Capítulo 4
—Mmm, sí lo recuerdo.

Alejandro asintió, perdiéndose en sus recuerdos.

—Si quieres ir, vamos.

—Pero creo que la escuela no permite la entrada a personas ajenas.

A través del espejo retrovisor, Valentina me miró con una sonrisa enigmática.

Chirrido.

De repente, Alejandro frenó.

Me miró y dijo: —Luciana, bájate y toma mejor un taxi.

En plena noche, me dejaron en la calle con mi hija en brazos.

Al partir, Valentina me lanzó una mirada triunfante, moviendo los labios en silencio.

"Has perdido."

¿De veras había perdido?

Viendo cómo Alejandro se alejaba con Valentina, sonreí amargamente.

El juego no ha terminado, aún no se sabe quién ganará.

De vuelta en casa, vi que Valentina había actualizado sus redes sociales.

"Encontrarte es la mejor bendición que la vida me ha otorgado."

La foto mostraba dos sombras abrazadas.

Comenté: "Pues no más que son la zorra y el canalla, juntos para siempre."

Empaqué mis cosas y compré boletos para volver a casa de mis padres con mi hija.

El primer día, Alejand
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