Molly
Se inclina y atrapa mis labios, puedo sentir algo en ese beso, es un beso cálido y tierno, nuestras lenguas se encuentran formando un baile, nuestras manos comienzan a recorrer nuestras pieles, poco a poco sentimos como el deseo y la pasión aumenta entre los dos, el calor que provoca dos cuerpos, es indescriptible, poco a poco se acomoda entre mis piernas, sus labios sueltan los míos, para buscar mis pechos, algo grandes, mordisquea cada pezón, tirando de él con delicadeza, haciendo que me retuerza y gima, cierro los ojos, disfruto cada caricia, cada beso, cada mordisco delicado contra mi piel, atrapo su cabello revuelto, y mis dedos entran tirando de él, escucho un gruñido, su lengua deslizándose por mi abdomen, luego llegando a mi vientre, me tenso y él se da cuenta.
—Tranquila, solo déjate llevar. —levanto mi rostro, estoy nerviosa porque me va a hacer sexo oral,
Henry Miro de nuevo la pantalla de mi laptop, cierro los ojos y los recuerdos de hace días en el catamarán, me hacen estremecer como nunca, una sonrisa fugaz se escapa, luego niego divertido. Abro los ojos y doy un brinco en mi silla ejecutiva. —Bu. —dice Sebastian, divertido. —Es la primera vez que te veo así, Goldberg. Desvío la mirada hacia la pantalla, mis dedos están sobre el teclado, preparándome para escribir una respuesta al jefe de diseño. — ¿Cómo? —miro a Sebastian, se recarga en el respaldo de la silla, levanta su pierna y la descansa en su otra rodilla, entrecierra sus ojos y luego arquea una ceja. —Así, todo tonto. —pongo los ojos en blanco al escuchar eso. —No es “tonto” es…—no encuentro la palabra para describir lo que me sentir Molly.
Henry —Quiero hablar con ella, Molly, si no me acepta, lo siento, el intento se ha hecho. —ella se levanta, rodea el escritorio, yo me giro aun sentado en mi silla giratoria, ella se sienta sobre sus talones, atrapa mi mano y la mira. —La única que tiene que aceptarte…—levanta sus ojos verdosos hacia a mí. —Soy yo. —Oh, Molly, —ella se levanta, deja un beso en la punta de mi nariz, es un gesto que me ha dejado con el corazón aleteando como un loco, regresa hasta la silla. —Hoy hablaré con ella, le diré de nosotros. —Me gustaría estar ahí, ambos poder decirle. —Henry…—intenta negarse. —Molly. —Bueno, que sea mañana por la noche, es viernes y se queda en la casa. —asiento. &
Alexandra Veo el reloj, anuncia ya la entrada para prepararnos para el ensayo de uno de los más importantes desfiles de moda en Londres. Tirito de frío, me ajusto mi gabardina marrón que hace juego con mis botas y oufit del día. Pasa el grupo de amigas que seguimos desde la facultad en esto del modelaje, ríen entre ambas y susurran, pasan por mi lado sin siquiera darse cuenta de que estoy de pie ahí, arrugo mi ceño, ¿Ahora no saludan? Entro detrás de ellas, hasta llegar al salón de ensayo, tiran sus abrigos en un área donde solemos hacerlo juntas, estoy a punto de dejar mi gabardina cuando Georgina, evita que lo haga con un movimiento de brazo. —Lo siento, creo que deberás poner tus cosas en otra parte. —me quedo sorprendida al escucharla. —Lo hacemos
Alexandra —Estás embarazada, Alexandra. —anuncia con una sonrisa mi ginecóloga. — ¿Qué? —dice al leer mis resultados, ella borra la sonrisa. — ¿No lo esperabas? —pregunta confundida. —Acabo de graduarme de la universidad, estoy a punto de firmar con una agencia muy importante de modelaje, ¿Embarazada? ¿Estás segura? Siempre nos hemos cuidado… —digo en estado de shock. —Los preservativos tienen un porcentaje bajo de fallo. — ¿Qué? Yo tomo pastillas y él usa condón, soy un reloj exacto, pensé que me había caído mal la ensalada y ese jugo para desintoxicar, pensé que al no venirme la regla…era por tener demasiado estrés acumulado…—comienzo a hab
