5 JORDAN MAXWELL

— Gus, amigo. — Lo saludo. — Dime que ya tienes a mi bebe listo. 

— Aquí tienes. — Gus me entrega las llaves del auto y puedo sentir el alivio recorrer mi cuerpo. — Oye… Pensaba que tu y Jes se odiaban. 

— Es una larga historia de la que pronto sabrás. — respondo. — Pero cambiando de tema ¿Cuándo será la próxima carrera? 

— Aun no tengo idea de cuándo será, los policías están rondando mucho la zona, así que estaremos cerrados hasta nueva orden. 

— Eso es una m****a.

— Como no tienes ni idea, pero así son las cosas. — Se encoge de hombros. — Debo irme, tengo algunos asuntos que resolver. 

— Gracias por el auto. 

— No hay de que, solo no dejes que Jes vuelva a ponchar las llantas. 

— Lo intentaré. 

Gus, es el principal creador de las carreras ilegales en la ciudad, y hasta donde tengo entendido, Jesse lo ayudó a levantar su propio taller de autos, y actualmente es uno de los talleres que más autos de carrera recibe, el y su equipo de trabajo son los mejores en reparar autos, e incluso Jesse llegó a ser parte del equipo, pero tuvo que irse. 

La noche cayó sobre la gran ciudad, las luces de los edificios y las luces destellantes del time square armonizaban la vibra de la ciudad. Voy de camino hacia una de las discotecas más prestigiosas, a decir verdad, ya necesitaba un poco de música y  alcohol, disfrutar de una buena chica bajo de mi disfrutando de una buena cojida. 

Al llegar, había una larga fila de personas esperando su turno para entrar, pero era casi que imposible ingresar si no le agradas al guardia o eres miembro. Y para mi fortuna, yo soy miembro en muchos clubes. 

Dejó estacionado mi auto, voy hasta la puerta. 

— Buenas noches señor Maxwell. — Saluda el guardia, para luego hacerse a un lado y dejarme pasar. 

El ambiente del lugar siempre es bueno, la música resonaba en cada rincón del club y tan pronto como las chicas me vieron, quisieron acercarse a mí y poder conseguir una noche de pasión conmigo. 

Subo hasta la zona VIP, donde mis amigos ya se encontraban con chicas sobre sus regazos. 

— ¡El hombre de la noche! — Travis, mi mejor amigo se acerca. — ¿Por qué tardaste tanto? 

— Trafico, pero ya estoy aquí, para la diversión. 

Travis no tardó en servirme un trago de Vodka, y todo comenzó a entrar en ambiente. Rápidamente fiche a mi objetivo de la noche, una hermosa y despampanante rubia, con un vestido de color rojo resaltado su jugoso trasero, y ella noto mi mirada, claramente estaba puesta para mi. 

Me acerco a ella, y sus amigas se hicieron a un lado para ver toda la escena como si fuera una m*****a película.

— ¿Cómo te llamas hermosa? 

— Rose. — Responde. 

— Hermoso nombre, para una hermosa mujer. 

— ¿Y cómo te llamas tú? — Pregunta ella. 

— ¿No sabes realmente quien soy yo? 

— No, lo siento, soy nueva por aquí. 

— Es bueno escuchar eso. — Mi sonrisa se ensancha. — Mi nombre es Jordan Maxwell y estoy dispuesto a hacer tus sueños realidad. 

— Eso suena bien. 

— Como no tienes idea. ¿Qué tal si vamos a mi mesa? tus amigas también pueden venir. 

— Claro. — Ella les hace un ademan a sus amigas con las manos y nos vamos hacia mi mesa. 

Todo el ambiente en el lugar era magnífico, Rose bailaba de forma exquisita, llevó mis manos hacia su trasero, mientras que bailabamos de forma lenta y sensual, definitivamente me voy a llevar a esta chica a la cama.

