Buenoooo, acá les dejo el capítulo que pidieron!!! nos leemos el lunes jeje besooooos
ValeriaLa mañana del lunes me despierto sintiendo las manos de Alessandro acariciando mi abdomen de manera perezosa, debajo de su camisa que estoy usando para dormir, mientras que mi espalda está recostada contra su pecho desnudo.Todo esto es completamente nuevo para mí y no sé exactamente cómo debo actuar, en especial después de todo lo que hablamos e hicimos anoche.Solo recordarlo hace que me acalore, y es que si en Grecia había sido genial, entonces anoche fue simplemente increíble. Tomando un respiro profundo me armo de valor e ignoro el sonrojo que siento crecer en mis mejillas, y lentamente me doy la vuelta hasta quedar frente a frente con Alessandro. Sus ojos grises me reciben y Dios bendito, no es justo que una persona se vea tan sexy recién levantado.Yo debo tener el cabello hecho un desastre y seguramente la marca de la almohada pintada.—Me estaba preguntando cuánto tiempo te iba a tomar darme la cara, mocosa.—me dice con una sonrisa asomada en sus labios y su voz ronc
AlessandroNunca pensé que me sentiría tan bien al decirle la verdad a la mocosa. Pero debo admitir que no tener que fingir a su alrededor me encanta, en especial porque puedo ir por ella y tocarla cada vez que quiero.Y es que no mentía cuándo le dije lo que le ofrecía, no tengo ganas ni intenciones de meterme con nadie más. El hecho de que no esté pensando en cuentos de hadas y amor eterno, no significa que no la quiera como mi mujer, porque joder, claro que lo hago, pero bajo mis condiones, esas que ella aceptó.Ahora, mientras vamos en el auto, el ambiente entre los dos es completamente distinto a cualquiera de las otras veces. La mocosa está sentada muy cerca de mi, una de mis manos reposa sobre su rodilla y el hecho de que esté llevando una falda ejecutiva de tubo que resalta su trasero de manera divina, me tiene tan encantado como preocupado.Pues si de algo me di cuenta en la gala es que no quiero que nadie que no sea yo se le acerque a la mocosa. Es mía. Mi esposa.—Alessandro
EmiliaMe estoy ahogando en esta rabia que me consume desde hace cinco años cuándo me encargué de dañar los frenos del auto a ese estúpido imbécil pensando que finalmente tendría lo que me pertenece por derecho.Mi hermano, pienso con desprecio. Siempre fue el favorito, siempre la estrella de la familia. Y para qué, ¿para quedarse con todo? No. Yo me aseguré de que ese accidente acabara con él y con esa idiota de su esposa, la única falla fue que la hija no se muriera también. Aún así, pensé que, con ellos fuera del panorama, finalmente tendría el control absoluto de la empresa y la fortuna.Esa empresa que mi padre decidió dejarle a él sin importarle que yo fuera la mayor, sus argumentos estúpidos de que no estaba lista o que debía aprender a liderar no hicieron más que agrandar mi odio y realmente pensé que el final de eso llegaría.Pero no, aquí estoy, relegada a las sombras, con migajas en lugar del banquete que me prometí a mí misma. Ni siquiera puedo tocar la herencia. El dinero
ValeriaHace solo unos meses el simple hecho de pensar en poder tener un empleo. Poder tener una vida en dónde pudiera tomar decisiones, parecía prácticamente un imposible, sin embargo hoy he pasado todo el día leyendo documentos, archivando bocetos, tomando apuntes y haciendo cualquier otra tarea que Alessandro me pida.Sin embargo, hay algo que me está molestando. Es como si fuera una espinita metida en el dedo que no puedo sacar por más que lo intento, y es el hecho de que, aunque Alessandro me ha estado mostrando los procesos y explicando cada cosa que hace, puedo notar el cambio en él.Este no es el mismo Alessandro que venía conmigo en el auto esta mañana y por supuesto no es el mismo que me llevó a la tina antes de salir de casa y la curiosidad de saber qué ha pasado, si es que tal vez he hecho algo para molestarlo, me está picando por dentro.Por eso, cuándo veo que la carga de trabajo ha disminuido casi por completo me digo a mi misma que es el momento perfecto para preguntarl
