficiente para que desconfíes de Mercedes, entonces tienes que leer esto —dijo Celeste intentando ocultar su decepción de la cual yo era responsable.Tomé la hoja de laboratorio y contuve la calma hasta que leí esa palabra: «cianuro».—En pocas cantidades pueden ser imperceptibles los síntomas más característicos —dijo Daniel con recelo. Le agradaba tanto hablar conmigo, como a mí con él—. Que se retire de la dieta no significa que no haya generado más problemas, como insuficiencia hepática o renal. Tu madre necesitará estudios extensos para visualizar el daño que el veneno le generó.Arrugué la hoja conteniendo mi furia. Sin decir ni una sola palabra salí del consultorio y busqué en mi celular, necesitaba hacer unas llamadas. —¡Zarco! ¡Espera! —gritó Celeste detrás de mí. Había quedado como un idiota por no confiar en ella, creyendo que Mercedes jamás me traicionaría, que solo era una chica celosa pero inofensiva. En cuanto giré hacia Celeste,
CELESTE CÁRDENAS —Ahora, ¿qué harás? —preguntó Isabella del otro lado de la mesa mientras yo veía el fondo de mi taza de café. Era claro y doloroso el rechazo de Zarco y parecía que cada vez que yo quería arreglar algo, terminaba descomponiendo otra cosa. ¿Es que no podemos luchar contra lo que somos? Vi a Paula divirtiéndose con Javier y supe que mi decisión no sería de su agrado, pero ya estaba tan cansada y furiosa. No quería seguir peleando, no quería convencer a nadie de mi inocencia, era agotador. —Aceptaré el trabajo en Milán, pero necesito… —¿En verdad lo haría, le pediría dinero a Isabella?Antes de poder terminar la frase, la mano de mi hermana se deslizó por la mesa y apretó fuerte la mía. —Sabes que cuentas conmigo… —dijo con una gran sonrisa—, pero… ¿por qué yo y no mamá?—Sí voy con mamá querrá tenerme encerrada en la casa y me pondrá guardaespaldas hasta para ir al baño. Yo quiero ser libre y… empezar de cero donde nadie me conozca.—No puedes huir de tu pasado, so
CELESTE CÁRDENAS—Celeste, no tienes que irte. ¿Qué harás sola y embarazada tan lejos? —dijo la madre de Zarco en cuanto me vio pasar con mis maletas, directo hacia la puerta. —Señora Gloria, no se preocupe, he pasado casi toda mi vida sola y en peores circunstancias —contesté con ternura y tomé sus manos entre las mías—. Espero que pronto termine de mejorar. —Todo gracias a ti —dijo en un susurro y acarició mi cabello con ternura—. No te vayas, entiende, Zarco está molesto, pero, aunque no sea su hijo, él lo aceptará y lo cuidará como propio, porque te ama. No importa si cometiste un error.—Mi hijo no es un error, porque me entregué al hombre que amo con todo mi corazón y es por eso por lo que lo voy a tener, es la prueba viviente de que pude volver a amar —contesté con una sonrisa—, pero si este hombre no cree que sea su hijo y por eso me desprecia, ni modo, él se lo pierde. Di media vuelta y retomé mi camino hacia la entrada. —Celeste… Ya basta —agregó Zarco detrás de mí—. ¿En
CELESTE CÁRDENAS—Bien… Tu siguiente cita está agendada —dijo María revisando el expediente y apuntando unas cosas—. Recuerda que debes descansar y comer bien. No dejes de tomar tu ácido fólico y si tienes molestias o cualquier situación extraña, no dudes en llamarme. ¿Entendido? —Entendido… —contesté inquieta. ¿Qué debía de hacer? ¿Convencerla de que regresara y viera a Daniel? ¿Llamarle a Daniel para decirle que aquí estaba María? ¿Podía arruinar más las cosas entre ellos? Tal vez lo mejor era dejar todo como estaba.—Doctora Murillo… —intervino la enfermera con algo en los brazos. Era un bebé, lo supe por esas manitas que se asomaban de la cobija. —¡¿Qué haces?! —preguntó María poniéndose de pie con rapidez, parecía que en vez de bebé era una bomba. —Es que está muy molesto y tiene hambre —dijo la enfermera confundida—. Ya se devoró el último biberón que dejó y… creí…María clavó su mirada en mi rostro y yo tuve que voltear en otra dirección y aparentar que su cartel sobre conju