Sin  embargo se escucho un bullicio que equiparaba a la música, miro a todas las personas que se aglomeraron alrededor de alguien. 

— ¡Es Jesse Carter bailando sobre una mesa! — Exclamó alguien dentro del tumulto de personas. 

De inmediato me detuve de bailar, y la chica me miro mal, la hice a un lado y agradecia en estos momentos ser más altos que la media dentro del club, y pude ver cómo es que mi m*****a prometida bailaba sobre una mesa con un vestido minúsculo de color negro. Las chicas la miraban como un trozo de carne, queriendo darle un mordisco y poder saborear cada centímetro de su piel.

Empuño mis manos y de inmediato me transporto a horas atrás, cuando su preocupación era que Claire se vengará de ella, porque conocía todos sus secretos. Si ahora ella se estaba exponiendo ante muchas personas. 

Sin embargo, para fortuna, sus hermanos la bajaron de la mesa, para evitar que siguiera haciendo un espectáculo ante todos. 

Me giro para ver a Rose, la cual tenía cara de pocos amigos. 

— Disculpame un momento cariño, ya vuelvo. 

Sin esperar su respuesta, me escabullo entre todas las personas dentro del club, hasta llegar con los Carter. Tomo a Jesse de brazo y la arrastró afuera del club, donde las calles ya estaban desoladas. 

— ¡¿Qué m****a te pasa?! — dijo Jesse notablemente ebria.

— ¿Qué me pasa? — suelto con ironía. — ¿Que hacías bailando sobre una mesa enfrente de todos?

— Porque quiero y puedo. 

— ¿En serio esa es tu respuesta? 

— ¿Acaso quieres otra? — Se tambalea. — Oye, tú no tienes derecho a mandar sobre mis acciones ¿Ok? 

— Si la tengo, te recuerdo que tu y yo nos vamos a casar. 

— ¿Ves un anillo aquí? — Ella levanta su mano izquierda y señala el dedo anular. — Porque yo no, así que soy libre. 

— No, necesitamos un anillo para eso, tu sabes que ahora eres mi prometida y debes respetarme. 

— ¿Cómo lo hiciste tú? — Me quedo mudo. 

— ¿De qué hablas? 

— ¡Por Dios! — Pellizca el puente de su nariz. — Te recuerdo que estamos en el mismo club, y que te vi bailar con una despampanante rubia, y no solamente eso, la manoseaste. ¿Cómo crees que me verán las mujeres de Nueva York cuando se enteren de que seré tu esposa? ¡Se reirán en mi cara!

— ¿Y qué hay de mi? ¿No crees que me pueda pasar lo mismo? 

— ¡No, no te va a suceder lo mismo! ¿Sabes por qué? porque tú serás catalogado como un gran hombre, mientras yo seré una puta cornuda.

Me quedo en silencio unos segundo. 

— Vamos te llevaré a casa. — Intentó tomarla de la mano, pero rápidamente me esquivó, hasta estando borracha es más rápida que yo. 

— No, yo volveré dentro y disfrutaré de una buena fiesta. 

Jesse se da la vuelta y comienza a caminar lejos de mi. 

Miro hacia el cielo tratando de encontrar algún tipo de iluminación divina, pero estaba recibiendo información del chico malo. 

Colocó los ojos en blanco y corro hasta alcanzarla, la tomo por la cintura y la subo a mi hombro. 

— ¡Jordan! — Exclamó. — ¡Bajame maldito imbécil! 

— No, ahora mismo iremos a casa, ya estás lo suficientemente borracha como para mantenerte en pie. 

— ¡No quiero ir contigo a ningún lado! — Comenzó a golpear mi espalda. — ¡Suéltame maldito loco! 

— Callate.

Suelto un azotó en su culo, y Jesse suelta un jadeo de sorpresa. 

— ¿Acabas de azotarme el culo? 

— Si. 

— ¡Con qué derecho! — Golpea fuertemente mi espalda. — Me vuelves a tocar y juro que te romperé la cara. 

