Ayudando a un amigo

Nadie lo sabe, solo yo y mi conciencia y eso es suficiente para martirizarme. Sentir algo por dos hombres a la vez me parece peor que convertirme en rebelde y traicionar a la corona. Vale, tal vez estoy exagerando, pero desde luego me siento peor que cuando ayudaba a los rebeldes. Por no decir que si mi padre se enterara estaría encantado de ponerle nombre a lo que estoy haciendo.

Preparamos las camas, si a un colchón de gomaespuma de un par de centímetros de grosor se le puedes llamar cama, en completo silencio. Me avergüenzo por mi osadía al tirarme a sus brazos, pero cuando le lanzo miradas furtivas e instantáneas solo veo diversión en el rostro de Enzo. Estoy deseando acostarme y taparme la cabeza hasta que vuelva a salir el sol y no tenga más remedio que volver a ser valiente.

— ¿No te preocupa quién ocupará esa cama? — pregunta Enzo señalando la cama vacía que lin

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