— Por cierto Isa, ¿Crees que si te vas ese hombre no te va a buscar y se olvide de ti? — Preguntó Sofía antes de subirse al auto. Meyers al escuchar esta pregunta, intuyó que del hombre que hablaba era de él y en lugar de detener a Isabella para hablar con ella, se escondió para escuchar lo que ella tenía que decir. — Eso espero, él ya me ha hecho mucho daño y no estamos destinados a estar juntos, lo mejor para todos es que sigamos actuando como si no nos hubiésemos conocido nunca y no volvernos a ver. — Respondió Isabella volteando hacía atrás, al sentir como si alguien la estuviese viendo, pero Meyers estaba escondido detrás de una camioneta y no pudo verlo, así que volvió a mirar al frente. «Por que siento que está hablando de mí si ella y yo no nos hemos conocido antes? ¿Es posible que nos conociéramos y yo le hiciera daño? ¿Lo que ví hace un momento no es parte de mi imaginación?» No pudo evitar preguntarse Meyers con su cabeza llena de dudas. Después de su accidente había ol
Una hora antes. — Ya te envié toda la información a tu correo, el precio de esto y un pequeño obsequio que está al final por ser cliente nuevo, adiós, para mañana lo que me debes tiene que estar en mi cuenta. — Dijo Xavier al teléfono y sin esperar ninguna respuesta colgó la llamada. Meyers sin perder más tiempo abrió el correo en su computadora y empezó a leer la información, aunque está había sido muy detallada, casi todo era irrelevante para él en este momento, solo le importaba una cosa, saber el nombre del hombre con quién ella había estado casada y cuando llegó a ese punto, su corazón se saltó un latido. No podía creerlo, era él, el hombre que había estado buscando siempre fue él y aunque sentía que esto era imposible porque muchas cosas no les encontraba sentido con esta nueva información, creía que Xavier no jugaría con algo así y además por la conexión que sentía con ella y esos pequeños, esto podría ser real. Quería encontrarle una explicación a lo que había pasado, ¿Por
Isabella al escuchar tantas preguntas se sintió abrumada, pero después de respirar profundo, decidió ser sincera, él en este momento debía estar como a ciegas al no saber nada de lo que sucedió y eso debía ser duro. — Yo trabajaba para tu empresa y tú creíste que yo había robado unos diseños de la empresa, pero no fui yo quien lo hice, en ese momento todas las pruebas apuntaban en mi contra, pero puedo jurarte que no fui yo, nunca haría algo así, te lo aseguro. — Confesó Isabella, esperando no estar equivocándose al decir la verdad, esperaba que no tuviera ninguna represalia por esto y que está vez él le creyera que no había sido ella. — ¿Por esa razón nos divorciamos? — Preguntó él frunciendo el ceño desconcertado, a pesar de que odiaba las mentiras y las traiciones no creía que solo por esa razón dejara ir a la mujer que le provocaba tantas emociones y mucho menos si ella estaba embarazada. Creía que hubiese manejado las cosas de otra manera, la hubiese despedido si no le creía, p
Después de que Isabella logró calmarse, quiso irse, pero él la convenció de que se quedarán aquí al menos por hoy, quería estar con sus hijos un poco más de tiempo, no quería separarse tan pronto de ellos cuando apenas acababa de saber la verdad e Isabella sin poderse negar aceptó y Meyers de inmediato fue a la habitación donde estaban los gemelos durmiendo. No los despertó ni nada, ni siquiera los tocó o se sentó en la cama, solo se quedó de pie a un lado mirándolos, sin poder creer que estos humanos pequeñitos y perfectos fuesen parte de él, no podía recordar como era Bastián de bebé, aunque había visto algunas fotos, pero no era suficiente, ver a sus hijos tan pequeños y lindos simplemente le llenaba el corazón de amor y ternura. Era una etapa muy hermosa y no quería seguir perdiéndosela. Cuando Isabella entró a la habitación siendo muy silenciosa para ver si los gemelos aún dormían, encontró a Meyers aún de pie, con la espalda hacia la puerta, viendo a sus hijos como si fueran
