Molly
—Caminemos, cariño. —susurra, su mirada es cristalina, creo que le debió conmover mis palabras, sonrío, me suelta la mano para bajar, pero yo me quedo ahí, mirando cómo se detiene frente al cofre, mirando al muelle, luego lanza una mirada hacia a mí. Su mirada es diferente, su gesto es diferente, entonces siento como mi piel se eriza, no entiendo el motivo, pero solo tengo la sensación de querer llorar, sacar lo que tanto he guardado y que no sé por qué he abierto aquella puerta que siempre mantuve cerrada desde que mi padre murió. Bajo, y le alcanzo, me extiende la mano para entrelazar nuestros dedos y así lo hago, caminamos en silencio y lentamente por el largo muelle. Hay muchos catamaranes en el área.
— ¿Qué haremos? —pregunto curiosa al detenernos frente a uno catamarán blanco, sube su pierna al interior, luego me hace señas de que lo siga. — ¿Vamos a subir? ¿Es tuyo? —él son
Henry Abrazo a Molly con fuerza a mi cuerpo, tiembla al mismo tiempo que llora, su dolor me traspasa y así nos quedamos por unos minutos más. —Gracias... —dice entre el hipo de sus sollozos, la separo de mí, con mis pulgares limpio cuidadosamente las lágrimas que siguen cayendo por sus mejillas rojizas. —Lo que menos quería es que un secreto del pasado nos alejara. —Suspiro—, Entiendo tu dolor, pero para eso estamos juntos, para apoyarnos y superarlo... —ella sonríe débilmente. —Gracias por no callarlo...y no tienes la culpa de lo que pasó, no quise decir eso que dije, es cruel y me siento mal. Perdimos ambos padres, tu perdiste a los dos, no me imagino lo que debiste sentir…perdóname. —dejo un beso fugaz contra sus hermosos labios, el nudo se estaciona en medio de mi garganta, ella lo nota, levanta sus manos y acarician mi ro
Molly Tenía la costumbre de cuestionar cada paso que daba en mi vida, todo gracias a mi madre, pero había salido a la luz, había dejado de sentirme culpable por dejarla, dejarla para poder vivir mi propia vida, el trabajo me había acaparado casi todas las horas del día, lo único que quería, era al finalizar el día, poder dormir, quizás con la suerte de fantasear con aquella voz que durante el día me ponía la piel erizada, me hacía apretar mis muslos y siempre sonreír en silencio sin que nadie notara aquella parte de mi vida. Esa parte que era solo mía y que nadie podía juzgar. Porque era solo él y yo en mis sueños. Ahora, todo ha dado un giro inesperado, hace unos momentos había escuchado una parte cruda de mi vida de la cual no sabía, entonces, ha llegado una pregunta que hace ruido en el interior de mi cabeza, ¿Mi madre sabría lo del accidente? ¿Sabía del dinero que se le deposita al mes? ¿Está al tanto de los cheque
Molly Se inclina y atrapa mis labios, puedo sentir algo en ese beso, es un beso cálido y tierno, nuestras lenguas se encuentran formando un baile, nuestras manos comienzan a recorrer nuestras pieles, poco a poco sentimos como el deseo y la pasión aumenta entre los dos, el calor que provoca dos cuerpos, es indescriptible, poco a poco se acomoda entre mis piernas, sus labios sueltan los míos, para buscar mis pechos, algo grandes, mordisquea cada pezón, tirando de él con delicadeza, haciendo que me retuerza y gima, cierro los ojos, disfruto cada caricia, cada beso, cada mordisco delicado contra mi piel, atrapo su cabello revuelto, y mis dedos entran tirando de él, escucho un gruñido, su lengua deslizándose por mi abdomen, luego llegando a mi vientre, me tenso y él se da cuenta. —Tranquila, solo déjate llevar. —levanto mi rostro, estoy nerviosa porque me va a hacer sexo oral,
Henry Miro de nuevo la pantalla de mi laptop, cierro los ojos y los recuerdos de hace días en el catamarán, me hacen estremecer como nunca, una sonrisa fugaz se escapa, luego niego divertido. Abro los ojos y doy un brinco en mi silla ejecutiva. —Bu. —dice Sebastian, divertido. —Es la primera vez que te veo así, Goldberg. Desvío la mirada hacia la pantalla, mis dedos están sobre el teclado, preparándome para escribir una respuesta al jefe de diseño. — ¿Cómo? —miro a Sebastian, se recarga en el respaldo de la silla, levanta su pierna y la descansa en su otra rodilla, entrecierra sus ojos y luego arquea una ceja. —Así, todo tonto. —pongo los ojos en blanco al escuchar eso. —No es “tonto” es…—no encuentro la palabra para describir lo que me sentir Molly.
