Kath se apresuró lo más que pudo en llegar al lugar donde James la esperaba.—Estás enorme —fue lo primero que le soltó su cuñado al verla.Se encontraba sentado en el asiento del copiloto y la veía a través de la ventana.—Me veo en el espejo a diario, ya sé que estoy enorme. —Lo escuchó reír y Kath frunció tanto el ceño que lo hizo esbozar una sonrisa más grande.—Anda, sube, que te voy a enseñar lo que compré.Kath se sintió confusa.Se suponía que iba a llevarle todo lo necesario para que decorara la casa y él se ocuparía de avisar a los invitados, pero marcharse de allí no entraba en los planes.—Pero James, se suponía que ya lo ibas a traer. No tengo mucho tiempo, debo regresar y…—Pensé en facilitarte las cosas, reservé un lugar y quiero que lo veas. Ya está listo para esta noche. Perdona que lo hiciera sin tu aprobación, pero pensé que era mejor para ti que al llegar a casa estuvieses tranquila.Kathleen dudó un momento, pero acabó por acceder.—No me gustaría que nadie pensar
A William le extrañó que su esposa no le escribiera en todo el día, ella siempre solía hacerlo, pero supuso que había estado ocupada.Lo más probable es que quisiera disimular, pero él sabía que le estaba preparando alguna sorpresa para su cumpleaños.En realidad, Will no deseaba nada ese año, solo estar tranquilo con ella, pero sabía que Kath no podía dejar ir el día como si fuera cualquier otro.Ya a las seis de la tarde la sensación de que algo no estaba bien lo hacía mirar el teléfono una y otra vez.Hacía dos horas que él no se había podido resistir a enviarle un mensaje y no se fijó en que nunca llegó a su teléfono.La llamó, pero no tenía señal o estaba apagado.«Estará dormida», pensó.En los últimos días la había visto muy agotada y estaba seguro de que las bebés vendrían antes de lo que le habían dicho en la clínica.Iba a llamar al teléfono de la casa, pero decidió que lo mejor sería que se marchara ya, así llegaría temprano tal como le había prometido a su esposa.Se contr
Kath vio como James entraba a la habitación arrastrando un mueble con ruedas y sobre él había un televisor.Intentó disimular el horror que la recorría cada vez que se acercaba a ella, estaba loco.Esa mañana no la había drogado y se encontraba más consciente de todo a su alrededor.Todo en su cuñado indicaba que había perdido la cordura.Se vestía como su esposo, intentaba hablar como él, la forma de peinarse, de caminar, era como si hubiera ensayado para usurpar su lugar.—Mi amor, ¿cómo te sientes hoy? —le preguntó apenas entró.Ella intentó que no notara el miedo que sentía cada vez que se acercaba.—Cariño, tengo frío y me duele mucho la espalda —le dijo con una voz dulce—. ¿Por qué no me sueltas? Quisiera darme una ducha y cambiarme de ropa… Algo que me cubriera más.—Pero mi amor —respondió primero con gesto de inocencia y después pudo notar como cambiaba a uno lascivo—. Anoche, cuando te dormiste después de tomar tu medicación, te solté, te llevé a la bañera y yo mismo te enja
William llamó a Benjamín para que dejara lo que estuviera haciendo y se presentara ante él con rapidez.Clarisse al ver la expresión de su rostro quiso escaparse, pero la agarró del brazo.—Tú te quedas —le ordenó.En ese momento podría acabar con ella, aunque realmente solo hubiera hecho lo que le pidió su esposa.Ya no estaba seguro de nada y menos después de lo ocurrido con la otra chica del servicio.¿Y si Clarisse había fingido ser amiga de su esposa y todo había sido una mentira?Él no pensaba dejarla marchar.Iba a interrogarla hasta que dijera todo lo que sabía.Cuando Benjamín llegó y William le dio la nota que había dejado Kathleen, él guardia se quedó muy serio.—¡Te confié a mi esposa! —gritó hecho una furia—, y dejaste que saliera sola.Benjamín leyó la carta una y otra vez, sin decir nada.—Esto no lo escribió su esposa.—¿Y piensas que no lo sé? —siseó y apretó la mandíbula de rabia—. Es la letra de mi esposa, pero de la única forma en que pudo haberlo escrito es obliga