Al día siguiente cuando Isabella despertó, se sorprendió al ver a Meyers preparando el desayuno. — Hola. — Saludó él sonriendo al verla. — Ya estoy haciendo el desayuno de Vincent y Chloe, también el nuestro, no soy muy bueno en esto, pero creo que estará bien y será apropiado para los gemelos. — Explicó, se había levantado temprano, había picado frutas que sus bebés pudieran comer, había hecho huevos revueltos, tostadas, café, le faltaba prepararles un poco de leche y hacer unos hotcakes. — Estará bien, gracias, ya venía a eso, no tardan en despertarse y siempre lo hacen con mucha hambre, ¿Te ayudo en algo? — Preguntó ella y él negó con la cabeza. — Si quieres anda a estar con ellos hasta que despierten, yo me encargaré de terminar todo aquí. — Dijo él e Isabella asintió y volvió a la habitación con los gemelos. Unos cuantos minutos después, los bebés se despertaron y ella después de cambiar su pañal y limpiarlos, salió de la habitación junto a los dos. Ya todo estaba preparado
— Nada, simplemente quiero ir a ver a Sofía. — Respondió ella desviando la mirada, pero él no le creía, sentía que ella le estaba mintiendo. — Isabella dime la verdad por favor, ¿Por qué estás así? — Insistió él nuevamente, estaba un poco confundido, no entendía porque ella estaba mintiendo, pero era claro que estaba nerviosa de encontrarse con su padre. — ¿Cuándo estábamos casados no te llevabas bien con mi padre? — Preguntó y ella rápidamente negó con la cabeza. — No nos conocimos en ese entonces. — Entonces quédate para que lo conozcas, quiero presentarle a nuestros hijos, por favor quédate. — Espetó él acercándose un poco más y mirándola con sus hermosos ojos llenos de anhelo. — Está bien. — Suspiró Isabella rindiéndose, cuando la miraba de esa manera se sentía incapaz de negarle algo, él seguía teniendo mucho poder sobre ella. Ahora solo podía esperar que el padre de Meyers al saber de sus nietos no la culpara por estar cerca de él y quisiera tomar represalias en su contra,
— El nombre de ella es Chloe y el de él es Vincent. — Respondió Meyers, mientras Isabella aún observaba la situación un poco descolocada. — Que lindos nombres, ¿Puedo cargarla a ella primero? — Cuestionó Gerard, Meyers era su único hijo, había querido tener una niña también después del nacimiento de él, pero su esposa tuvo muchos problemas de salud después hasta que murió y este deseo nunca lo pudo cumplir, pero ahora tenía una nieta preciosa. — Está bien. — Aceptó Meyers entregándosela y la sonrisa de Gerard se ensanchó. — Que linda princesita, yo soy tu abuelo, el mundo será tuyo, tendrás todo lo que quieras. — Le prometió a Chloe quien le sonrió hermosamente y el corazón de Gerard se derritió mucho más ante su encantadora nieta. — Yo soy tu abuelo también campeón. — Le dijo con una sonrisa a Vincent que lo miraba con curiosidad. — Bastián, ¿No quieres conocer a tus hermanitos? Acércate. — Pidió Meyers y el niño se acercó frunciendo el ceño ligeramente. — Hola. — Lo saludó Vinc
Meyers esquivó su golpe ágilmente y le dio un puñetazo en la cara, que descolocó a Daniel, aunque este último estaba dando lo mejor de sí, prácticamente luchando por su vida y era muy bueno peleando, no era rival para Meyers, que parecía una auténtica máquina de pelea. Meyers estaba furioso, buscando desquitarse por todo lo que pasó, por perderse el nacimiento de sus hijos, por no poder estar con Isabella y por lo que ella había tenido que sufrir, porque sabía que ese tiempo en el que estuvieron lejos, ella la había pasado mal. Cuando Daniel cayó al suelo después de recibir el último golpe de Meyers, su boca estaba sangrando y todo su rostro estaba muy lastimado. — Perdiste una vez más, ahora debes asumir tu castigo. — Espetó Meyers con una sonrisa, él también estaba lastimado, pero no como Daniel. — François yo soy tu primo, no puedes hacerme esto.— Dijo Daniel con dificultad sin poderse levantar, totalmente adolorido. — Debiste pensar en eso antes de hacer todo lo que me hicist