Después de pedirle que se fuera, Savannah no escuchó respuesta alguna por parte de Alexander, lo que le pareció extraño, ella volvió a ver por el ojo de la puerta. Él seguía ahí, de pie e inmóvil esperando que ella abriera. — ¡Te dije que te fueras! — Volvió a decir ella con un tono de voz alto. Él respondió algo y ella pudo verlo por el movimiento de sus labios, más no escuchó lo que ese hombre castaño había dicho. Savannah se distanció de la puerta, no quería verlo. Ella recostó su espalda sobre la puerta, estando de pie, hizo un puchero, la mujer rubia se resistía a si misma de querer saber que tenía que decir Alexander. El timbre volvió a sonar unas cuantas veces más. — ¡Vete! — Gritó ella. Savannah se giró nuevamente hacia la puerta y aseguró bien la entrada, para seguidamente dirigirse a las escaleras y rápidamente subir hasta su habitación. <
***************••••••••••***************>>> Savannah Stewart: ¿Un día perfecto?Sí, así sentía que vivía esa mañana al ser más de las once. Ver a Maggie y Michael emocionados tomando de las manos a Alexander mientras caminaban por el sendero marcado del zoológico. "Es un buen papá" "Adora salir con ellos, jugar y platicar aunque dudo que los mellizos entiendan lo que les dice" Pensé sin poder evitar recordar a mi padre y los momentos que compartimos antes de perderlo a él y mi mamá el mismo trágico día. "Es cierto, ese día… En el que quedé huérfana, fue el mismo en el que sentí que mi mundo se vino abajo" "Fue el mismo en el que Alexander me despidió, terminó el contrato y me dejó" "Si no hubiese sido por mi embarazo inesperado, si Maggie y Michael no se hubieran presentado en mi vida, quien sabe que estupidez pude hacerme" "Mis bebés son mi salvación, mi mayor tesoro" Me sentí un poco nostálgica, ahora viendo como Alexander los cargaba y enseñaba a los monos en su habitad.
Tres días sería suficiente. Esa fue la cantidad de tiempo que le dieron a Alexander Phillips. ••••••••••Una vez estaban en el lujoso restaurante de comida francesa. — Al final… ¿Qué le dijiste a esa mujer sobre la sortija de matrimonio? — Preguntó Savannah viendo la mano izquierda de Alexander, mientras ella sostenía su copa con vino. — La verdad. La tiré al basurero de mi oficina. — Contestó él de inmediato. — Jaja~ ¿En serio hiciste algo así? Probablemente el que saca la basura se la quedó~ — Bromeó Savannah. — Aunque ya hubiera renunciado, era una exagerada cantidad de dinero lo que valía, ¿Por qué gastar tanto en un anillo? Creo que está bien gastar uno o dos salarios ahorrados, pero un anillo de cientos de miles de dólares, ¿Cuánto gastaste en la de ella? — No quiero hablar de Olivia. — Recalcó Alexander incómodo. — Pero yo sí tengo curiosidad… Deberías solo responderme. — ¿Por qué? ¿Si lo hago, tú también hablaras de tu supuesto amigo ingles? — No hay nada que decir d
Olivia llamó a su padre en ese momento. — ¿Papi, ya vienes de camino? — Claro que sí mi niña, estoy justo en la entrada del edificio, voy junto a mi buen amigo, Alfonso. — Decía el señor mayor del otro lado de la línea telefónica. — ¿Qué, pero no sé supone que él, se encuentra en recuperación? — Quiso venir, los estoy ayudando por cualquier cosa, teme que de no hacerse presente Alexander quiera dar marcha atrás. — Informaba Christian Bailey a su amada y única hija. Olivia sonrió altiva y triunfal. — ¡Perfecto, papi! Yo estoy con la señora Phillips, con una niñera horrible y que parece mendiga y mis futuros bebés~ tendré que despedirla, dice que Alexander la contrató. Esta loco dejar a sus hijos en manos de una mujer así. — Jaja~ — Rió Christian ante el comentario de su hija. — Tan rápido y ya estás haciendo planes, debes haberte encariñado con esos bebés, ¿No? Olivia guardó silencio por unos minutos, posando sus hermosos ojos azules en los mellizos, los cuales estaban sentados