—¡Eres mía! —gritó James presa de la ira—. No agradeces nada de lo que hice por ti, pero ahora verás de lo que soy capaz y comprenderás lo bueno que he sido contigo.Su cuñado abrió las argollas que la mantenían sujeta a la cama y la obligó a levantarse.Su vientre se había endurecido hasta el punto de resultar doloroso.«Ahora no, pequeñas, por favor, no es el momento», rogó en su pensamiento.Todavía no había roto su fuente, pero Kathleen sabía que no iba a tardar mucho.—No puedo, por favor, déjame —le pidió entre lágrimas porque el dolor que tenía en la espalda y las contracciones que estaba sufriendo no le permitían ponerse de pie.—¡Qué te muevas te acabo de decir! Voy a darte tu regalo y lo verás en directo, tu castigo será dejar de estar tan cómoda. Te llevaré al lugar donde se encuentra Shirley para que veas lo que te espera si no te comportas.La agarró del cabello y comenzó a tirar de ella.Con un grito de dolor se levantó de la cama.No sabía cuánto tiempo llevaba así, en
Aquello tenía que ser una pesadilla, no podía ser real lo que le estaba ocurriendo.Kathleen se encontraba dando a luz en mitad de un sótano mugriento, en el suelo sucio, con el cadáver de una mujer a su lado y James había salido corriendo hacia la parte superior de la casa.Intentó levantarse, pero una nueva contracción la hizo dar un grito.Cada vez eran más seguidas y sentía la presión de los bebés en su bajo vientre.—Uf, uf, uf, vamos Kath —se dijo a sí misma mientras miraba al techo—, antes las mujeres no necesitaban un hospital para traer a sus hijos al mundo.Sentía tanto dolor, mezclado con el miedo y los nervios que le entró una risa nerviosa.«Voy a traer a mis hijos al mundo mientras estoy secuestrada por un loco y con un cadáver como espectador». En ese momento, James bajó, traía una manta y varias cosas más en las manos, pero Kath no quiso continuar mirándolo.No quería ver lo que ese loco había dispuesto para ella.—Te escuché reír, amor —le dijo en cuanto llegó a su l
Había transcurrido más de una semana sin saber de su esposa.William estaba desesperado.—Debe dormir, señor Hudson —le dijo Benjamín—. Si se queda sin fuerzas cómo podrá estar bien en el momento en el que la encontremos.Quería tener la misma esperanza que Benjamín, entre los dos habían buscado sin descanso.La policía solo comenzó a hacer su trabajo más de veinticuatro horas después, cuando le presentaron suficientes pruebas de que la marcha de Kathleen no había sido voluntaria.Tenían los teléfonos intervenidos por si llamaban para pedir un rescate, pero nada de eso había ocurrido.Y su hermano seguía sin dar señales de vida desde que Kathleen desapareciera.Era el primer sospechoso, pero nadie sabía dónde estaba metido.Su rostro había salido en todas las noticias, estaba en búsqueda y captura, pero hasta el momento nada.Por más que la policía indagó en todas sus propiedades, no había rastro de su esposa.—No quiero perder la esperanza, Benjamín, pero cada hora que pasa es peor,
Kathleen luchó contra el efecto del medicamento, pero era casi imposible.Todavía estaba consciente cuando escuchó a James llevarse a sus hijas y salir del sótano.Intentó abrir los párpados, pero sentía todo el cuerpo pesado.«No puedo rendirme», pensó, pero era más fácil pensarlo que llevarlo a cabo.Intentó levantarse una y otra vez, pero la cabeza le daba vueltas y sentía la visión borrosa.Le pareció escuchar el sonido de un auto, quizá era su imaginación que la engañaba, pero si estaba en lo correcto James acababa de irse.Si había agarrado el coche es que no pensaba matar a sus hijas, iba a entregarlas.Debía aprovechar que no estaba atada para escaparse.No sabía hacia dónde, pero su única oportunidad era dar con alguien y explicarle lo ocurrido para que la ayudara.Con un nuevo impulso logró alzar la mitad del cuerpo.Con las manos colocadas en el suelo se mantuvo en esa postura.Parpadeó varias veces para intentar aclarar la visión.Estaba casi desnuda, con las piernas ensan