Alexandra El sonido de mi móvil me anuncia una llamada, veo en la pantalla que es Sebastian, cuando contesto escucho ruido. — ¿Ale? ¿Hermosa? —escucho que me llama, pero las palabras no salen, las lágrimas caen mientras me cubro mi boca para callar el jadeo de dolor, cuelgo. Vuelve a llamar, pero apago el móvil, lloro abrazada a su almohada. Siento dolor, un dolor insoportable, haciendo que despierta asustada de mi sueño, cuando siento humedad, me levanto encendiendo la luz con dificultad, lanzo una mirada a la cama y es cuando entro en pánico: Sangre. Llamo a Annie a horas de la madrugada, me pide que no me mueva que ella viene en mi búsqueda, estoy en un estado de dolor, de decepción, de terror, he visto los mensajes de Sebastian diciendo que es lo que pasa por que había apagado el móvil, pero lo ignoro… &n
Sebastian “Tú tienes la culpa.” Despierto exaltado, mis manos están a mis costados agarrando con fuerza la sábana negra. —Mierda. —susurro, mi cuerpo tiembla, mi respiración es agitada, trago saliva cuando siento mi garganta seca, cierro los ojos y me dejo caer sobre la cama. El amargo sabor de la culpa sigue atormentándome. El rostro de Alexandra me persigue en mis pesadillas. Lanzo mi brazo por encima de mi rostro, sin darme cuenta, me quedo dormido. La alarma suena. Pero ya estoy de pie, frente a mi ventana, con una taza de café, mi chándal a la cintura, sin camisa, descalzo y mi cabello revuelto. Doy un largo sorbo a mi café matutino, cierro los ojos al sentir como se desliza por mi garganta, abro los ojos y fijo mi mirada en el central Park. –El cielo está aclarándose- pienso por un momen
Molly Acomodo las carpetas en el estante que está en el rincón de mi nueva oficina, suelto un suspiro y me quedo mirando alrededor. Sonrío como una tonta. —Buenos días…señorita Marshall. —escucho a mi espalda, cuando me vuelvo, es Henry, mostrando su cabeza por la puerta. —Buenos días…señor Goldberg…—me muerdo el labio, inevitable no poder hacerlo. —Hoy, luce radiante…—arrugo mi ceño, luego levanto mis cejas. — ¿Ya llegó Sebastian? —Asiente— ¿Ya miró a Helen? —él sonríe más. Entra cerrando la puerta detrás de él, se acerca, me da un beso fugaz, luego deja uno en mi frente. Lo rodeo y lo huelo. “Menta” —Te extrañé…—susurra, me separo de él. —Y yo…—me separo un poco y aliso mi blusa. — ¿Ya viste mi oficina? —Henry revisa el lu
Molly Las puertas del elevador se cierran, todo sucede en cámara lenta, sus manos alcanzan mi cintura y me ponen contra la pared del elevador, mi abrigo y mi bolso caen a mis pies, sus labios atrapan los míos con desesperación, correspondo a su reacción, sintiendo humedecerme en segundos, sus manos se van a mi cuello, luego se deslizan por mis pechos, acaricia por encima de mi blusa, las protuberancias erectas- mis pezones- sus labios se separan de los míos, para hacer un recorrido a mi cuello, cierro los ojos y gimo cuando comienza a chupar y a dejar besos por mi cuello, escucho la campana de que hemos llegado, nos separamos, ambos jadeamos, aprieto mis muslos, y me llevo mis dedos a mis labios. —No es justo. —le digo jadeante. —Lo sé. —sonríe, se acomoda su erección, levanta mi abrigo y mi bolsa, me acomodo mi blusa. —B