Ophelia esperó y esperó su despido, solo que este, nunca llegó. Pensó que quizás el CEO no era tan mezquino y mala persona como ella lo había catalogado, pero igual, no quería tener ningún otro encuentro con él. Ese hombre la ponía nerviosa, pero sobre todas las cosas, la hacía sentir mal con ella
Por mucho que se apuró, terminó llegando casi a punto de marcharse el miniván con todos ya subidos. — Lo siento, Srta. Allen, pero como usted se cree que es la jefa y puede llegar a la hora que se le antoje, esta vez, está fuera del proyecto – le anunció sin piedad Marcela, su jefa de departamento
— ¿Eres un hombre lobo, cierto? – en vez de responderle, Ophelia le hizo esa pregunta. — Y si no lo soy y ahora digo que en realidad soy un ser humano y pienso que estás completamente loca – le respondió divertido, mirando por el rabillo del ojo, como le hizo muecas y le puso los ojos en blanco. —
Elijah no le daría tiempo a que reaccionara, él mismo no quería reaccionar. Deseaba dejar de pensar en todo por una m4ldita vez en su vida y ser egoísta, tener lo que más había deseado en su existencia. Volvió a besarla apasionadamente y Ophelia podía sentir contra su vientre, el duro deseo del ho
— Tú no has … — Ophelia le dijo con timidez e inseguridad, cuando recuperó un poco el aliento. — ¿Ahora te preocupas por mí, después de que casi me fracturas un dedo? – el Alfa no perdió tiempo en burlarse de ella, mientras veía con satisfacción, subir el color rojo por todo su delicioso cuerpo. —
“Ella no tiene la culpa de los errores de esa omega, ella es buena, puedo sentirlo, ella es sincera y nunca nos hará hacer cosas tan horribles” Elijah cerró los ojos en contradicción. Lo cierto es que tenían que hablar de lo que estaba sucediendo entre ellos. Todo tipo de sentimientos y recuerdos
Estela estaba que se comía las uñas de la desesperación. Caminaba por su habitación, sin poder idear ningún plan para atrapar a su hombre. Nada eficaz se le ocurría para tentarlo, así que salió de su habitación para ir hasta el despacho de su padre, el Alfa de la manada, y volverlo a atormentar con
Se paró firme en el medio del camino, al ver venir el auto, en una clara postura de hasta aquí llegó tu acoso. Estela, esta furiosa. Ni siquiera esperaron a llegar al sitio para que esa cualquiera sedujera a su hombre. Porque estaba segura, de que en algo andaban y si le quedaba alguna duda, cua