Jason Dunn apretó los dientes y miró a Jane. "¡No te preocupes! ¡Definitivamente lo haré!". Dijo: "Definitivamente me mantendré vivo de una buena manera". Sonrió fríamente. "¡No te arrepientas!".

Jane miró tranquilamente la decisiva figura de su espalda. Hasta que su espalda ya no era visible, ella se empujó con fuerza para aferrarse a todo. Miró a la gente a su alrededor. "No hay nada más. Vayan a hacer lo suyo".

La gente bajo su dirección se dispersó inmediatamente como pájaros y bestias.

Tan pronto como se dio la vuelta, vio que la joven secretaria que se había quemado la mano estaba en cuclillas en el suelo recogiendo los escombros.

"No lo recoja. Te daré medio día libre. Ve al hospital a vendarte la mano quemada. Pídele a la Tía de la limpieza que venga...". Mientras Jane hablaba, lo pensó y continuó: "Olvídalo, no necesitas pedirle a la Tía de la limpieza que venga. Solo ve al hospital".

La joven secretaria miró a Jane con gratitud y le dijo enérgicamente: "Gracias, Srta. Du