Henry —Quiero hablar con ella, Molly, si no me acepta, lo siento, el intento se ha hecho. —ella se levanta, rodea el escritorio, yo me giro aun sentado en mi silla giratoria, ella se sienta sobre sus talones, atrapa mi mano y la mira. —La única que tiene que aceptarte…—levanta sus ojos verdosos hacia a mí. —Soy yo. —Oh, Molly, —ella se levanta, deja un beso en la punta de mi nariz, es un gesto que me ha dejado con el corazón aleteando como un loco, regresa hasta la silla. —Hoy hablaré con ella, le diré de nosotros. —Me gustaría estar ahí, ambos poder decirle. —Henry…—intenta negarse. —Molly. —Bueno, que sea mañana por la noche, es viernes y se queda en la casa. —asiento. &
Alexandra Veo el reloj, anuncia ya la entrada para prepararnos para el ensayo de uno de los más importantes desfiles de moda en Londres. Tirito de frío, me ajusto mi gabardina marrón que hace juego con mis botas y oufit del día. Pasa el grupo de amigas que seguimos desde la facultad en esto del modelaje, ríen entre ambas y susurran, pasan por mi lado sin siquiera darse cuenta de que estoy de pie ahí, arrugo mi ceño, ¿Ahora no saludan? Entro detrás de ellas, hasta llegar al salón de ensayo, tiran sus abrigos en un área donde solemos hacerlo juntas, estoy a punto de dejar mi gabardina cuando Georgina, evita que lo haga con un movimiento de brazo. —Lo siento, creo que deberás poner tus cosas en otra parte. —me quedo sorprendida al escucharla. —Lo hacemos
Alexandra —Estás embarazada, Alexandra. —anuncia con una sonrisa mi ginecóloga. — ¿Qué? —dice al leer mis resultados, ella borra la sonrisa. — ¿No lo esperabas? —pregunta confundida. —Acabo de graduarme de la universidad, estoy a punto de firmar con una agencia muy importante de modelaje, ¿Embarazada? ¿Estás segura? Siempre nos hemos cuidado… —digo en estado de shock. —Los preservativos tienen un porcentaje bajo de fallo. — ¿Qué? Yo tomo pastillas y él usa condón, soy un reloj exacto, pensé que me había caído mal la ensalada y ese jugo para desintoxicar, pensé que al no venirme la regla…era por tener demasiado estrés acumulado…—comienzo a hab
Alexandra El sonido de mi móvil me anuncia una llamada, veo en la pantalla que es Sebastian, cuando contesto escucho ruido. — ¿Ale? ¿Hermosa? —escucho que me llama, pero las palabras no salen, las lágrimas caen mientras me cubro mi boca para callar el jadeo de dolor, cuelgo. Vuelve a llamar, pero apago el móvil, lloro abrazada a su almohada. Siento dolor, un dolor insoportable, haciendo que despierta asustada de mi sueño, cuando siento humedad, me levanto encendiendo la luz con dificultad, lanzo una mirada a la cama y es cuando entro en pánico: Sangre. Llamo a Annie a horas de la madrugada, me pide que no me mueva que ella viene en mi búsqueda, estoy en un estado de dolor, de decepción, de terror, he visto los mensajes de Sebastian diciendo que es lo que pasa por que había apagado el móvil, pero lo ignoro… &n