—buenas noches—

Akira no levantó la cabeza para ver quien había saludado porque conocía perfectamente aquella voz, Karen. Todos los demás saludaron y ella tomó asiento frente a Akira y la observo unos minutos antes de emitir sonidos

—buenas noches Akira—

Dijo firme y sin sarcasmo mientras ella jugaba con la comida en su plato

—¿que quieres? Me has torturado todo el día y aún aquí no puedo estar tranquila sin escuchar tu voz—

Mercedes y Damián no iban a estar para la cena habían ido para la mansión para saber de la situación de Kevin

—aquí no está Mercedes para defender tu malcriadeza Akira, trata de comportarte como la hija de la madre luna que eres—

Akira suspiró profundamente y se levantó del piso donde estaba sentada sobre un cojín hecho de plumas suave, las sillas en el templo no existían

—¿te marchas sin haber probado bocado?—

Replicó Karen preocupada por la situación de Akira no se estaba alimentando bien que digamos y eso podría interferir en su entrenamiento

—no tengo ham