AlessandroEl sonido de la puerta al cerrarse resuena en la oficina, y siento cómo la frustración se acumula en mi pecho. Soy bastante consciente que me he comportado como un idiota, pero no pude evitarlo. La conversación que tuve con Matteo y a certeza con que él me dijo que estaba cayendo por la mocosa me ha puesto a la defensiva.Mis ojos van hacia la puerta que acaba de cerrarse solo confirmar un hecho: Valeria se ha ido, y aunque debería sentir alivio pues se supone que es lo que necesitaba, no puedo evitar sentirme enfadado. Pero no con ella. Estoy molesto conmigo mismo.Respiro profundo, intentando calmarme. Debí haber manejado esto mejor. ¿Por qué reacciono así cada vez que estoy con ella? La forma en que me mira, la manera en que sus labios se aprietan cuando está molesta... Estoy perdiendo el control, y odio sentirme así. Me levanto de la silla, decidido a ir tras ella. No puedo dejar que se vaya así, no después de todo lo que ha pasado.Justo cuando me dispongo a salir de la
ValeriaHaber tomado la desición de venir hasta aquí, no ha sido fácil. El señor Leandro Vanucci era uno de los amigos más cercanos de mis padres y también su abogado. Si lo que Alessandro dice es cierto, y yo soy la heredera de mis padres y mi tía me ha mentido y robado todo este tiempo, entonces Vanucci tuvo que haberla ayudado y ahora mismo solo quiero que me diga ¿Por qué?¿Por qué traicionó la confianza de mis padres?Lorenzoo detiene el auto enfrente de una enorme edificación y antes de que pueda bajarse para abrirme la puerta le digo:—Puede dejarme aquí, Lorenzo. Regresaré por mi cuenta a la casa. Gracias.El hombre me mira como si me hubiese vuelto loca y lo entiendo, esto no es algo propio de mí, pero estoy cansada de seguir la corriente. En Grecia me hice una promesa y pienso cumplirla.—Pero señorita, el señor me dijo que…—Tranquilo, Lorenzo, cualquier cosa que pase con el señor yo me encargaré.Sin decir más abro la puerta y cuadro mis hombros antes de caminar directo a
AlessandroLlego a la casa hecho una furia y aunque noto que el auto de Lorenzo no se encuentra en la entrada, no puedo evitar mirar a una curiosa Rosa a los ojos, que parece sorprendida de mi arrebato, antes de preguntar:—¿Valeria ya llegó?Entonces veo cómo el ceño de la mujer se frunce al escucharme, antes de que lentamente se despeje una pequeña sonrisa que no me gusta para nada, se forma en sus labios.—La niña Valeria salió con usted esta mañana, pensé que llegarían juntos.El gruñido enojado que sale de mi es automático y las ganas de levantarme de la m*****a silla para ir por ella yo mismo me están carcomiendo.—Solo responde si o no—le digo con los dientes apretados, a lo que ella encogiéndose de hombros contesta:—No, la niña no está aquí.Lo sabía, por supuesto. Lorenzo me habría informado si ya hubiese llegado, pero escucharlo de igual manera me hace retorcerme por dentro.—Cuando llegue dile que la espero arriba—es todo lo que digo, antes de meterme al ascensor que lleva
ValeriaCuándo llego a la casa y Rosa me dice que Alessandro está molesto no me sorprendo, pues desde el momento en que despaché a Lorenzo supuse que este le contaría a su jefe y que al susodicho no iba a gustarle ni un poco.Sin embargo, la rabia que me ha estado acompañando desde que salí de la empresa se ha ido diluyendo y durante la conversación con Vanucci terminó por desaparecer del todo, tanto así que para el momento en que llego a la mansión, ya no queda nada del enojo, de hecho lo único que quiero hacer es abrazar al ogro con fuerza y darle las gracias.Pero lo que no me pude haber imaginado, ni en un millón de años, es que la rabia de Alessandro se deba a que piensa que quiero divorciarme. Nuestro matrimonio no es el más normal, no se dio de la manera en que debería, pero a pesar de todo no me ha cruzado por la cabeza ni una sola vez, desde que volvimos de la luna de miel, alejarme de su lado.Y es que aun cuando se jura una y otra vez que no es capaz de tener sentimientos