Metros y metros bajo tierra, un pequeño laboratorio secreto seguía funcionando. Ni siquiera los nuevos dueños eran conscientes de esta investigación privada. Milo miró el enorme huevo dorado metido dentro de la cápsula de experimentación. Había tenido que recurrir a la ciencia humana porque no c
Salieron al estacionamiento subterráneo donde un Mercedes negro, discreto, pero lujoso, los esperaba. Niall la sentó en el medio del asiento trasero y cada uno se sentó a su lado. — Vamos al edificio X – Maell le dio las instrucciones a un hombre corpulento y silencioso que hacía de chofer y luego
Maell la toqueteaba y le acariciaba los pechos, la mordía y chupada. La boca de Rose pasaba de una lengua a otra y los pensamientos de los tres estaban en llamas. Aun así, ella recordó que sus mates le estaban dando placer a su cuerpo, sin embargo, ellos estaban duros a rabiar. Bajó sus manos,
Niall acarició su corto cabello y se lo puso por detrás de la oreja con suavidad, mirándola obsesionado. — Nunca más Rose, no lo soportaríamos, no nos vuelvas a dejar pequeña. Nunca dudes de nuestro amor por ti, nunca – la levantó y la sentó de nuevo a su lado, ayudándola a limpiarse un poco con un
— En realidad, y hablo por mí, aquí en el auto no follamos, solo fue manoseo y una muy buena mama … — ¡Niall! – Rose le gritó exasperada - ¿Qué se traen entre manos ahora ustedes dos? — Queremos que nos cortejes, nos sentimos abandonados y utilizados Rose, jugaste con nuestra inocencia juvenil, er
Debería estar quizás asustada, se sentía todo tan real; sin embargo, algo la llamaba con urgencia, su corazón comenzó a latir desbocado y ella siguió el llamado. Caminó por todo ese bosque, silencioso y frío. La niebla blanca se arremolina en sus pies descalzos, porque sí, estaba solo con una bat
Cuando Rose llegó el otro día al laboratorio, iba preparada con todo. Se había puesto su armadura de la indiferencia para las ironías, chismes y murmuraciones que encontraría a su paso, sin embargo, se asombró gratamente al no encontrar nada eso. Todo lo contrario, las personas a su alrededor camb
— Hola Rose, ¿puedo pasar adelante? – le preguntó con suavidad y Rose asintió, indicándole que tomase asiento. — Hola Srta. Allen, ¿en qué puedo ayudarle? – Rose se hizo la tonta, sentándose frente a ella. — Llámame por mi nombre, Rose, somos familia. Lo primero, es que me quiero disculpar contigo