CELESTE CÁRDENAS—No puede ser cierto… —Intenté retroceder, pero las manos de Zarco me sujetaban con firmeza. —Vine por ti —dijo molesto y preocupado. —¿Por mí? ¿Para qué? Me está yendo súper bien aquí sola, sin ti —dije iracunda retorciéndome entre sus manos—. Suéltame o gritaré, te lo juro. —¿Y qué? ¿Crees que los guardias de seguridad de alrededor podrán conmigo? —preguntó divertido. —Tal vez no, pero me dará tiempo para irme… —contesté forcejeando.Me jaló hacia su pecho y me envolvió entre sus brazos, intentando contenerme. —Deja de moverte así, le hará daño al bebé.—A «los bebés», son gemelos.—¿Gemelos? —preguntó con los ojos bien abiertos.—¡Sí! ¡Gemelos! Así que déjame, como tú bien insistes, no son tuyos, lo admito, ahora suéltame —agregué queriendo escurrirme entre sus brazos, pero me fue imposible.—Celeste, deja de comportarte como niña pequeña, ¿quieres? —dijo con ternura, como si mi actitud le diera gracia.—¡Oblígame, perro! —grité furiosa golpeando su pecho. —¡A
CELESTE CÁRDENASSalí de la habitación con la cabeza dándome vueltas mientras María deseaba detenerme. ¿Enfrentaría a Zarco o lo evitaría? ¿Pelear o huir? Mi corazón estaba dividido en dos. ¿Me había usado para descubrir dónde estaba Esteban? Entonces… ¿Qué hacía aquí? ¿Yo sería la primera en caer? —¡Mami!Me quedé congelada en cuanto vi a Paula corriendo por el pasillo hacia mí, con los brazos abiertos y los ojos llenos de lágrimas. Se abrazó a mi cintura con fuerza y, después de un momento petrificada, terminé estrechándola con dulzura. —Mi bebé… —No podía fingir que no la había extrañado. En ese momento se acercó con parsimonia Zarco, tan elegante y agradable a la vista como siempre, luciendo su mejor sonrisa y esos hermosos ojos que tanto me encantaban.—¿Podemos platicar en un lugar más tranquilo? —preguntó extendiendo su mano hacia mí. ¤Me llevó a una pequeña casa que estaba rentando, con un jardín amplio, luminosa y sencilla, parecía la clase de lugar que podía convertirse
CELESTE CÁRDENASComo lo hice aquella vez, usando nylon y la aguja de una jeringa, improvisé una sutura para poder cerrar la herida de su corazón. Mientras me concentraba al unir los bordes, podía sentir su mirada en mí y su mano jugando con mi cabello. —Te pude haber matado… —dije con los dientes apretados. ¿Cómo podía estar tan tranquilo? —No lo ibas a hacer.—¡Te lastimé! ¿Qué tal si decido atravesarte el pecho? ¿Cómo pudiste confiar de esa manera?—Ya te dije, prefiero morir en tus manos que alejarme de ti. ¿Sabes cuánto sufrí teniéndote lejos? ¿Sabes lo cruel que fue soñar cada noche que te perdía y jamás volvía a tenerte? —Tomó mi rostro entre sus manos y me vio fijamente a los ojos—. Así como tú, no estaba dispuesto a pelear por demostrar que era inocente, pero tampoco iba a alejarme de ti. »Sí decidí venir a buscarte, no solo fue para pedirte perdón. Me enteré de que Esteban había escapado y supe que tú podrías ser uno de sus objetivos. Tenía miedo de que fueras su víctima
YOLANDA VARGASTenía como veinte llamadas perdidas de Isabella, ¿qué le pasaba a esa mujer? ¿Nunca dormía? Volteé mi teléfono sobre la mesa, dispuesta a ignorarla por un buen rato mientras alcanzaba mi trago.—Brindemos por el futuro de nuestro negocio —dijo el hombre a mi lado. Habíamos firmado un contrato que aseguraba muchos beneficios para la disquera, esta se asociaría con una escuela de música. La disquera abriría sus puertas a talentos nuevos y la escuela tendría un lugar para ofrecerles trabajo a sus estudiantes recién egresados, era un negocio redondo.Me bebí en su totalidad el contenido de mi vaso y cuando lo dejé en la mesa me sentí mareada. Tal vez lo había tomado con mucha rapidez. E