Vuelvo a soltarle un azote en el culo desafiandola. 

—¡Jordan m*****a sea! — me golpea directamente en el centro de mi espalda

— ¡Auch! — me quejo. — ¿De dónde sacas tanta fuerza? ¿Acaso eres Conan el bárbaro?

La bajo justamente cuando estoy frente a mi auto. Abro la puerta del copiloto.

— Entra. 

— No. — hace un puchero con sunlanio inferior, para luego cruzarse de brazos.

— No pienso discutir contigo, así que entra. 

Cómo puede la subí al auto, bajo gritos y golpes. Abroche su cinturón de seguridad para luego subirme y salir de aquella zona.

El silencio es simplemente ensordecedor, no había música, solo éramos los dos sin decir absolutamente nada. 

De reojo pude verla, Jesse sentada a mi lado con sus piernas largas al descubierto, su vestido apenas cubría parte de sus muslos. Muslos que lucían exquisitamente sedosos, mis manos picaban por tocarlos y sentir su piel bajo la palma de mi mano. Subo un poco más mi mirada y tenía los ojos cerrados

¿En qué m****a estoy pensando? Es Jesse Cárter, mi enemiga mortal.

Ella siempre fue así, ¿no? Siempre encontraba la manera de sacarme de quicio con sus ocurrencias y su afición por el karate. Era como si tuviera un radar para detectar mis intentos de acercarme y, ¡zas!, se ponía en modo defensivo, como si estuviera rodeada por una horda de ninjas.

Pero, claro está, yo no me quedaba atrás. Disfrutaba provocarla, ver cómo se defendía con todas sus fuerzas. Era como un juego entre nosotros dos, un constante tira y afloja. Hacerla rabiar se volvía una especie de desafío para mí, aunque en el fondo sabía que era parte de nuestra dinámica.

Pero ahora… será mi esposa… eso es realmente extraño y es casi que inconcebible. 

— Puedo sentir tu mirada, será mejor que mires al frente si no quieres perder los ojos. 

Suelto un bufido.

Afortunadamente ya nos encontrábamos entrando al conjunto residencial en el que vivíamos.

— Pensé que estabas dormida. 

— ¿Y eso te da derecho a verme como un trozo de Prosciutto? 

— No me gusta el Prosciutto, prefiero carnes jugosas. — Detengo el auto justo en frente de su casa. 

— ¿Crees que estoy fuera de tus gustos? 

De imprevisto Jesse se deshace del cinturón de seguridad y se sienta sobre mi regazo, de inmediato sentí como mi miembro cobró vida. 

— M****a. — murmuré. — Jesse será mejor que te bajes, porque no seré responsable de lo que pueda llegar a hacer.

— ¿Estás seguro? — se frota suavemente. Coloco mis manos sobre sus caderas, y levantó un poco mis caderas para que sintiera mi miembro.

— Basta Jesse. — Traté de alejarme, pero mi cuerpo no estaba dispuesto a dejarla ir. — estás ebria y no pienso acostarme contigo así. 

— No dejaste que buscar a alguien que calmara mis ansias, así que resuelve tu el problema

Jesse hunde su rostro en mi cuello y pude sentir sus labios tibios sobre mi cuello. 

Suelto un ligero jadeo y disfruto de aquella sensación. 

— Pero es una pena que no lo quieras. 

Jesse se baja de encima de regazo para luego salir del auto del lado del piloto. Miro mi entrepierna y mi miembro claramente se dibujaba debajo de mi pantalón. 

Se tambalea mientras camina a su casa, así que me bajo y la tomo entre mis brazos para llevarla hasta la puerta. 

— Entra ya. 

— Claro que eso haré. — Abre la puerta de su casa.

Suspiré aliviado cuando cerró la puerta de la casa, y solo me quedo cruzar la calle para entrar a mi casa. 

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