A él no le importaron mis gritos ni insultos me cargo en brazos hasta su carro y después condujo con toda velocidad rumbo hacía su casa.

Definitivamente, este hombre ha enloquecido quien sabe lo que sería capaz de hacerme.

—¡Ala primera oportunidad me escapo imbécil!— Le advierto en cuanto él se detiene al llegar a la casa

—Inténtalo, cariño, si te atreves a dejarme te buscaría hasta por debajo de las piedras. Si quieres que te trate como a una niña caprichosa, lo haré, Daniela.

—¡Te odio, imbécil!.

Mientras el cerro con llave la puerta delantera corrí rumbo hacia la entrada trasera, pero me percaté de que está se encuentra cerrada con un candado.

Al verme él simplemente rio.

—¡Te advertí que no te irías!

Es un maldito imbécil no tengo manera de huir de él.

Me acerqué al sofá y comencé a acariciar a Rocky quien se encuentra echado allí.

—Él no ha dejado de preguntar por ti.

—Muy gracioso, David.—Reí irónica —¿El secuestro incluye comida?.

—No estás secuestrada.

—Me trajiste a la fuer