Uno de los hombres que acompañaba a esos dos multimillonarios, comenzó a recoger la maleta y los papeles que Savannah se negó a firmar haciendo aventados. — ¡¿Qué… Qué piensan hacer?! — Preguntó Savannah exigente pero con su voz temblorosa. — Hay más de un método de obtener "tu firma" — Decía burlista don Christian. — Por eso no nos preocupamos, no vuelvas a acercarte a nuestras familias, no seremos piadosos. — Dicho eso, ambos hombres continuaron su camino rumbo a uno de los ascensores del edificio. Savannah se intentó levantar, pero del impacto de emociones, sus piernas no le reaccionaban. Ella entonces notó que su cuerpo estaba tembloroso. No podía creer lo que le estaba sucediendo, la peor pesadilla de su vida hecha realidad. Cuando las puertas del ascensor se abrieron Savannah vio a distancia a Olivia en el interior saludando al padre de ella, el señor Christian Bailey. Savannah Stewart gritó con todas sus fuerzas en ese momento: — ¡No se vayan! ¡Denme a mis bebés! ¡Devue
— "Nunca más la volveré a ver" ¿De que hablas? ¿Qué le hiciste, papá? — Preguntó Alexander alarmado. Alfonso Phillips exhaló, sintiéndose agotado por su padecimiento al corazón. — Le dejamos como obsequio una buena suma de dinero para que ella haga lo que quiera con su vida. — Continúo hablando Alfonso a su hijo.— ¡¿Qué hiciste qué?! — Preguntó Alexander alterado. — No te alarmes hijo, ¿Sabías que estuvo encantada cuando vió todo lo que le daríamos? Es una interesada que probablemente iba por tu dinero. — Mintió él, sin titubeo alguno. En ese momento el hombre mayor se cruzó de brazos, Alexander que había dejado de tomar de su bebida colocó la copa en un mueble cercano. — ¡Estás mintiendo! Savannah no es así y mucho menos vendería a nuestros hijos como si fueran cualquier cosa… — Alexander hizo una pausa sintiéndose frustrado pasando su mano derecha por su cabellera castaña. — Tengo que ir… Tengo que ir con ella. — Dijo para después apresurar sus pasos a la salida. Su padre le
…..Del automóvil bajó ese hombre rubio, quien corrió a toda prisa al interior de la casa de Savannah Stewart. El hombre Ingles llamó el nombre de ella solo una única vez, antes de darse cuenta que ahí estabas ella sentada en el corredor. Sus hermosos ojos verdes limón hinchados de tanto llorar y el teléfono inalámbrico de casa entre sus temblorosas manos. William Robinson vió la maleta al lado de esa belleza rubia y se acercó a ella rápidamente. — ¡Savannah! ¡¿Por Dios, que te sucedió?! — Preguntó él sorprendido, de inmediato agachándose y ayudándola a ponerse de pie. Ella se lanzó a los brazos de ese hombre rubio y le abrazó con fuerza. — ¡Will! Oh Will… Se los llevó… Mis bebés… Él me los quitó… La voz afónica de Savannah se escuchaba agotada, el dolor desgarrador que sentía en lo más profundo de su ser, acompañado del temblor en su cuerpo, hacia parecer que en cualquier momento ella se iba a desmayar. ¡William estaba impactado!No tenía que escuchar detalles para saber que S
— Si te casas conmigo, nadie podrá decirte nada. Ni siquiera mi familia se atrevería a meterse contigo, siendo tú mi esposa. — Continuaba William intentando convencer a Savannah. — ¡No Will! No te amo. No te haría algo así. — Podemos firmar un acuerdo matrimonial, no tiene que ser una verdadera relación, la prioridad ahorita son los mellizos. — Insistía él. — ¡No lo hagas! Por favor… no metas a mis hijos en medio para… Algo así… — Pero Savannah, es la manera más confiable en la que los podrás tener de regreso, yo podría— — ¡No! — Gritó ella interrumpiendo a ese hombre y poniéndose de pie con su cuerpo tambaleante. Los ojos verdes limón de Savannah se clavaron en los celestes de ese hombre ingles, con seriedad. — Pero… Si necesito tu ayuda en algo… — Pidió ella con culpabilidad. — ¿Algo? ¡Haré lo que sea por ti! — Exclamó el hombre rubio emocionado. — Solo dime. Savannah asintió, un poco indecisa ante su propio descaro. Sin embargo de algo estaba segura. Tener a sus bebés co