CAPÍTULO 32. DELICIA

En mi ático con mi hija aún en brazos y llorando desconsolados ambos, me encaminé hacia la habitación para tratar de descansar de esta fatídica noche. Mi teléfono no para de sonar así que lo dejé  en la sala para subir a mi alcoba y por fin descansar junto a mi niña. Ya se encuentra dormida gime y solloza con dolor me recuesto von ella y la abrazo para que sienta mi calor y el amor que le falta, se tranquiliza acomodando su pequeño cuerpo debajo de mi brazo pegada a mis costillas del lado derecho.

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