- No creo, solo que necesitan más madurez para aprender a guardar todos los atributos de sus lobos- le respondió Lucian un poco divertido al cargar a Mael y ver como además de las dos orejitas caídas en la cabeza, una pequeña cola esponjosa colgaba de su trasero. - Bien, ¿entonces como les doy ahor
Hola queridas lector@s. Paso a comunicar, que ya había anunciado el final de la historia de Lucian y Olivia y en realidad, ya terminamos esa historia. Mi idea original, era hacer otro libro con la historia que venía a continuación, la de Michael y Nagy, pensé hacer una saga. Pero lo conversé con
Nagy sentía que la vida se le escapaba en cada respiración. Después del enfrentamiento con el Antiguo de hombre lobo, salió seriamente herida y le costó mucho recuperarse, a la vez que se mantenía alerta para no ser descubierta. Lo lógico sería irse de las cercanías de ese sitio de muerte, pero, s
Pero los hombres lobos, lo hacían por las feromonas que desprendía su mate, por el llamado “olor”. Michael iba a aprovechar que la estúpida vampiresa se había quedado como congelada, mirándolo raro, para arrancarle el corazón, pero de repente el cuerpo de ella comenzó a desprender un olor demasiado
Michael miró a la mujer con los ojos cerrados acostada en la cama de una de las habitaciones de invitados. En realidad, solo una parte de este enorme castillo, estaba habitable, lo demás, estaba medio abandonado. ¿Cómo se le fue a complicar todo tan de repente? Pero tendría que llamar a Lucian, s
- ¿Y qué puede tener una criatura como tú que yo desee? – la enfrentó Michael con ironía y ya se iba a ir, cuando Nagy pronunció un nombre que lo hizo detenerse en el sitio. - Elizabeth Harrington – le dijo la vampiresa y por la rigidez de Michael, parece que había dado en el clavo – te puedo ayuda
Nagy entró al sitio, lleno de todo tipo de criaturas, incluyendo seres humanos. Con luces tenues y hechizantes. Una pista en el medio, donde casi no se veían los cuerpos enredados y muchas cosas ilegales y mágicas consumiéndose, en las mesas de los alrededores. - Quítate esa capucha tan pesada y
- Mmm, dato bien importante, espérame en la habitación del frente, buscaré el libro – le dijo y cerró la puerta en su cara Nagy contó hasta mil y pensó que todo esto era para sobrevivir, para que Michael le diera su sangre, así que empujó la puerta del otro lado del pasillo y entró con cautela. Er